Tampoco hay necesariamente infierno, porque la postura acomodaticia del pragmatismo practicado por los partidos criollos les permite sobrevivir en el limbo político, cuyos únicos requisitos son el oportunismo, la demagogia y la defección. Desvalores de la política que practican sin rubor ni temor, convirtiendo a la militancia en un espacio de prebendas personales, privilegios e inmunidad política, como suele ser el caso de asambleístas que bambolean de izquierda a derecha.
El vaivén se explica por la ausencia de una postura ideológica definida, bajo la convicción de postulados filosóficos y epistemológicos que permiten una visión del mundo y de la realidad nacional. Sin teoría no hay práctica, reza un clásico principio político, caso contrario, hay el pragmatismo que no es una virtud sino está orientado por una visión teórica. Las convicciones políticas, entendidas como cultura mediante la cual el individuo militante concibe cómo organizar la sociedad conforme los lineamientos ideológicos de su organización partidista son, precisamente, los fundamentos racionales que permiten una práctica política consecuente. No es solo la moral, entendida como un deber ser, no es solo el subjetivismo lo que permite una práctica política coherente, son las ideas. Ideario que forma parte de las concepciones filosóficas, metodológicas y éticas de las grandes corrientes del pensamiento universal. Si no se realiza una elemental lectura de los libros y documentos que lo contienen, será imposible interiorizarse de sus contenidos. La ignorancia, madre de toda incultura política, va de la mano de la carencia de lectura, más aún cuando se pretende reemplazar el estudio o la lectura de libros, con la consulta facilista del Google o la aceptación acrítica de Fakenews que inundan las redes sociales. Un dato de la UNESCO mencionó hace algún tiempo que en Ecuador se lee un promedio de medio libro al año por habitante. Habría que establecer el promedio de lectura anual de nuestros políticos.
No obstante, -sucede en este país que no lee-, al parecer, la derecha política no ha leído a los clásicos del liberalismo europeo y las izquierdas no han leído a Marx y a Lenin, entre otros clásicos del pensamiento social. Con la salvedad que a la derecha solo le basta el instinto de clase para defender sus intereses, solo el arribismo social para coincidir con los caudillos de la burguesía; en cambio, la izquierda necesita sensibilidad social y estudio para una práctica política consecuente. El ciudadano que adhiere a la derecha solo tiene que seguir la tradición política impuesta desde la familia, la escuela o la iglesia. El militante de izquierda -sobre todo si proviene de la pequeña burguesía- debe renunciar a sus privilegios y asumir como suyas las necesidades ajenas de los desfavorecidos.
La clase obrera es el único contingente social que requiere el cambio estructural que genera la revolución social. Será por eso que la defección política, la felonía y la inconsecuencia tiene lugar preferentemente en las capas sociales medias, a las cuales el cambio social no le es imperativo. Las crisis políticas suelen ocurrir con frecuencia en la socialdemocracia que, históricamente, ha adoptado posiciones políticas de izquierda y de derecha. En el país la tendencia no es una excepción. Diversos asuntos coyunturales y temas que exigen una definición han dividido a su militancia provocando cismas y crisis orgánicas.
El caso criollo
La Izquierda Democrática (ID) en Ecuador, organización que profesa los postulados de la socialdemocracia internacional, ha protagonizado diversas crisis: la primera de los últimos tiempos tuvo lugar en enero de 2022, cuando un proyecto de ley del aborto por violación dejó en evidencia las posturas divididas de sus militantes, asambleístas y líderes. Un informe de mayoría que permitía la interrupción del embarazo en un plazo máximo entre 20 y 22 semanas, frente al que debieron pronunciarse, destapó los desacuerdos. Acaso porque no se tenía una firme posición ideológica partidista sobre el tema, primó la moralina personal y el prejuicio religioso que se tradujo en una postura tibia de Xavier Hervas y el apoyo contra los derechos de la mujer al informe de minoría por los legisladores Dalton Bacigalupo, Marcos Molina y Rodrigo Fajardo. Las generaciones jóvenes del partido cuestionaron el abandono de la postura orgánica de la ID en favor del aborto. La crisis de enero trajo cola y en abril de 2022, fueron expulsados del partido los asambleístas Alejandro Jaramillo y Johanna Moreira, por “actuar contra los principios de la organización política”, desobedeciendo resoluciones de bloque en la Ley del aborto y la remoción de Guadalupe Llori como presidenta de la Asamblea. La crisis interna de la ID estaba en marcha en mayo con la existencia de la llamada “ala rebelde” en la que, al menos, un tercio del bloque socialdemócrata asumió una postura crítica frente al gobierno de Lasso, en tanto, la mayoría parlamentaria sostuvo una conducta obsecuente con el régimen. Al mes siguiente, el paro de junio organizado por el movimiento indígena y la “conmoción social” dio lugar a que la Asamblea Nacional se pronuncie por la destitución del presidente Lasso. La ID nuevamente actuó dividida, con cinco asambleístas que apoyaron la muerte cruzada frente a 10 que mantuvieron a Lasso en la presidencia.
Hoy cuando el país exige definiciones, la ID nuevamente acusa una crisis que se refleja en la separación de sus filas de los asambleístas Marlon Cadena, Rodrigo Fajardo y Yeseña Guamaní. Un escueto comunicado señala que los tres asambleístas ya no son parte del bloque legislativo partidista por no acatar “las leyes del Consejo Ejecutivo Nacional como máximo órgano de decisión del Partido”; adicionalmente, con posibilidad de adoptar acciones disciplinarias y legales pertinentes contra los miembros de la ID ante los organismos de control y la Fiscalía General del Estado e “iniciar con los procesos a quienes se han tomado atribuciones ilegítimas de representación de la ID y que han usado la identidad y los símbolos de la organización a título individual o colectivo”. El comunicado incluye un tips: “ejercer una oposición responsable, coherente y clara en defensa de la institucionalidad, estabilidad democrática los derechos de la mayoría, la reactivación económica para garantizar empleo y la transparencia en la toma de decisiones desde el legislativo”. A renglón seguido, Marlon Cadena renunció a la coordinación de bancada legislativa, con el siguiente argumento: “Es de público y notorio conocimiento la crisis interna por la que atraviesa nuestro Partido es por ello que se hace necesario sumar visiones (…) por lo expuesto me permito presentar mi renuncia al cargo de Coordinador de Bancada Legislativa de la Izquierda Democrática”.
Los ecuatorianos nos preguntamos: cómo pretenden -ciertos políticos- dirigir, legislar o ejercer justicia social en el país, cuando no tienen la capacidad de mantener consecuencia consigo mismo. Sin ideología consciente, no hay compromiso político consecuente.