Por Leonardo Parrini
La guerra es la política por otros medios y en el marco del conflicto armado entre Israel y Hamás hemos visto fracasar a la política. Joe Biden no fue recibido por los países árabes, mientras el octogenario mandatario estadounidense tenía pensado hacerse una foto en Jordania con diferentes líderes de países que estaban intentando mediar en el conflicto desde el lado de Palestina. Las naciones árabes han rehusado recibir a Biden y no están dispuestos a negociar nada con los Estados Unidos que tiene la pretensión de mediar, cuando es el principal comerciante de armas hacia Israel en el Oriente Medio. Jordania y los demás países árabes de la región cancelaron la cumbre que tenían previsto hacer para no recibir a Biden, con claro desaire a la supuesta “nación más poderosa de la historia” según declaró Biden hace unos días, que ya no tiene la influencia ni el poder que debería tener en una región que está al borde del abismo. La figura de Joe Biden queda dañada en el ámbito diplomático.
Mientras que las protestas anti israelitas cunden en el mundo árabe y en el propio Estados Unidos en repudio al ataque al Hospital Bautista Al-Ahli en Gaza. Según la organización islamista que gobierna Gaza, al menos 470 personas han perdido la vida y otros cientos han resultado heridas en el centro hospitalario donde, además de enfermos y dañados, también había refugiados. El cruce de acusaciones entre Israel y Hamás no cesa. El brazo armado gazatí califica el acontecimiento como un «nuevo crimen de guerra por parte del ocupante», en referencia a Israel, mientras que el Estado judío se exculpa de cualquier intervención militar sobre el hospital y señala a la organización Yihad Islámica Palestina, vinculada a Hamás. El bombardeo al centro hospitalario se convierte en el más despiadado crimen de guerra que recuerda la historia.
Luego del ataque al hospital, lo único que ha conseguido Joe Biden es que Israel autorice el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza. Pero no ha logrado impedir el asalto militar sionista que está en marcha a ese territorio habitado por 2,3 millones de palestinos, cuando ya Israel dio luz verde a sus fuerzas armadas para invadir Gaza y destruir todo lo que esté a su paso en procura de aniquilar a Hamás. Ejecutar la llamada “segunda fase militar”, sería un grave error histórico de Israel cometido por el fundamentalismo sionista que gobierna ese país. La imagen del invasor causante de un holocausto genocida quedaría impregnada para siempre en la divisa israelita.
El ataque de Israel a Gaza en caso alguno sería gratuito. Las fuerzas de Hamás cuentan con el poderoso respaldo militar y financiero de Irán, principal potencia de la región con una fuerza bélica disuasiva de primer orden. Sin contar, además, con la eventual intervención militar de Líbano y Hezbollah, movimiento islamista respaldado por Irán que dispone una de las fuerzas paramilitares más poderosas de Oriente Medio. El grupo, que tiene su base principal en la frontera entre Israel y Líbano, podría convertirse en un actor comodín en la guerra entre Hamás e Israel y desencadenar un conflicto regional más amplio.
Midiendo fuerzas
En un comparativo entre las fuerzas y recursos de Israel e Irán hay que señalar que el Estado iraní tiene programas de desarrollo nativo de sus propios armamentos y representa la más seria amenaza para las fuerzas de defensa de Israel, contando con un arsenal mucho más basto, moderno y poderoso que aquel de las regiones de Gaza y Cisjordania.
En recursos humanos, Israel suma una población de 9 millones 170 mil habitantes, de los cuales 646 mil son personal militar con 173 mil activos y 473 mil en reserva. Irán tiene una población de 86 millones 770 mil habitantes, de los cuales un millón quince mil son personal militar con 575 mil activos y 350 mil en reserva.
En términos de fuerza aérea, Israel posee 241 aviones caza, 32 aviones de ataque a superficie, 15 aeronaves de transporte, 153 de entrenamiento, 23 aviones de misión especial, 11 aviones tanqueros, 48 helicópteros de ataque tipo Apache de origen estadounidense y 78 helicópteros artillados de transporte. Irán tiene 196 aviones caza -10 de los más nuevos-, 23 aviones de ataque a superficie, 86 aeronaves de transporte, 94 aviones de entrenamiento, 9 aviones de misión especial, 7 aviones tanqueros, 12 helicópteros de ataque y 114 helicópteros artillados de transporte.
En vehículos terrestres Israel suma un total de 2.300 tanques que incluyen 360 modernos con sistema de defensa activa y 56.390 tanques livianos y 950 unidades de artillería convencional remontada y artillería autopropulsada, así como 300 unidades de artillería de cohetes. Irán, en su apartado bélico más poderoso, posee 4.071 tanques, 69.665 blindados ligeros, 2.000 unidades de artillería convencional y 1.085 unidades de artillería de cohetes. En cuanto a fuerza militar naval, Israel mantiene una flota con siete corbetas, 5 submarinos y 45 buques patrulla. Por su parte, Irán dispone de 7 fragatas, 3 corbetas, 19 submarinos y 21 busques patrulla.
Israel posee entre 90 a 100 armas nucleares, mientras que Irán carece de cualquier tipo de arsenal nuclear. Irán dispone de un arma letal en sus misiles balísticos convencionales de mediano alcance con un rango operativo de hasta 2 mil kilómetros perfectamente capaces de alcanzar territorio israelí. Israel cuenta con un sistema antimisiles que debe ser capaz de repeler casi cualquier ataque balístico iraní, excepto alguno que involucre a misiles hipersónicos. El problema de Irán es su inferior capacidad de defensa antimisiles y un ataque israelí con ese tipo de armas puede ser devastador sin capacidad disuasoria efectiva.
En materia de presupuesto militar anual, Israel suma un total de 564 mil 150 millones de dólares de PIB nominal, con un presupuesto militar anual de 24.300 millones de dólares; mientras que Irán cuenta con PIB nominal de 367 mil 968 millones de dólares de los cuales 5.550 millones son para presupuesto militar anual.
Este es el lenguaje de las armas que impone el idioma de la muerte cuando la política fracasa, el fundamentalismo religioso se impone con odio racial y las ambiciones geopolíticas estimulan el negocio de la guerra, mientras la cordura permanece ausente de los conflictos internacionales.