El movimiento progresista ecuatoriano representado por las listas cinco recompone fuerzas luego del sonado triunfo electoral en los comicios seccionales. La tendencia que agrupa la Revolución Ciudadana muestra un reposicionamiento político luego de obtener 9 prefecturas y 50 alcaldías a nivel nacional. Los resultados más sonados del progresismo tienen lugar en las provincias de Pichincha, Guayas y Manabí, sin dejar de lado la importante victoria en Azuay, que lo configura como la primera fuerza política del país con importante presencia en las tres ciudades de mayor población y polos de desarrollo nacional: Quito, Guayaquil y Cuenca.
En al ámbito de la Consulta Popular triunfa el NO en las ocho preguntas, a medida que los escrutinios revelan nuevas cifras. El resultado del referendo refleja la falta de credibilidad en el régimen, una clara percepción de que las cuestiones planteadas no resuelve los problemas que decían resolver y que en el fondo del tema el interés del gobierno -principal motivo de la consulta-, es mantener un manejo en el proceso de designación de las autoridades de control (Contralor, las Superintendencias y los miembros del Consejo Nacional Electoral y el Consejo de la Judicatura), para asegurar menor fiscalización al régimen.
El resultado de la consulta determina que la designación de autoridades de control continuará en manos del CPCCS que ahora, según resultados electorales, quedaría conformado por siete miembros que serían Augusto Verduga, Alembert Vera y Andrés Fantoni, los dos primeros de tendencia correísta y el tercero socialcristiano; y tres mujeres: Yadira Saltos, ligada al correísmo. Mishelle Calvache, independiente, y Nicole Bonifaz, socialcristiana. El régimen podría poner al séptimo consejero.
Factores decisivos
Los factores influyentes en la recomposición del correísmo y la debilitación del régimen, se explican por algunos hechos. La tendencia correísta esta vez puso en un saludable segundo plano al líder ausente, dando lugar a decisiones locales en base a una lectura de los hechos que sucedían en territorio, lo cual permitió sopesar la realidad de primera mano y tomar acciones pertinentes. La política no es un bien fácilmente heredable, existe la influencia del líder a través del diseño de una línea política, sin embargo, la concreción de esa línea ya depende de la militancia en acción territorial. En esa gestión el movimiento Revolución Ciudadana mostró esmero en un activismo antigubernamental, promoviendo soluciones apegadas a la realidad vivida por los ecuatorianos. Las cosas que suceden en política no son gratuitas, tienen un costo a favor cuando se obtiene el triunfo y uno en contra con la derrota. La diferencia está dada por el trabajo militante.
La política nacional no ha sucedido como esperaba el régimen, el partido de gobierno- Creo-, luego de perder toda representatividad quedó al margen del tablero político. Las causas saltan a la vista. El gobierno nunca tuvo una política propia, sino que siguió a ultranza las recetas fondomonetaristas que han mostrado su fracaso en diversos países de la región. Los asesores presidenciales no tienen personalidad suficiente para influir en el mandatario y hacerle corregir errores, se mantienen obsecuentes y esa no es la función de un asesor. Lasso, por su parte, no delega e impone sus criterios amparados en una restringida intuición, tamizada por cierta arrogancia que le impide lograr acuerdos con terceros.
En otro andarivel, el pueblo llano vive sus propias experiencias de exclusión, rezago, indefensión frente a la crisis caracterizada por la falta de empleo, estancamiento económico, ausencia de políticas sociales en salud, educación, seguridad, entre otros aspectos vitales.
Estos factores fueron distanciando al gobernante de sus gobernados y cerrando puertas de diálogo con sus interlocutores, lo que se tradujo en un desencuentro marcado por la ingobernabilidad. El gobierno llegó a perder contacto positivo con sus propios partidarios empresariales que, desde hace un tiempo, vienen haciendo observaciones a la gestión oficial sin ser debidamente escuchados. Por su parte, una prensa obsecuente hizo un flaco favor al régimen asintiendo sus acciones y guardándole las espaldas frente a sus errores; cuando algunos medios informativos reaccionaron críticamente, ya fue tarde.
Con los medios de prensa el régimen no mantiene relaciones consistentes, cierto es que deja hacer con relativa libertad informativa, pero no tiene un diálogo sustancial, sincero y orientador. El Ejecutivo utiliza a los medios como un recurso propagandístico, y realiza cadenas oficiales con tono sentencioso que generan rechazo en la población. En tanto, la denuncia de corrupción oficial hecha por un medio alternativo como La Posta, introdujo un elemento cualitativo que probablemente hizo variar la perspectiva electoral en contra del régimen. La ciudadanía logró asociar gobierno, corrupción y Consulta Popular, y reafirmó su decisión de rechazo como una forma de castigo en las urnas.
Los resultados de las elecciones seccionales, miembros del CPCCS y Referendo marca una recomposición del progresismo y un debilitamiento del régimen. El presidente Lasso, reaccionando a la zaga de los acontecimientos, llamó a un tardío e inoficioso acuerdo en tono conciliador. “Este presidente acoge ese llamado y convoca a toda la dirigencia nacional a construir un gran acuerdo nacional” (…) con la certeza que las fuerzas políticas democráticas tienen que aportar su mirada en ese proceso”.
El llamado suena a predica en el desierto, en tanto, con todos los factores de gobernanza en contra el régimen se apresta a sobrevivir lo que le resta de gobierno.