Como en la novela de Gabriel García Márquez, todo patriarca tiene su otoño. El otoño de una florida existencia en la que el personaje se va quedando solo. Una fábula sobre la soledad del poder que rememora el solipsismo del mandatario ecuatoriano, sujeto que no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia. Como en el patriarca de la novela de García Márquez, en sus palabras siempre hay otra verdad detrás de la verdad. Por sobre la realidad, el presidente ecuatoriano soslaya los hechos que vinculan, según denuncias, a su gobierno con una red de corrupción en el sector público energético -eléctrico y petrolífero- del país, para esbozar un panorama disociado de los hechos.
En últimas declaraciones de prensa, el presidente Lasso insiste en que no existe una estructura criminal en su gobierno. “Lo que existe es un presunto acto de corrupción de un funcionario”, reconoció. Y agregó que las denuncias de una estructura criminal en el régimen se explican por “la lucha de grupos de poderes mafiosos que quieren tener espacio en el gobierno”. Acerca de las vinculaciones de su cuñado Danilo Carrera con la trama de corrupción descartó esa posibilidad, no obstante, dijo “que él asuma sus responsabilidades (…) mi obligación es defender la integridad de mi gobierno”.
Respecto de Hernán Luque, funcionario puesto por Lasso en el sector público como su delegado ante el Directorio de la Empresa Coordinadora de Empresas Públicas (EMCO), entre julio de 2021 y noviembre de 2022, el mandatario señaló que en octubre de 2022 le pidió la renuncia porque “no sentía confianza en él”, y que “traicionó la confianza que depositó en él”. El presidente afirmó que pidió la renuncia a Luque “por su torpeza”, y la posibilidad de que “sucumba en las tentaciones de dinero mal habido (…) porque es torpe”. Como en la novela del patriarca, en el gobierno de Lasso la corrupción campea en su “mecedor de madre, decrepita, pero con el alma entera”.
En esta brega Lasso se ha ido quedando solo. En las últimas horas renunció a su cargo, Luis Verdesoto, Secretario Anticorrupción, luego de entregar un informe sobre los escenarios de corrupción en la Empresa Coordinadora de Empresas Públicas (EMCO). El funcionario señala algunas hipótesis acerca de la existencia de escenarios de corrupción en las empresas del Estado Flopec, Celec, CNEL y Petroecuador: Franquicia y entrega de control a cambio de retribuciones. Compensaciones o adopción de decisiones sin fundamento técnico. Direccionamiento de los términos de referencia para las contrataciones. Competencia coludida o arreglo corrupto entre oferentes para fingir competencia. Grupo corrupto, rotación de grupos articulados. Lavado de activos mediante contratación pública. Conflicto interempresarial entre Flopec y Petroecuador. Terminado el informe, Verdesoto renunció al cargo.
Mientras esto ocurre en el círculo más cercano al presidente Lasso, la ciudadanía le da la espalda y no cree en él. Ya en octubre de 2022 Guillermo Lasso era el peor calificado de América Latina. El presidente ecuatoriano ocupa el último lugar de aprobación de mandatarios latinoamericanos, según informe de @cidgallup. Lasso tiene la calificación de desempeño más baja, con el 17%.
¿Qué sucedió al patriarca?
La respuesta está en la impronta presidencial que se fue impregnando en la existencia de un personaje que se labró a sí mismo. El propio Guillermo Lasso, se describe como un hombre que «la vida lo ha hecho liberal”, que no se ubica en ninguna ideología, sino que cree en las «buenas ideas». De formación empírica no accedió a una educación superior y fue acuñando un pragmatismo ramplón en los negocios, motivado por su instinto de ganar o ganar en el frío e impersonal mundo del dinero. Comenzó a los quince años trabajando, medio tiempo, en la Bolsa de Guayaquil y Casa Möeller Martínez, como auxiliar de cobranzas. A sus dieciséis años, trabajó en la financiera Cofiec, y luego, en Finansa, en Quito. A sus veintidós años fue gerente de ProCrédito, empresa que representaba en Ecuador a la financiera FeCrédito, fundada en Panamá por su cuñado Danilo Carrera. Cuando se fusionan ambas empresas se crea Finansur, y Lasso ocupa la vicepresidencia ejecutiva. Posteriormente, fue nombrado presidente ejecutivo de Finansur, y tras la fusión de Finansur con el Banco de Guayaquil, en 1989, ocupa la vicepresidencia ejecutiva y la gerencia general del banco.
Cuando hoy su mentor, Danilo Carrera, está en entredicho y sus colaboradores le fallaron, Lasso no muestra estatura intelectual de quien identifica los desvaríos de sus adláteres. Será acaso por eso que en la administración pública la falta de visión presidencial no le deja ver la realidad y toca negarla a cualquier precio, incluso, en la soledad del poder.
Acaso nuestro presidente en el yermo territorio del poder, se reconozca, como el patriarca cuando en su otoño refunfuña: “esta patria que no escogí por mi voluntad, sino que me la dieron hecha como usted la ha visto que es como ha sido desde siempre con este sentimiento de irrealidad, con este olor a mierda, con esta gente sin historia que no cree en nada más que en la vida, esta es la patria que me impusieron sin preguntarme…”