En el marco de la campaña que Teleamazonas ha puesto al aire con el propósito de lanzar salvavidas políticos a Guillermo Lasso, da tribuna de expresión a políticos interesados en mejorar la imagen del mandatario enjuiciado por la Asamblea Nacional. La comparecencia de Oswaldo Hurtado a una entrevista matinal esta semana cumple con los propósitos editoriales del canal quiteño, sin medir la credibilidad del personaje puesto en pantalla y sin responsabilidad ulterior acerca de sus afirmaciones. Al fin y al cabo, el periodismo criollo en los medios tradicionales se ha convertido en la difusión de criterios personales disfrazados de corrientes de opinión, lo que convierte a la llamada “opinión pública” en opinión publicada.
Los criterios vertidos por el ex presidente Oswaldo Hurtado, inspirados en su animosidad política personal, distan mucho de constituir una corriente de opinión mayoritaria en la actualidad que reflejan la posición ideológica de una tendencia periclitada en la historia de las ideas políticas representadas por la Democracia Cristiana internacional y local. La tendencia de marras se fundamenta en la visión teológica de Teilhard de Chardin, religioso jesuita francés que aportó una visión muy particular de la evolución, equidistante en la pugna entre la ortodoxia religiosa y científica, lo que propició que fuese atacado por la una e ignorado por la otra. De Chardin es el inspirador de las tesis políticas de centro que como “todos los Demócrata Cristianos parten de la creencia de que puede ser encontrado un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo, en el espíritu de la Doctrina Social Católica y las Encíclicas sociales, conforme sostiene Klaus Von Beyme.
No obstante, en la búsqueda de ese camino intermedio, la Democracia Cristiana se inclina hacia la ideología que se define como Neoliberalismo, conjunto de doctrinas económicas que rescatan los planteamientos del «liberalismo clásico» que defiende las teorías de la «mano invisible» que provoca que el mercado se autorregule, cuyas leyes, sistemas de precios, mercado y hasta las artes y la cultura, no son un invento humano para responder a unas determinadas necesidades, sino que son fruto de un «orden natural y espontáneo».
La visión de Hurtado
El expresidente del Ecuador, Osvaldo Hurtado, analizó la situación política y económica del país y la posible destitución del presidente Guillermo Lasso, a través del juicio político que se lleva adelante en la Asamblea Nacional. Si bien Hurtado reconoce que hay problemas que afectan al Ecuador, dice que no está de acuerdo con la afirmación de que “este es un Gobierno incompetente e incapaz de resolver los problemas del país”. Como ejemplos de la supuesta bonanza, sostiene que Ecuador “tiene la tasa de inflación más baja de América Latina”, y que el país tiene “un consumo y cantidad de depósitos en bancos y cooperativas que es sustancial, y demuestra que la gente no está mal”. Hurtado discrepa frontalmente con quienes sostienen que el país está mal. Dice el ex mandatario que, si fuera así, los supermercados, los estadios, las actividades de fin de semana «no estuvieran llenos». “El país está relativamente bien”, enfatiza Hurtado, con el modelo neoliberal impuesto por el presidente Lasso.
Como botón de muestra de coincidencia histórica del ideario personal de Hurtado con el Neoliberalismo, basta recordar la mediada típicamente neoliberal y privatizadora que aplicó durante su gobierno: la llamada sucretización de la deuda privada. La sucretización determinó que, a partir de 1983, la mayoría de la deuda externa del sector privado se convirtiera en forma indiscriminada deuda del sector público, es decir de toda la sociedad.
Hurtado en su momento argumentó que la incapacidad del sector privado para cancelar su deuda externa podía ocasionar la quiebra de importantes empresas que aportaban a la producción nacional y a las exportaciones, con la consiguiente pérdida de miles de puestos de trabajo, el agravamiento de los problemas sociales causados por la crisis y la multiplicación de la pobreza. Como el 65 por ciento de la deuda privada tenía aval bancario, por un monto que comprometía siete veces el patrimonio del sistema financiero, la quiebra de un número importante de empresas y personas podía acarrear el colapso de los bancos nacionales, al tornarse irrecuperables los créditos que habían concedido, lo que habría agravado la crisis económica e impedido que el programa de ajuste produjera los frutos esperados, buen ejemplo de lo cual es lo que, años más tarde, sucedió en 1999. Sucretización mediante la cual los créditos en dólares que había recibido el sector privado de la banca internacional se convertían en una deuda en sucres a pagarse al Banco Central, institución que a su vez se comprometía a cancelar las obligaciones en dólares que los particulares debían a los bancos del exterior, según las propias afirmaciones de Hurtado.
Si bien no se registran estudios sobre las pérdidas que la sucretización ocasionó al Banco Central a partir de 1994, año en el que el Estado reanudó los pagos de la deuda externa, pero debieron ser significativas en razón de que, para cancelar las obligaciones en ella originadas, dicha institución debió adquirir dólares a un tipo de cambio notablemente más alto, que en octubre de aquel año llegó a 2.033 sucres. No obstante, un estudio de Bayas y Somensatto, funcionarios del Banco Central, ofrece cifras sobre los resultados de la sucretización en los gobiernos de León Febres Cordero y Rodrigo Borja. Según las mismas, durante el gobierno de Febres Cordero, (1985-1988), las pérdidas del Banco Central representaron un promedio anual del 0.37% del PIB, y en el gobierno de Borja (1989-1992) una pérdida promedio de 0.15% del PIB.
Adicionalmente, Hurtado esgrimió argumentos políticos en favor de Lasso en la entrevista televisiva. El expresidente asegura que en este momento no conviene la muerte cruzada. «Lo que le conviene al país es la continuidad de un presidente que ya conoce las necesidades del país y pueda tomar las decisiones para resolver los problemas». Se olvida que la principal critica de quienes apoyaron a Lasso y votaron por su candidatura, hoy le censuran el incumplimiento absoluto de las promesas de campaña.
Desafortunadamente, dice Hurtado, “detrás de la posible destitución del presidente Lasso está una conspiración dirigida por el “dictador Correa”. El odioso ánimo anticorreísta de Hurtado le impide reconocer que Rafael Correa es un presidente cuyo movimiento político ganó 10 elecciones populares en el país y que fue electo dos veces a la Presidencia de la República.
Hurtado señala que está en desacuerdo con quienes «satanizan» la economía informal. Sostiene que esta permite a miles de ecuatorianos ganarse la vida y que «muchas veces trabajando en la calle ganan mucho más dinero que alguien que está empleado en un Ministerio de Estado”. ¿En qué país vive el señor Hurtado? ¿A qué se puede atribuir su miopía política que le impide ver con objetividad la realidad nacional del Ecuador?
Hurtado aseguró que, al Ecuador en los últimos siete meses, «le han caído las siete plagas de Egipto». Se refiere a las inundaciones, terremotos, deslizamientos, erupciones y señala que a todo eso se suma el caos político que provocaría la destitución del presidente de la República. El ex mandatario, Oswaldo Hurtado, olvido incluir una octava plaga: el Neoliberalismo que él defiende a ultranza, soslayando los propios fundamentos ideológicos de la tendencia democristiana donde milita. Con todo el derecho que le asiste al ex mandatario Oswaldo Hurtado a profesar la teología neoliberal, el país requiere otro tipo de análisis mediático, a fin de que las audiencias tengan garantía de su derecho a estar bien informadas.