Vivimos la era de las imágenes que con pasmosa facilidad reemplazan al texto. En la actualidad cualquiera es fotógrafo, creador de iconos, todo mundo puede retratar o registrar con una cámara lo que quiera, pero no todo mundo puede escribir, narrar lo que capta en una foto. Lo cual significa que estamos perdiendo inteligencia, capacidad de observación, talento literario. Y también pudor, porque irrumpir con un artefacto celular premunido de cámara digital para fotografiar lo que se nos antoje, es un acto impúdico, obsceno, por decir lo menos.
Ante los hechos que rodean el asesinato de Fernando Villavicencio sucedió, sin duda, lo mismo. Un mar de imágenes daba cuenta de lo sucedido de manera caótica, en los linderos de un periodismo sensacionalista, morboso, y hasta irrespetuoso con las víctimas del atentado. Mientras eso ocurría en las redes anti-sociales, un periódico mesurado, conservador, que se considera selecto, como diario El País de España, incurría en lo mismo, inclinándose por un “reportaje fotográfico” para informar el crimen de Villavicencio por sobre la información textual sobria y objetiva de los hechos. Las imágenes del diario español eran sin duda estremecedoras, sin censura ni mesura, una suerte de “pornoperiodismo”, es decir, sin historia ni narrativa, solo el hecho de facto, brutal y desmesurado tal como habría ocurrido.
Lo mismo sucedía en nuestro país con las imágenes televisivas transmitidas en un acto de competencia raitenera entre canal y canal, hasta ver quién captaba más audiencia. De igual modo, ningún medio informativo ecuatoriano explicaba los hechos o, al menos, los interpretaba en busca de la verdad.
Dos imágenes llamaron nuestra atención durante la maratónica cobertura mediática del crimen. Una de ellas es la del presidente Lasso, en cadena nacional, diciendo respecto del asesinato de Villavicencio: “Es un crimen político que adquiere un carácter terrorista (…) No le vamos a entregar el poder y las instituciones democráticas al crimen organizado, aunque esté disfrazado de organizaciones políticas”. ¿Qué quiso insinuar Lasso, que existen sectores políticos actuando a través de sicarios para exterminar a sus oponentes, con el fin de tomarse el poder? Si lo dijo es porque tiene información que debe revelar cuanto antes al país.
Si es un crimen político, como dice el presidente Lasso, debe demostrarlo y no solo insinuar que sectores políticos parapetados en el sicariato están actuando según sus expectativas. La versión contraría – que también circula en redes- supondría que la derecha política está dispuesta a eliminar a uno de los suyos para crear un clima de caos e inestabilidad que justifique suspender las elecciones que eventualmente podría ganar el correísmo. Un plan por lo demás nada descabellado, fruto de la imaginación de la CIA.
El propio Villavicencio denunció pocos días antes de su muerte que uno de los líderes de las bandas -alias Fito- lo amenazó de muerte. Y en la mañana del día del crimen había prometido encerrarlos en una cárcel de “altísima seguridad” que construiría en caso de ser electo presidente, mientras se mostraba desafiante.
En un video, el GDO Los Lobos – “sicarios sin mascaras”-, negaron su participación en el crimen de Villavicencio: “jamás hemos asesinados a personas de gobierno o civiles”. Si los autores del crimen de Villavicencio pertenecen a una de las bandas criminales de sicarios, esto demuestra que la violencia genera más violencia, que si se desafía a las bandas éstas responden con mayor capacidad logística, mayor poder de fuego, mayor instinto de violencia que el propio Estado, incluso contra con civiles.
La otra imagen relacionada con el crimen que llama la atención, es la del tío de Fernando Villavicencio, junto a la hermana de la víctima, en la puerta del Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, gritando a voz en cuello que no le dejan ver el cuerpo de su familiar que reposa en la morgue, mientras pregunta ¿qué oculta el Gobierno?, acusándolo de haber protegido mal al candidato con los custodios de la policía, que fueron superados por los sicarios la tarde del crimen. La denuncia de la familia de Villavicencio no deja de llamar la atención, puesto que se trata del crimen a un político que destacó por ser el más resuelto defensor de Lasso en la Asamblea Nacional durante el juicio político al presidente como su seguidor incondicional.
Cualquiera sea el trasfondo del crimen de Fernando Villavicencio, las imágenes por descarnadas o descaradas que sean, no son suficientes para mostrar la verdad, solo muestran apariencias. Es preciso una investigación oficial seria, acompañada de una narrativa coherente con la verdad. Esta vez no es concluyente que una imagen diga más que mil palabras, porque puede suceder que, en su apariencia, oculte mucho más que ellas.