Dime con quién andas y te diré quién eres, dice el dicho popular. Una cotidiana forma de identificar la impronta de alguien, según sus relaciones personales, es aplicable a los precandidatos presidenciales que brotan como espuma ante el anticipo de elecciones generales, luego de la muerte cruzada de parlamentarios y mandatario que dejan sus cargos.
En un revoltijo de negociaciones, alianzas, pactos y frentes electorales los aspirantes a presidente de la nación confiesan con quienes andan en busca de fórmulas electorales para las próximas elecciones. Así, se barajan nombres de políticos, ex parlamentarios, empresarios y otros outsiders para los comicios extraordinarios de agosto próximo.
En las últimas horas sonaron mediáticamente los nombres del empresario Jan Topic y el ex-vicepresidente Otto Sonnenholzner. Topic, dueño de Telconet, habría recibido adherencia socialcristiana; sin embargo, Jaime Nebot también ha entrado a la precampaña de las elecciones extraordinarias, ofreciendo mano dura. Mientras que, el ex vicepresidente Sonnenholzner, afirma estar construyendo una coalición con varias organizaciones para presentar una candidatura, entre otras el partido Avanza.
También, el ex asambleísta Dalton Bacigalupo, señala su interés en participar como candidato, pero éste pierde respaldo de su propio partido, una vez que la ID manifestó no tener definido un precandidato.
El ex legislador Fernando Villavicencio, en cambio, habló de una precandidatura suya, de la cual habría conversado con diversos sectores prometiendo “justicia y paz para ser felices”, entre otros, con el movimiento Construye (ex Ruptura 25, de María Paula Romo).
Por su parte, Yaku Pérez en un video aventura una candidatura junto a Gustavo Larrea. En cambio, Andrés Arauz señala que no le interesa ser candidato sino presidente, y en esa aspiración compite con Carlos Rabascall por la representación electoral del correísmo, contrincante que ha sugerido conformar una candidatura junto a Leonidas Iza.
Daniel Noboa Azín, también ha mostrado aspiraciones presidenciales y como un outsider manifestó estar dispuesto a dar un paso al frente y asumir una candidatura. Salvador Quishpe, en tanto, señala que busca apoyo en Pachakutik, brazo político de la Conaie, sectores indígenas que han mostrado una división interna en la coyuntura política. El ex alcalde Jorge Yunda manifestó en un video, junto al abogado Pedro Granja, su interés de conformar una candidatura de unidad nacional.
¿Transición hacia dónde?
Se barajan diversos nombres, pero la política es cuestión de acciones. No todos los nominados reúnen el perfil para cumplir con algunas acciones básicas que señalan analistas. Para este periodo de transición, el país requiere de políticos que contribuyan a minimizar las tensiones o, por lo menos, que no calienten más los ánimos. No deben ser candidatos ampulosos que ofrezcan cosas irrealizables, sobredimensionadas en el tiempo y en el espacio disponible en un gobierno de año y medio. Su oferta debe ser concreta y precisa con pocas promesas posibles de cumplir. Para eso, debe renunciar a sus afanes personales y regular las ambiciones de su círculo íntimo. En ningún caso ofrecer cambios económicos radicales puesto que, salvo aquellos que provocan crisis, los demás son imposible de aplicar con resultados a corto plazo.
Acaso el tema económico será lo preponderante en este periodo de transición, siempre y cuando se diga con claridad: transición hacia dónde. Si vamos hacia el descalabro provocado por la continuidad de una política económica neoliberal habrá que enfatizar en privatizaciones, reformas laborales con pérdida de derechos de los trabajadores, reformas tributarias contrarias al interés mayoritario, etc. Pero, caso contrario, si se busca estabilizar y alimentar un ambiente de confianza hacia los diferentes agentes económicos, será necesario aplicar dos o tres medidas concretas en función de generar empleo y condiciones productivas que beneficien, equitativamente, al trabajador y al empresario.
En este periodo la cultura deberá formar parte relevante de la gestión del poder, con una política que contribuya a desterrar las diferencias entre los ciudadanos y estimule la creatividad y diversidad cultural del tejido social.
El hombre o la mujer que dirijan el país deben venir armados de una actitud de entrega, realismo y concreción para no especular con lo imposible y crear falsas expectativas proponiendo grandes cambios. Las transformaciones estructurales deberán esperar para el 2025. En el periodo de transición, hacia una restauración del país que restañe las heridas provocadas por el maltrato neoliberal, habrá que buscar estabilidad política, económica y social. Es el momento de dejar de lado la política infructuosa, para que Ecuador se ampare bajo la égida de una política generosa, que abra el camino hacia una nación con un futuro promisorio. Quién pretenda dirigir el país debe decirnos con claridad en qué y con quién anda, solo entonces sabremos quién puede ser nuestro eventual candidato.