Las repercusiones políticas luego del asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio no se hicieron esperar. En medio de las conjeturas acerca de los móviles del crimen, las piezas del tablero electoral se movieron con celeridad conforme sus intereses. Al tenor del clima de violencia que confirma la eliminación física del candidato Villavicencio y de la atmósfera de indefensión e inseguridad que respira la ciudadanía, los aspirantes a la Presidencia del país ensayan la manera de mostrar liderazgo.
El candidato Yaku Pérez tomó la iniciativa de convocar a sus contrincantes electorales a una reunión “para concretar un pacto nacional” por la seguridad, “bajar las banderas políticas” y dejar de lado su agenda electoral.
El llamado, que en su trasfondo tenía el propósito de mostrar liderazgo de cara a los electores, resultó a medias. Solo cuatro candidatos respondieron, diligentemente, a la cita, Otto Sonnenholzner, Yaku Pérez, Xavier Hervas y Bolívar Armijos, coincidieron en un documento de acuerdo.
Luisa González manifestó no haber recibido ningún llamado de Pérez, en tanto, Topic señaló que los acuerdos entre candidatos no son la respuesta y enfatizó que los políticos ya han realizado diversas reuniones sin resultados.
No obstante, en la reunión surgió un documento de acuerdo que, en sus partes sustanciales, luego de solidarizarse “con los seres queridos y simpatizantes de Fernando Villavicencio”, exigieron “celeridad, transparencia y rigurosidad al Gobierno nacional en el proceso investigativo por el magnicidio de Fernando Villavicencio”, y responsabilizaron “al gobierno nacional por el crecimiento exponencial de la violencia criminal y política que atraviesa el país”. Al tiempo que exigieron garantías a la vida de las/los ecuatorianos y al proceso electoral”.
Sin duda un saludo a la bandera, habría que preguntarle al régimen hasta dónde está dispuesto a oír sus exigencias. Un llamado con claro tufillo de utilización política del crimen de Villavicencio, aprovechando, a río revuelto, el clima de incertidumbre que vive el país. Se trata de mostrar capacidad de convocatoria a los otros candidatos, y así lo entienden Yaku y Otto, estrategia supuestamente válida en caso de pasar a segunda vuelta, para convocar a sus obsecuentes rivales a sumarse con sus votos contra la candidatura progresista de Luisa González. La movida política de Pérez y Otto, que se autoproclaman en segundo lugar en la intención de voto, busca manipular la voluntad popular y responde a la estrategia de “todos contra el correísmo”. Una jugada oportunista que deja en evidencia lo fácil que les resulta “bajar sus banderas” ideológicas, buscar una unidad sin principios para coincidir electoralmente, puesto que todos se consideran políticamente iguales, alineados con la continuidad del modelo político vigente en el país. Hervas lo manifestó con claridad: “Lo que estamos buscando es que cualquiera de nosotros, que tenga la responsabilidad de conducir nuestro país, pueda contar con el apoyo de los demás“.
¿Qué puede unir a los candidatos del acuerdo, además del odio al correísmo, que no sea mantener el modelo político económico neoliberal en Ecuador?
El llamado a la unidad, válido para la segunda vuelta no es mera conjetura, luego de que todas las encuestas, incluso las contratadas por los candidatos, señalan que solo sería posible vencer al progresismo con una unidad, a río revuelto, por sobre las aparentes diferencias.
La ciudadanía no se debe dejar sorprender con el mentado “pacto nacional”. Tiene que saber distinguir lo genuino de lo falso: a río revuelto, ganancia de oportunistas. Que el execrable crimen de Fernando Villavicencio no haya servido para vulnerar la voluntad popular.