Cuando ya están definidos los ocho binomios presidenciales para los comicios del 20 de agosto hay una gran ausencia en la campaña electoral: el proyecto país. Las diversas tendencias que tercian en las elecciones anticipadas -progresismo, neoliberales y centristas- no muestran con claridad qué se proponen hacer durante el periodo de año y medio para el cual pretenden ser elegidos. Todos los candidatos hablan de lo que suponen interesa al electorado entre la necesidad de empleo, seguridad y recuperación económica, sin embargo no incluyen entre sus preocupaciones otras amenazas que asechan al país.
En Ecuador, el comportamiento del electorado ha estado marcado por un alto grado de volatilidad, esto es por la incertidumbre o el cambio de preferencias. Frente a estas variables los políticos actúan a la zaga tratando de adaptar sus promesas a las opiniones ciudadanas expresadas en encuestas respecto de los principales problemas que aquejan al país y sus preocupaciones frente a la crisis.
Esta vez no es la excepción. Todos los candidatos hablan de combatir la inseguridad, la delincuencia y de crear empleo, aunque una mayoría no dice cómo hacerlo. Frente a estos temas la improvisación y la audacia de ofrecer lo imposible es reflejo de la escasa preparación política, académica y técnica de los candidatos. Las promesas electorales van desde mantener el modelo empresarial privatizador hasta introducir cambios en las reglas del juego político, económico y social del país.
Prioridad del correísmo es organizar una Asamblea Constituyente que reforme la Constitución introduciendo cambios proclives a su intención de elegir los organismos de control, lograr la nulidad de los juicios contra su militancia y juzgar a la actual Fiscal General del Estado. Prioridad políticamente legítima, en tanto las sentencias dictadas en contra de ex funcionarios del gobierno de Rafael Correa fueron motivadas por afanes políticos con uso y abuso de la justicia, apelando a dictámenes judiciales sin pruebas condenatorias fehacientes. En su programa hay una visión de país con rasgos conservadores en derechos de género y política económica, que no cambia de fondo nada. En lo político aspira retornar al poder, entendido éste como la administración del Estado y sus instituciones para modernizarlo, dinamizándolo y realizar eventuales reformas progresistas en el esquema de gobernanza. El plan correísta está destinado a fortalecer al movimiento, recuperando el protagonismo local de sus líderes exiliados o reprimidos. Se trata de un proyecto que divide a la población entre quienes añoran los años del correísmo en el gobierno y quienes rechazan repetir tal eventualidad. La población movilizada bajo la idea de reivindicar al líder correísta no es cuantitativamente suficiente para elegir, por muto propio, a un presidente de la República. En un caso óptimo, el correísmo tiene un voto cautivo de un 34%, según últimos resultados electorales, en tanto, el voto duro de la tendencia no excede el 25% y, adicionalmente, debe captar al resto de población que se comporta conforme una pronunciada volatilidad electoral para alcanzar el porcentaje mínimo -40%- que le garantice a sus candidatos un triunfo en primera vuelta.
La derecha, en tanto, no tiene otro proyecto político que no sea un modelo empresarial neoliberal que prioriza al sector privado, otorgándole todo el protagonismo económico a través de negocios que, en otras circunstancias, serían servicios públicos otorgados por el Estado como salud, educación, seguridad social, entre otros. A la contienda electoral la tendencia derechista se presenta fragmentada en varias candidaturas que terciarán individualmente para medir fuerzas, y luego concentrar todo su esfuerzo electoral en el candidato opuesto al correísmo que pase a la segunda vuelta. Esta es la fórmula que ensaya en forma reiterada la derecha criolla, con favorables resultados electorales.
La derecha criolla, a falta de un proyecto país a largo plazo se ha concentrado en promover temas de campaña que supone son sensibles al electorado como la seguridad ciudadana, la delincuencia, además de promover el no retorno del correísmo al poder. En esta línea de acción sugiere que la contienda electoral es entre correístas y anticorreístas y, de ese modo, tratar de aglutinar el máximo porcentaje de votos contrarios a la tendencia reformista en segunda vuelta.
El movimiento correísta en respuesta de campaña tiene la opción de valerse de esa falsa dicotomía -correístas/anticorreístas-, para hacer un comparativo que recuerde al electorado que antes estábamos mejor que ahora, que después de Correa lo peor estaba por venir y vino con los gobiernos de Moreno y Lasso, en términos de inseguridad, desempleo, desarticulación social, desinstitucionalización del país, represión política, falta de oportunidades de estudio y trabajo para la juventud, deterioro de los servicios públicos de salud, educación y vivienda, irrespeto a los derechos de género, colapso del Estado frente al narcotráfico, violencia delincuencial e incertidumbre frente al futuro inmediato.
Campaña en elecciones anticipadas
Se sabe que dieciséis meses es un escaso tiempo para gobernar un país y pretender hacer los cambios que éste requiere, en función de su equidad económica, justicia social y saneamiento político. Si bien el tema sensible coyuntural es la inseguridad, seguido de la situación económica y laboral, Ecuador vive bajo una amenaza inminente mayor que está signada por el comportamiento climático del país: el fenómeno de El Niño.
El incidente atmosférico provocado por cambios climáticos globales y calentamiento de las corrientes marítimas del Pacífico sur, causa torrenciales lluvias con la consecuente destrucción de la infraestructura vial costera, plantíos agrícolas, inundaciones urbanas y rurales e interrupción de los servicios básicos, generando anegamientos, sequías, hambrunas y destrucción masiva.
Conforme estadísticas, el fenómeno de El Niño en 1998 provocó la muerte del 16% de los arrecifes de coral del mundo, desencadenando una repercusión de cataclismo que hasta ahora perdura. En Ecuador causó destrucción y muerte. Según la Coordinadora del Programa de Emergencia para Afrontar el Fenómeno de El Niño, el fenómeno climático de 1997-98 dejó una estela de 244 víctimas mortales, 147 heridos, 52 desaparecidos, 20.738 damnificados y 31.691 afectados, daños graves en 1.641 viviendas y afectación en otras 7.461, a escala nacional.
El fenómeno climático de El Niño es de tal repercusión en la vida política, social y económica de los países en donde se presenta, que se convierte en tema prioritario de los gobiernos. Y con toda seguridad lo será del próximo gobierno de año y medio. Por tanto, amerita ser un asunto tratado con prioridad y previsto a través de posibles medidas a implementar -ofertas de campaña-, que busquen mitigar su impacto devastador en el país.
Una campaña electoral responsable debería asumir la propuesta de coordinar desde el poder central con los organismos seccionales, el mejoramiento de infraestructura nacional tendiente a minimizar los daños que provocará el fenómeno climático: construcción de muros de gaviones, dragado de ríos, limpieza de sistemas de alcantarillado y desagüe urbanos, abastecimiento de medicamentos emergentes en hospitales públicos, reservas de vituallas no perecibles, habilitación de albergues comunitarios, campaña de educación ciudadana en prevención y comportamiento ante riesgos, organización comunitaria urbana y rural de la población para enfrentar la emergencia, entre otras medidas que puede ser debidamente anticipadas.
Este puede ser el gran tema de campaña movilizador de la población en función de su seguridad y sobrevivencia ante un fenómeno natural de imprevisibles consecuencias. Quien asuma el tema de manera responsable, encontrará eco en el electorado, más allá de promesas fatuas de declarar guerras domésticas, armar a la población, gobernar con represión o pretender milagros económicos, lanzando un volador de luces en lo político y social en un país cansado de demagogia, engaños y traiciones.
La diferencia entre una gestión política pro país y una participación electoral con propósitos sectáreos, radica en un proyecto país que nos proteja de las vicisitudes naturales y sociales con vocación de futuro.