Por Leonardo Parrini
Si algo muestra de nuevo el conflicto árabe israelí que tiene lugar en el Oriente Medio, es que las escaramuzas bélicas entre palestinos y judíos en diferentes capítulos históricos desde tiempos inmemoriales no había comprometido sino la vida de los combatientes, ejércitos regulares, milicianos guerrilleros o mercenarios contratados que se reclutaban para combatir por una y otra causa en favor de cada bando. Esta vez, la horrenda novedad es que el enfrentamiento militar que se libra en Gaza no es una guerra, es un genocidio con el compromiso de vidas civiles indefensas, desarmadas y a expensas de bombardeos aéreos las 24 horas del día en uno de los territorios más densamente poblados del mundo donde habitan 2,3 millones de habitantes.
Más allá de las causas históricas, ideológicas, económicas o políticas que alientan el conflicto, este genocidio es un hecho absolutamente inaceptable para la conciencia humana, más aún cuando de los diez mil muertos existentes entre víctimas civiles palestinas, el cuarenta por ciento son niños. Al extremo de que Israel se ganó el calificativo de “el nuevo Herodes”, en alusión al personaje bíblico que en tiempos de Cristo mandó a matar niños, indiscriminadamente, con el fin de eliminar al recién nacido en Belén, según señala el Evangelio de Mateo (2:16-18). El mote de “nuevo Herodes”, fue idea del presidente colombiano Gustavo Petro quien, en un discurso fuertemente condenatorio a la política armamentista del Estado sionista israelí y su ejército de ocupación en Gaza, anunció una eventual ruptura de relaciones diplomáticas de Colombia con Israel, al tiempo que llamaba a su embajador en Tel Aviv para las consultas pertinentes.
La reacción del Gobierno colombiano está en la línea de siete naciones latinoamericanas que condenan el infanticidio israelita en Gaza y exigen un inmediato cese al fuego. En esa línea de acción está Bolivia, el primer país del mundo en romper relaciones con el Estado sionista de Israel, en condena a su acción bélica desproporcionada en territorios palestinos. De igual manera, el gobierno de Chile, a través de una decisión de su presidente Gabriel Boric, llamó al embajador chileno en Israel para consultas tendientes a una ruptura de relaciones con ese país.
La condena latinoamericana a Israel tiene su más clara expresión en la postura diplomática de Cuba y Venezuela que han repudiado el genocidio en Gaza, cometido por los israelíes. El término genocidio también fue utilizado en la declaración oficial del gobierno de Brasil, que expresó su condena al Estado israelí por los hechos bélicos protagonizados en el Oriente Medio, mientras que Argentina expresó su repudio a un ataque aéreo llevado a cabo por el ejército de Israel en las últimas horas en un campo de refugiados de Gaza, con un saldo de cientos de muertos entre hombres, mujeres y niños. La postura diplomática de los países mencionados contrasta con la posición mexicana, cuyo gobierno mantiene una extraña neutralidad frente al conflicto del Oriente, Medio y no ha expresado aun una declaración de rechazo a la violencia practicada en Gaza por el ejército israelí, pese a que el Estado mexicano se autocalifica de “humanista”.
En el resto del mundo se ha producido un multitudinario rechazo a Israel y su política de agresión contra el pueblo palestino. Son millones las personas reunidas en diversas manifestaciones que han tenido lugar en las capitales europeas. En tanto, los sindicatos de trabajadores de Bélgica han decidido no ensamblar más armas que se venden al Estado de Israel y los transportistas en sus organizaciones sindicales decidieron no fletar productos con destino a ese país.
Las reacciones diplomáticas de los países árabes en el Oriente Medio están también en la línea condenatoria a Israel. El reino de Arabia Saudita condenó en los términos más duros a los asesinos israelíes y sus fuerzas de ocupación. El gobierno de Yemen y los Houtíes declararon la guerra a Israel y aseguran que en Gaza “cumpliremos con nuestro deber”, según señaló un comunicado. Un 25% de la población yemení es houtí, brazo armado de Irán en Yemen. En tanto, ya han comenzado ataques con drones y aviones no tripulados que dispararon misiles contra ciudades de Israel. Esta reacción deja abierta la posibilidad de que, si Israel no declina su política de ocupación y agresión militar a Gaza, los países árabes adoptarán nuevas medidas de rechazo que no excluyen la intervención militar directa en el conflicto, declarando la guerra a Israel
Sin embargo, aún se observa un fracaso de la comunidad internacional en la perspectiva de atar de manos a los Estados Unidos a su octogenario presidente y a Israel y la banda de criminales que gobierna en Tel Aviv, para obligarle a detener el genocidio en Gaza.
En nuestro país, el Gobierno de Ecuador no ha pronunciado palabra al respecto y preocupa que el nuevo presidente siga pensando en que los aparatos de inteligencia israelí puedan contribuir, mediante convenios, a poner fin a la violencia delictiva en Ecuador. Es una buena oportunidad de que el presidente electo, Daniel Noboa, se inaugure en el poder con una clara declaración frente al conflicto del Medio Oriente, condenando la masacre en Gaza. Si guardamos silencio como pueblo y quedamos callados como país, frente a la historia seremos cómplices del genocidio israelí por omisión ante el mundo.
Mientras en el plano oficial Ecuador guarda silencio, sectores ciudadanos expresan su solidaridad con el pueblo palestino y rechazan el genocidio en Gaza, “horrorizados e indignados ante el holocausto palestino ejecutado por el Estado de Israel y sus aliados guerreristas el infanticidio que opera sistemáticamente Israel con 4.000 criaturas asesinadas recientemente en Gaza (…) Nuestra firme condena al Estado sionista de Israel, a su régimen de apartheid, a su actual jefe Benjamin Netanyahu y sus tropas (…) Nuestra demanda de inmediato cese al fuego y retiro de las tropas invasoras que permita abrir corredores humanitarios que permitan salvar vidas y dotar de agua, medicinas, alimentos y electricidad a Gaza”.
Las cifras del horror
Un informe de la embajada del Estado de Palestina en Uruguay señala que, a los 25 días consecutivos de bombardeos genocidas lanzados por el ejército de ocupación israelí por aire, tierra y mar contra los civiles en la Franja de Gaza, siguen los bombardeos de escuelas, hospitales, mezquitas e iglesias, se están acabando el combustible, la comida y el agua, y el sistema de salud está a punto de colapsar.
Ante la orden dada por Israel de evacuar el norte de Gaza no hay un lugar seguro al que puedan ir las personas, y para aquellos con soporte vital y para los bebés en incubadoras, mudarse sería sin duda una sentencia de muerte. Las cifras en un balance, se basan en los cuerpos que llegan a los hospitales; la agresión de la ocupación israelí contra el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania ha asesinado a 8.610. Además de 23.000 heridos desde el 7 de octubre.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha manifestado: “El nivel de asistencia humanitaria que se ha permitido ingresar a Gaza hasta este momento es completamente inadecuado. Reitero mi llamado a un alto el fuego humanitario inmediato y a que se conceda acceso sin obstáculos, de manera consistente, segura y a escala”.
Gaza se ha convertido en un cementerio para los niños y es un infierno para todos los demás. Un alto al fuego es un imperativo inmediato. La tragedia humana que cobra vidas es intolerable en Gaza, el nivel de la destrucción no tiene precedentes, afirman testigos. Los civiles en Gaza están muriendo por miles. Pausa humanitaria o alto el fuego, los bombardeos deben cesar inmediatamente por el bien del millón de niños en Gaza. El informe palestino concluye en que “cuando cesen los combates, el costo para los niños y sus comunidades se soportará durante las generaciones venideras. Antes de esta última escalada, se había identificado que más de 800.000 niños en Gaza, tres cuartas partes de toda su población infantil, necesitaban atención mental y apoyo psicosocial. Eso era antes de esta última pesadilla.»
Es urgente que el mundo haga sentir su repudio ante el infanticidio cometido por el ejército de ocupación israelí en Gaza, asesinos entrenados por un Estado deshumanizado que se ha convertido en el nuevo Herodes.