Por Luis Onofa
En los primeros días como presidente electo de Ecuador, Daniel Noboa, ha confirmado la ruta que seguirá en su mandato de 16 meses. Serán hombres y mujeres de extracción económica y pensamiento liberal, los que estarán en algunas funciones clave de su gabinete. No habrá variaciones en cuanto a la polémica línea ideológica que ha venido aplicándose en el país desde los años de Lenin Moreno y el actual mandatario Guillermo Lasso
La presencia del ex vicepresidente Alberto Dahik, en la delegación que le acompañó a su primer encuentro con Lasso, este martes, en el Palacio de Gobierno, parece ser una señal en ese sentido. El también ex ministro de Finanzas en el mandato de León Febres Cordero (1984-1988) es un radical partidario de la eliminación del subsidio al consumo de combustibles y es un crítico de los aportes estatales a las pensiones jubilares, temas polémicos que suelen agitar el ambiente político del país, cada vez que aparecen en el escenario. De hecho, él es partidario de la propuesta de reformas al sistema de seguridad social elaboradas por una comisión especial designada por el presidente Lasso.
Arturo Félix Wong, posible ministro de Agricultura, quien también acompañó a Noboa a su encuentro con Lasso, es un empresario del sector bananero, al que también pertenece el mandatario electo. Gabriela Sommerfield, empresaria del sector aéreo y turístico, sería la canciller. Esta decisión de Noboa, en caso de confirmarse, anticipa que su política exterior continuará por la misma senda llamada pragmática del actual gobierno de Guillermo Lasso, que por su concepción prioritariamente bilateral en las relaciones internacionales, ha engavetado la integración regional.
Dada la compleja y conflictiva coyuntura política y económica por la que atraviesa el país, algunos analistas políticos piensan que a Noboa le convendría incorporar a su equipo de colaboradores a representantes de otros sectores políticos y sociales, para de esa manera, ampliar la base de apoyo. El actual ministro de Gobierno, Henry Cucalón, le sugirió buscar un acuerdo por la seguridad del país.
Quizá es temprano para afirmar que esa estrategia está descartada, pero la presencia del ex vicepresidente Dahik es una señal del camino que Noboa está escogiendo. Su contendora en segunda vuelta, Luis González, le ofreció apoyo para gobernar, en el discurso que pronunció para reconocer la victoria de Noboa, Lo propio hizo el ex presidente Rafael Correa. Pero ambos trazaron un límite a esa colaboración.
El mandato de Noboa estará dominado por la brevedad de su tiempo, la precaria situación económica del país y la inseguridad. Recibirá una economía que este año crecerá menos del 2.0 por ciento, y en 2024, período de pleno mandato suyo, lo hará en 0.8 por ciento. Esa cifra está por debajo del promedio latinoamericano, según estimaciones de organizaciones especializadas, pero especialmente muy por debajo de lo que requiere el país para generar empleo para las decenas de miles de jóvenes que cada año se incorporan a la población económicamente activa. Y el mandatario electo prometió empleo.
Algunos analistas le recuerdan al presidente electo sus ofertas electorales, para cuyo cumplimiento se necesitan recursos financieros: entre otras, construir vivienda para segmentos populares, modernizar la infraestructura de salud pública, 200 mil cupos para los jóvenes que aspiran a ingresar a la universidad, condonación de la deuda a los pequeños agricultores y darles a estos un apoyo técnico, elevar las pensiones jubilares a un salario básico unificado. Para todo ello se necesitan recursos financieros.
En septiembre del año pasado, el rector de la Universidad Central del Ecuador, Fernando Sempértegui, estimó un presupuesto de 3 mil dólares anuales por estudiante, para aumentar cupos de matrícula para las universidades. Ello significaría que la oferta del mandatario electo necesitará de 600 millones de dólares, de manera inmediata.
Para 2024, el total de pagos de deuda externa e interna llegará a US$ 8.473 millones y para 2025 la cifra se incrementará hasta unos US$ 10.039 millones. En estas cifras se incluyen amortizaciones e intereses.
Entre tanto, los ingresos tributarios, al menos en lo que va de este año muestran una tendencia a la baja. Estos cayeron en US$ 484 millones hasta septiembre de 2023, 4,22% menos que en 2022. En 2024, el descenso llegaría hasta los 1.000 millones de dólares.
En esas circunstancias, algunos especialistas estiman que el próximo año, Noboa deberá buscar recursos financieros por 10 mil u 11 mil millones de dólares para cubrir los compromisos y obligaciones internas y externas del sector público. Pero otros sostienen que la caja fiscal tendría recursos suficientes para atender algunas de las más apremiantes necesidades del país, si el gobierno cobrara las deudas tributarias de las grandes empresas morosas.
Poco después de conocer su victoria en segunda vuelta, el domingo pasado, Noboa tildó de “improbable” al proyecto político que guiará su gestión en los 16 meses de su gobierno. El diccionario de la RAE define a ese adjetivo como “no probable”. Otros la significan como sinónimo de “difícil, incierto, dudoso, inseguro, remoto, absurdo”.
De cualquier manera, en la gama de significados que tiene esa palabra domina la duda, y es probable que ella le haya invadido al mandatario electo respecto a la posibilidad de cumplir sus ofertas de campaña, dada la conflictiva coyuntura económica y de inseguridad que caracteriza al Ecuador de estos días, y la correlación de fuerzas políticas que en principio le es adversa en la Asamblea Nacional.