“Vamos a dar batalla a aquellos que quieren violar la libertad de expresión”, advirtió el presidente Guillermo Lasso en cadena nacional el día del amor y la amistad. El mensaje nada amoroso y poco amistoso, insinuó una acción represiva contra quienes, según el presidente, abusan de la libertad de expresión.
Por un principio elemental de deontología periodística no existe libertad de expresión sin libertad de pensamiento; para verificar la libre expresión hay que concebir primero el libre razonamiento de ideologías, creencias, opiniones e informaciones. Así como es inconcebible que pueda existir abuso de la libertad, en tanto constituye un ejercicio de la comunicación en un país de convivencia y opción democrática como prerrogativa irrenunciable de los comunicadores e imperativo insoslayable de un gobierno en democracia.
Resulta, por decir lo menos, inquietante el mensaje presidencial en estas circunstancias nacionales al proferir una amenaza de tal naturaleza en contra de quienes ejercen la libertad de expresión, más aun frente al desgaste político de un gobierno que en su errático ejercicio en el poder ha permitido la desinstitucionalización del país, al punto que no se ve con nitidez cuáles son las instituciones que en la nación ecuatoriana garantizan la democracia plena, más allá de un remedo formal de la misma.
El anuncio lo hizo durante cadena nacional de un cuarto de hora, tiempo durante el cual las emprendió en contra del portal digital La Posta y del periodista Andersson Boscán, medio que ha difundido reportajes -con audios, documentos y un informe reservado de la Policía Nacional-, que involucrarían en irregularidades, y hasta un posible tráfico de influencias, en el sector público al empresario Rubén Chérrez, al cuñado del presidente, Danilo Carrera, así como a altos funcionarios del Ejecutivo.
“Aquí está un Gobierno serio, transparente y fuerte y vamos a dar batalla a aquellos que quieren violar la libertad de expresión y convertir a este país en un libertinaje de historias perversas y mal intencionadas para causarle daño a la democracia ecuatoriana”, enfatizó el presidente al finalizar su mensaje.
Libertad amenazada
Cabe enfatizar también que la libertad de expresión se la viola reprimiéndola, no ejerciéndola por un medio tradicional o alternativo de comunicación. Esta es una idea falaz que quiere posicionar el concepto de que la libertad de expresión tiene límites establecidos por y desde el poder, criterio inadmisible en aras de la libertad que debe prevalecer en función del derecho perenne de la ciudadanía y por sobre los intereses de un gobierno de turno transitorio.
Una de las revelaciones de prensa que más ardió el ánimo oficial se refiere a que, a través del ciudadano Rubén Chérrez, relacionado con Danilo Carrera, se habrían gestionado importantes cargos públicos, incluida una gestión que trató el ascenso del general de Policía en servicio pasivo Víctor Araus quien, en anterior declaración de prensa, admitió haberse reunido con Chérrez y Carrera, para analizar dicho ascenso. Al final del día 3 de agosto de 2021, el mandatario dio de baja a Víctor Araus, acción que reiteró en abril del 2022, luego de que el general presentó una acción de protección.
No obstante, que la nueva Ley de Comunicación fue promulgada por el presidente Lasso “para garantizar la libertad de expresión y la libertad de prensa”, el mandatario deja dudas con su declaración de ayer noche. Lasso que dice respetar a quien piensa diferente e incluso a aquellos que lo difaman, insinuó agotada su paciencia ante quienes esta vez, dijo, “se inventaron mentiras para denigrar al presidente y el Gobierno Nacional en una trama inexistente”.
El mayor riesgo de una democracia es aquel que pende de la paciencia personal de un mandatario que ve perder el control sobre sus acciones oficiales. La libertad de pensamiento, así como la libertad de expresión son prerrogativas contempladas en la Constitución de la República, en libre ejercicio ciudadano dentro de los linderos de una nación que se rige por un estado de Derecho y no por estado anímico de sus gobernantes.