
Gardel en Quito
Gardel vino a Quito en los años cincuenta. Entonces la ciudad, casi reducida al centro histórico, se mostraba -según el orgullo recoleto de sus habitantes muy «Franciscana y conventual». Plazas adoquinadas, iglesias y campanarios, tejados inmemoriales, escalinatas, cuestas espeluznantes, postes de eucalipto con un solitario foco mortecino y un enredo...