Una de las grandes tentaciones de la política criolla es crear mitos. Mitificar la juventud como un estigma de virtud suele ser recurrente en una generación de políticos periclitados, a los que se les agotó el discurso, ya no se reconocen a sí mismos y se aferran al pasado con maquillaje juvenil.
Se escucha decir que las próximas elecciones presidenciales, en segunda vuelta, se definirán entre “lo nuevo y lo viejo”, pero las apariencias engañan cuando lo joven no es tan nuevo y lo viejo resulta ser experiencia pasada. El asunto está en que las apariencias confunden. Noboa es un hombre blanco, cuyo padre ha sido cinco veces candidato a presidente, terrateniente, millonario, con acusaciones de violencia intrafamiliar, con empresa que tienen deudas en firme con el SRI y denuncias de explotación laboral, es bastante viejo. Es lo de siempre. Noboa representa lo mismo que su padre: la empresa más morosa del país, Exportadora Bananera Noboa que forma parte del conglomerado de empresa del grupo de Álvaro Noboa. Esta empresa tiene una deuda con el SRI de 87 millones 321 mil dólares con corte al 7 de junio del 2023. Noboa no representa a los jóvenes, representa a la banca y el grupo empresarial deudores al Estado.
Que Daniel Noboa representa lo joven, lo nuevo, es una trampa, es otro mito de la política criolla. Noboa representa a un político de derecha de “nuevo cuño”, pero con el ADN de los viejos conservadores, de los politicastros de la vieja guardia que profesan las viejas ideas de mantener el sistema intacto con sus privilegios de clase y las injusticias de siempre. El plan de gobierno de Daniel Noboa incluye subir los años de jubilación, subir aportes de los afiliados, y la privatización de áreas del IESS, y esto es lo mismo que propuso Lasso. Noboa propone acabar con el Senescyt y lo dice de manera manipuladora como lo hizo Lasso frente a la juventud.
Daniel Noboa cuenta con apoyo condicionado de la gente de Moreno como María Paula Romo. La ex ministra del morenato y su jefe huido del país, están vivos por arte de Daniel Noboa, revividos para la impunidad -señala Francisco Herrera Arauz. Porque están enjuiciados por delitos de lesa humanidad por las masacres de octubre del 2019. Noboa el candidato actual del Movimiento Alianza país, hoy Mover, y con la base de Construye 25 tiene que enfrentarse a una negociación de poder político que incluirá el chantaje de M. P. Romo que usará desde la Asamblea Nacional para garantizar su impunidad. M. P. Romo y C. Zurita ya comenzaron a presionar a Noboa. Ellos son la segunda fuerza política de la Asamblea Nacional y el voto de Fernando Villavicencio está condicionado por eso ya le exigen un “toma y daca” al novel heredero empresarial. Construye, grupo de Romo, ha manifestado públicamente: “No nos pronunciaremos sobre el candidato Noboa, mientras no conozcamos claramente su postura y propuestas sobre los temas de nuestra agenda legislativa y de gobierno: la creación de una comisión especial para investigar el crimen de Villavicencio, la lucha contra el crimen organizado, el respaldo a la fuerza pública, la depuración de jueces y fiscales vinculados a mafias y la fiscalización sobre la corrupción”. Firma Christian Zurita y Construye, movimiento de María Paula Romo. El morenismo está detrás de Daniel Noboa brindando respaldo electoral a condición de que el candidato de la derecha apoye su plan político.
La alternativa
La candidatura progresista de Luisa González, es la alternativa que tiene el electorado y un porcentaje mayor al 32% así lo entendió en la primera vuelta. Se trata de un “voto duro” del correísmo, el voto de gente que se ha mantenido fiel a las propuestas de la Revolución Ciudadana, porque tienen memoria de un gobierno que hizo lo que dijo y que ese hacer se tradujo en acceso a servicios y en garantía de derechos ciudadanos.
El correísmo que cuenta con la fidelidad de un tercio de la población ecuatoriana, debe ser consecuente con los ideales que cautivaron y aun movilizan a ese porcentaje de ecuatorianos: la propuesta de cambio social, la alternativa de un nuevo orden político y económico para el país, la promesa de una propuesta de gobernanza que supere al modelo neoliberal vigente. En esa línea de acción, la Revolución Ciudadana debe volver a ser revolucionaria, sintonizar con nuevos electores, reflejar las aspiraciones de una juventud que quiere oportunidades de estudio, de trabajo y de representación nacional. En eso consiste lo nuevo, en renovar el discurso político, en actualizar la narrativa electoral dirigida a los no convencidos, porque los fieles convencidos son ese voto duro que permanece intacto. Lo nuevo será conquistar a ese sector de ecuatorianos que permanece engañado, obnubilado por la propaganda anticorreísta que se genera desde la Embassy, a través de la dama condecorada por el FBI, María Paula Romo, que actúa desde las sombras apoyando a Noboa y sus planes. No basta con decir que “ya lo hicimos” y evocar el gobierno de Rafael Correa, ahora se trata de señalar con claridad qué se hará y cómo se hará para dar solución a los problemas de inseguridad, falta de empleo, ausencia de oportunidades de estudio para la juventud, riesgos de los jubilados y afiliados antes las amenazas de privatización del Seguro Social, entre otros problemas nacionales que comportan la crisis.
Antonio Gramsci, señalaba que “la crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”. Una crisis que no es solo económica sino también, y muy especialmente política de la que ni unos ni otros -jóvenes y viejos remozados- parecen capacitados para sacarnos. Con las prisas, los jóvenes recién llegados que quieren repartirse la herencia de los viejos parecen olvidar que en política lo nuevo no consiste en camuflarse tras una careta de heredero con un remozado discurso demagógico que el pueblo no tardará en descubrir. Quitarle la careta: en eso consiste la tarea del progresismo junto al pueblo si aspira a volver al poder.