La soledad del poder de Guillermo Lasso resulta hasta patética. En el frío e impersonal ambiente del palacio de Carondelet, el mandatario se está quedando solo, uno tras otro funcionario abandona el barco de un gobierno en retirada. Esta vez un heroico general Paco Moncayo, emprende la retirada y abandona sus funciones como asesor presidencial en materia de Seguridad Nacional.
Moncayo se dio cuenta de un fracaso que va más allá de las personas: Se trata de un modelo que no tiene política de seguridad, regentado por un aprendiz de Exterminator, personaje de la película de acción estadounidense (1980) de James Glickenhaus y protagonizada por Robert Ginty como veterano de Vietnam -John Eastland-, quien saca a los punks de las calles y las personas involucradas en la delincuencia organizada cuando la ley no hace justicia. Como el anti héroe de la película, Lasso pretende eliminar a las bandas delincuenciales, mafiosos, narcotraficantes, sicarios, y a quién considere que se lo merece, o se oponga políticamente a su régimen de terror. Para el público pretende ser un héroe, pero para la policía El Exterminador es un psicópata peligroso capaz de poner en peligro el sistema.
Lasso, gobernando solo, acusa su derrota, un fracaso sin batahola, silencioso, a espaldas del pueblo que le dio el lomo por su defección y asume la renuncia del general Paco Moncayo como Consejero de Gobierno para la Seguridad Nacional, sin chistar, casi con resignación. Moncayo, diplomáticamente, como una forma de atenuar el impacto de su fracaso, dijo en carta de renuncia: “Quiero asegurarle que puede contar con mi aporte, sin límites de hora o tiempo, de manera honoraria”. Y para ahorrarle palabras al mandatario, escribió: “En momentos cruciales que agobian a la Nación ecuatoriana sometida al ataque brutal del crimen organizado y a la abierta conspiración política de partidos y movimientos afines al proyecto autoritario, antidemocrático liderado por el expresidente Rafael Correa, me honró usted, nombrándome su asesor en materia de Seguridad Nacional. A partir de entonces, he podido atestiguar su acertado manejo de la crisis política (…) Considerando que mi función de asesoramiento ha sido cumplida con la dedicación que inspira el amor a nuestra Patria, me permito, con el mayor respeto, presentarle mi renuncia irrevocable”. ¿Cuáles son los resultados de su gestión, más allá de las lisonjas políticas?
¿Acaso logró identificar y dar de baja a los narcogenerales que denunció la Embajada estadounidense, redujo el número de víctimas del sicariato, reformó al sistema penitenciario retomando el control de las cárceles, o creo la sensación real de seguridad para la ciudadanía, entre otras tantas tareas pendientes en materia de seguridad? Obviamente que no. Es imposible hacerlo en poco menos de dos meses que duró la aventura de Moncayo en la asesoría de seguridad.
Fracaso en todos los frentes
El gobierno no camina, ni para atrás ni para delante, trastabilla de mal en peor. No se cumplen las expectativas del régimen gobernando de facto, como lo hace: no acelera la gestión en seguridad, salud, educación e infraestructura. Lasso anunció inversiones por USD 1.500 millones en vialidad y ¿dónde está la plata?
De los dos decretos ley emergentes que emitió -reforma tributaria y creación de zonas francas-, al cabo de un mes la segunda normativa fue rechazada por la Corte Constitucional (CC) por inconstitucionalidad en su declaratoria de emergencia económica. La lentitud de la CC en pronunciarse sobre los decretos presidenciales resultó peor que la del Legislativo y el trámite oficial empeoró.
En un balance global de la gestión de Lasso, como gobernante de facto, se puede identificar más de treinta decretos menores nombrando nuevos burócratas, ministros de última hora, condecorando funcionarios, dictando reglamentos del uso de la fuerza o prendiendo en el pecho de adláteres medallas al valor, entre otras medidas insustanciales.
Sin tener ya a quién echar mano, Lasso nombra en las últimas horas a Guadalupe Llori como titular del Consejo de Planificación de la Circunscripción Territorial Amazónica. La ex presidenta del Legislativo fue destituida de la Asamblea Nacional por incumplir sus funciones, sancionada por cobro de diezmos y usar un vehículo de alta gama para trasladarse fuera de horas de trabajo. Y Ana Belén Cordero, ex parlamentaria, fue nombrada nueva Secretaria de Política Pública Anticorrupción. Parece chiste, si no fuera tan patético.
El fracaso del modelo Lasso, empresarial neoliberal, acusa imposibles en todos los frentes. Es el triste destino de un gobernante en retirada, repudiado por el país, pretendiendo en soledad sus últimos pujos de arrogancia, como corresponde a un banquero que solo entiende de contar numerario, porque ya no cuenta con el afecto de su pueblo.