Siempre se ha dicho que pasará un camello por el ojo de una aguja antes que un rico entre en el reino de los cielos. Con esta máxima la Iglesia católica -un sector de ella-, se ha definido solidariamente por apoyar la lucha de los pobres.
El sacerdote Edison Sotomayor, párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de la Paz, arquidiócesis de Quito, practicando este principio cristiano con los pobres del país decidió su suerte echar. Con formación académica en Psicología Educativa por la Universidad Politécnica Salesiana, se desempeñó como profesor en la Unidad Educativa Comunitaria Intercultural Bilingüe Jatari Unancha en Zumbagua, Cotopaxi. Se ordenó sacerdote y hoy es el párroco de una Iglesia ubicada en un sector pudiente de la capital, no obstante, profesa los principios de la Teología de la Liberación, marco teórico de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. En su práctica pastoral ha participado solidariamente junto al movimiento indígena en las movilizaciones del 2019 y del 2022, experiencia que, según señala, ha enriquecido su vida dándole un sentido cristiano junto a los más humildes. La periodista María Elena Aguirre nos puso en contacto con el padre Sotomayor con quien sostuvimos un diálogo franco y, por lo mismo, revelador.
LA MOVILIZACION SOCIAL
L.Parrini: Usted tuvo una activa participación en las movilizaciones indígenas de octubre del 2019 y junio de 2022, cuéntenos cómo se desarrollaron los hechos.
La primera vez en 2019 yo estaba trabajando en la Pastoral social Caritas de la Arquidiócesis de Quito como director y teníamos de arzobispo a Alfredo José Espinoza Mateos salesiano. Yo pensaba que por ser salesiano él iba a tener más inclinación por las cuestiones sociales. Los indígenas se hospedaros en la CCE y en U. Salesiana y establecimos contactos directos con los que les albergaban en la PUCE y a través de las parroquias hicimos una buena labor para conseguir víveres, ropa, medicina, nos enviaban listas de lo que necesitaban. A veces había algunos heridos y pedían gasas, alcohol, tratamos de ayudar en lo que más se podía y estar ahí conociendo la realidad de las personas. Lo interesante de los indígenas es que están felices con lo poco o nada que tengan, no están preocupados de las cosas materiales. La segunda vez ahora en junio fue más complicado porque es mi impresión, creo que nuestra Iglesia estuvo o está casándose con este gobierno que es de derecha muy alineado con el Opus Dei que es una línea de la Iglesia que tiene su orientación bien definida. Los medios se encargaron en crear en nosotros los habitantes de Quito una especie de resistencia ante los movimientos sociales de indígenas, salieron con discursos como que los quiteños de bien hacen respetar a la ciudad y cosas por el estilo en una discriminación total. A Dios gracia la Universidad Central se lanzó de una y albergó a los indígenas y a los pocos días nosotros también por decisión de las autoridades universitarias no tanto por autoridades religiosas de Quito. Yo sentía la necesidad de abrir las puertas y entregar víveres. Teníamos víveres, comida caliente y entregamos en un alberge de indigentes. Reunimos arroz, azúcar, medicamentos y mascarillas yo envié ese mensaje a un chat que tenemos en la parroquia y no hubo respuesta entonces dije la cosa no está tan buena. Los feligreses de la zona donde estamos crearon una resistencia total de ayudar a los indígenas. Compramos algunas cosas y entregamos en la casa de la Madres Lauritas que son un grupo de religiosas que se solidarizaron con el movimiento indígena.
L.P.: ¿De dónde nace este vínculo de algunos sectores de la Iglesia con el movimiento indígena orgánico de la Conaie?
Históricamente desde siempre, porque se supone que como Iglesia tenemos esta opción preferencial por los pobres. También hay este vínculo en la diocesis de Riobamba, a través de monseñor Leonidas Proaño que ayudó a entender que los indígenas son personas y son hijos de Dios y tienen derechos humanos. En la provincia del Cotopaxi se da este vínculo por los salesianos que tuvieron pastoral en la provincia, especialmente en Zumbagua y Pujilí, y mantuvieron la Unidad Educativa Comunitaria Intercultural Bilingüe Jatari Unancha, para toda la comunidad indígena. Nosotros realizamos labor extensora y los salesianos nos ofrecían sus pastorales o acción social para hacer nuestra experiencia profesional y decidí trabajar en ese colegio como profesor. La vinculación de los indígenas con los salesianos es a través de la educación formal y la posibilidad que dieron a los indígenas a estudiar. Leonidas Iza, presidente de la Conaie y Jorge Guamán, prefecto del Cotopaxi, dos grandes dirigentes indígenas, se prepararon allí e Hilda Chaluisa de Cotopaxi que fue directora provincial de Educación Intercultural Bilingüe. Así se dieron las condiciones históricas para estos vínculos culturales y políticos.
L.P.: ¿Usted considera que la Iglesia debe jugar ese papel mediador o debe tomar partido por alguna de las partes del conflicto social?
Si deberíamos tomar partido, deberíamos hacerlo por los que más necesitan, eso el mismo Jesucristo dijo. Él no vino por los justos sino por los pecadores. La Iglesia latinoamericana, después del Concilio Vaticano II, tomó opción por los pobres y eso debemos hacer: tomar partido por los que más necesitan. Hoy el Papa Francisco habla del cuidado de los más débiles que son los pobres. La Iglesia habla de la subsidiariedad, de la solidaridad que me da la impresión que a nuestros católicos le suena a política, a ideas rojas, a comunistas, cuando es lo más cercano de lo que Dios mismo quiere: la solidaridad, que no es nada más que compartir con aquel que mas necesita y la subsidiariedad, que supone que al que menos tiene hay que darle más para que trate de igualarse la sociedad. Todavía la Iglesia tiene credibilidad aun en medio de las disputas que estamos experimentando con el tema de los abusos. En Quito están las hermanas Lauritas, los jesuitas en Chimborazo son fuertes en el trabajo con indígenas, los Salesianos tienen su servicio pastoral en la Amazonía, los Josefinos, Dominicos, Capuchinos son los que llevan las misiones en el Oriente. La Iglesia tiene que estar al servicio de todos, pero hay que preferir a los pobres.
L.P.: ¿Cómo ve usted el resultadlo de la mediación de la Iglesia católica, le parece que fue un diálogo sincero de las partes, se está cumpliendo con los acuerdos, la Iglesia pudo controlar ese cumplimiento?
Yo creo que por haberse puesto en este rol -más que la Iglesia, la dirigencia eclesiástica- si tiene que responder en algún momento de esta mediación o debería estar atenta a que la mediación se cumpla, o habrá hecho un rol solo para que algunos medios feliciten. No pues, la mediación debe dejar contento a todos y todo marche por buen camino y si se puso de mediadora la iglesia, su dirigencia de la Conferencia Episcopal en nombre de la Iglesia, creo que tiene que dar una respuesta histórica después de un tiempo y tendría que continuar vigilante, observando y llamando la atención a unos y a otros.
L.P.: ¿La iglesia aportó con una metodología técnica para el diálogo?
Yo si pensé que la mediación debería haber tenido todo un proceso y unos lineamientos que seguir…
L.P.: ¿No los tuvo?
Me parece que fueron aprendiendo en el camino. La Iglesia tuvo la buena intención de ayudar porque tenía las dos posiciones del conflicto que sentían a la Iglesia como mediadora.
L.P.: ¿La Iglesia tiene experiencia en mediar en otros conflictos?
En otros lados creo que sí, pero sí debería nutrirse más del tema de cómo mediar en conflictos, porque eso debe tener una metodología, no es solo cuestión de voluntad y oración que es lo que más hemos hecho nosotros, pero hay para tomar decisiones debe haber metodología. En eso me parece que la Iglesia estuvo aprendiendo poco a poco en el camino, y se cayó con los indígenas y se dio cuenta de sus errores y volvió a ser mediadora, pienso que está en ese camino de aprendizaje. La iglesia sí debería especializarse o, por lo menos, preocuparse de aprender más sobre el tema mediación, capaz deberíamos tener como Iglesia también un equipo profesional de mediadores. Pastoralmente hay, pero no es lo mismo pastoral que políticamente. Necesitamos personas profesionales si hemos tomado este camino de la mediación.
M.E. Aguirre: Estamos viviendo casi una época apocalíptica ¿cómo se va a preparar la Iglesia para estas épocas de conflictos preapocalípticos y para enfrentar el racismo y el odio al indígena?
Yo no le veo al apocalipsis como una cuestión de final y de terror sino de esperanza. fue escrito a los cristianos que eran perseguidos para que no pierdan el ánimo de la persecución y si los matan la gloria de Dios está llegando a ellos también. No hay que sufrir, pero la situación mundial está bastante loca. La Iglesia da esperanza, pero lamentablemente dentro de la Iglesia hay muchos sacerdotes que están a favor de lo que está sucediendo otros no estamos tan a favor y nos da un poco de temor decir algo porque podemos ser atacados también nosotros. Creo que debeos empezar a pensar en el proceso de reconciliación en el país porque no está bien que unos sean buenos y otros sean malos y eso no es verdad. En el mundo del periodismo se están dejando conquistar por los intereses económicos, están transmitiendo mucho esto. Somos una sociedad dividida entre blancos e indígenas, entre buenos y malos y se nos dice que los blancos son los buenos y los indígenas son los malos. Polarizar tanto a la sociedad es un peligro porque no es verdad, hay de todo en todos lados. Nos falta trabajar en las bases, que los sacerdotes den mensajes en los grupos y mirarnos nuevamente como hermanos. Todos los supuestos malos -indígenas, trabajadores, empleados- son culpables de todos los males. En 21 días de paro el país, dicen que se fue al suelo, pero en un año y medio de gobierno se ha ido peor, qué raro, ¿tanta fuerza tiene el indigenado? qué raro. Creo que debemos trabajar en las bases como Iglesia, y así como mediamos en lo político, deberíamos tratar de mediar en lo social, en lo espiritual y hablar de reencuentro. Hoy día tenemos una gran oportunidad, porque el Papa Francisco introdujo la VI Jornada Mundial de los Pobres el único propósito es que veamos a los pobres como hermanos nuestros porque también son hijos de Dios y necesitan de nuestra ayuda. Después de Caritas seguimos siendo muy asistencialistas, la Iglesia debería preocuparse de cómo volvernos a sentirnos herma nos entre nosotros y no solo de los conflictos, cómo vivir en paz. Sí creo que nos hace falta como Iglesia ser más auténticamente católicos, poner en practica una regla de oro que dice Jesucristo: tratemos a los demás como queremos que nos traten a nosotros.
TEOLOGíA DE LA LIBERACIÓN
L.P.: La Iglesia en ciertos casos juega un rol en la sociedad capitalista como defensora de los pobres y surge la Teología de la liberación y comienzan a haber exponentes como el sacerdote Arnulfo Romero, que fue asesinado en San Salvador, usted como su seguidor háblenos de él.
Monseñor Romero era muy tímido, muy silencioso y estratégicamente lo pusieron de Obispo pensado que él iba a dejar que las cosas estén tranquilas y no iba a levantar la voz por su carácter. Él era muy amigo de Rutilio Grande, jesuita preocupado por el tema social y trabajaba en San Salvador con comunidades de base que es parte de la práctica de la Teología de la Liberación. Rutilio estaba permanente preocupado por la situación de los catequistas comprometidos, la gente de la Iglesia que está haciendo asesinada, porque en nombre de Jesucristo está diciendo que lo que está haciendo el gobierno salvadoreño no esta bien y el. régimen los silenciaba con la muerte. El padre Rutilio Grande fue asesinado y fue antes y un después de Monseñor Romero que con la muerte de su amigo asume la lucha contra el régimen y sus homilías comienzan a ser escuchadas en todo el país, lo pobres se informaban de lo que estaba sucediendo, a través de lo que decía el sacerdote Romero sobre la persecución a los comprometidos en la lucha por los derechos de los pobres. Después del Concilio Vaticano II un grupo de sacerdotes firmó el Pacto de las Catacumbas -entre ellos Leonidas Proaño- y allí hacen una declaración de ser pobres y vivir con los pobres. El señor Oscar Romero decía las cosas frontalmente y eso le generó el odio del régimen salvadoreño que, al final, un día que estaba celebrando la eucaristía en un hospital le alcanzó un balazo asesino y murió. ciertamente él es un mártir de todo este proceso de que la Iglesia en El Salvador sea una organización muy cercana a los pobres y exigiendo que los derechos de los pobres sean respetados. Romero fue canonizado, es un icono de la práctica de la Teología de la Liberación.
L.P.: En la actualidad la lucha social es cultural, y de alguna forma la Iglesia la ha asumido, ¿Qué tan vigente están en esta sociedad los principios de la Teología de la Liberación?
En la Iglesia universal están muy vigentes los principios de esa Teología, porque el Papa Francisco proviene de una teología relacionada con la Liberación que se llama Teología del Pueblo en Argentina que es la parte menos conflictiva que se preocupa de lo cultura y habla del “pueblo de Dios”. Con el Papa Francisco la Teología de la Liberación parecería ser que tiene más vigencia, aunque da miedo todavía pronunciar esas palabras porque para muchos sobre todo para los círculos de derecha política es como que el demonio hizo su nido en la tierra, especialmente en América Latina. Entonces, hablar de esos términos es un poco complejo, pero se puede hablar en otros términos de Teología del pueblo, la acción preferencial por los pobres, la solidaridad, la subsidiariedad. El método pastoral de la Teología de la Liberación que se lleva en América Latina es “Ver, Juzgar y Actuar”. Ver la realidad con los ojos de Dios, luego juzgar esta realidad con la palabra de Dios (que dice Jesús en esta realidad que estamos viviendo que es de dolor y de muerte) y actuar para cambiar esta situación: Qué hay que hacer para transformar la realidad que estamos viviendo. Luego se agrega otra parte que es Celebrar que es propio de los latinoamericanos., es decir, está muy vigente la Teología de la Liberación, al menos en la región. Pero tiene mucha fuerza otra teología más espiritualista, más intimista recogida en sí misma. Hay mucha gente que quiere hacer algo por los pobres, pero quiere ser solo su benefactor, no quiere reconocer que le devuelvan los derechos. Mucha gente quiere dar comida y ropa para que le regalemos, pero no hay conciencia para que hagamos algo para defender los derechos de los pobres. Cuando digo que hay que ayudar a los pobres me dicen que soy santo, pero cuando digo por qué hay pobres me dicen comunista. Queremos ayudar, pero cuando nos toca involucrar más, no queremos porque queremos seguir conservando privilegios como sociedad y como Iglesia. Los principios de la Teología de la Liberación están más vigentes por los escritos y por las palabras del Papa Francisco. Ahora mismo estamos en un camino sinodal en la Iglesia, y este camino habla de que es de derechos. Los laicos y los católicos tienen derecho a opinar sobre el caminar de la Iglesia. Dios sigue hablando a su pueblo y el pueblo que dice cómo quiere Dios que actuemos como Iglesia. Esto es propio de una Iglesia más abierta y dispuesta a escuchar y sentir no solo lo que nos dicen los pastores, sino que dice el Espíritu a todos.
En esto de “ver, juzgar y actuar” háganos un diagnóstico del país, ¿qué pasa en Ecuador?
Vemos un país dividido, un país muy polarizado, un país en el que la fraternidad queda en grupos reducidos, y queremos vivir una fraternidad universal. Hay muchas otras cosas, la situación económica, hay gente sin trabajo, familias destrozadas por la migración a causa de la pobreza, hay jóvenes que están metidos en drogas y pandillas en las cárceles, a causa de la mala distribución de los bienes, no hay seguridad social para todos, no hay salud ni medicinas, los pobres están condenados a morir en cualquier momento y por cualquier razón por las enfermedades más simples, pero por no tener recursos están condenados a desaparecer. Entonces viendo esa realidad es una realidad casi apocalíptica. Juzgar es percibir qué dice Dios y en base a esa palabra qué es lo que deberíamos hacer. Jesús camina con los enfermos y con los pobres y se hace uno de ellos, el mismo hecho de haberse encarnado, bajar del cielo y haberse hecho hombre, perdió todos sus derechos por amor. Nosotros como cristianos deberíamos hacer este mismo camino de Jesucristo, bajarnos de nuestra situación cómoda para sentir la necesidad de otros, deberíamos pensar como los pobres y vivir como los pobres. No buscar los bienes de este mundo, sino cómo redistribuir más bien las cosas. Dios quiere para nosotros que seamos una sociedad más fraterna, más solidaria justa, una sociedad en la cual se devuelvan derechos a tantas personas o, por los menos, se les dé derechos a tantas otras que no los han tenido. Y actuar para que se de el cambio. Como Iglesia debemos dejar de ser tan asistencialistas y actuar más en derechos, intervenir también en política desde nuestra doctrina social. Los laicos tendrán un papel más activo en la Asamblea en cuanto a la educación para todos, pero obviamente, esto quiere decir preferencialmente para los más pobres. Aquí no me salvo solo. El día en que entendamos que la salvación no es individual, sino total vamos a estar más pendientes para que los otros se salven y yo me salve con ellos en base a una reconstrucción de la sociedad.
M.E.A.: Me impacta como mujer que cada 32 minutos haya un femicidio ¿cómo puede haber alegría si existe tanta violencia contra las mujeres?
Es una cuestión de principos, primero humanos y después cristianos. Creo que nosotros católicos debemos tener mayor responsabilidad porque somos ciudadanos y como tales tenemos leyes que cumplir y a parte somos cristianos y tenemos una norma más cumplir, una ley de amor, lamentablemente las personas se acaban unos contra los otros y hay los más vulnerables, los pobres, los niños, los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los discapacitados, los que no tienen trabajo. Nuestra Iglesia cada vez es mas femenina, hay muchas más religiosas que de curas, hay mucha más presencia de mujeres en los templos. La Iglesia en la actualidad se está preocupando mucho por ellas por su atención especial, pero toca seguir trabajando mucho más, hay albergues para mujeres en situación vulnerable.
L.P.: ¿Qué papel le asigna usted a la comunicación y en particular a la comunicación cristiana?
Nosotros tenemos en la Iglesia católica una Jornada mundial por las Comunicaciones Sociales, el 24 de febrero. Cada año hay un mensaje papal que se envía para los comunicadores en general. Hace 56 años se viene realizando esta jornada de comunicación, el año pasado reflexionamos sobre la necesidad de Ir y Ver para conocer la realidad y poder contarla a partir de los acontecimientos y del encuentro con las personas, no por lo que me han dicho, sino por lo que yo he visto. Este año deseamos centrar la atención sobre otro verbo que es Escuchar y que es decisivo en la gramática de la comunicación, sino condición para un dialogo auténtico. Los comunicadores deben aprende a escuchar, solo oímos y no escuchamos con el corazón, sentir lo que siente el otro, y por eso su dolor es mi dolor y su alegría es mi alegría, su esperanza es mi esperanza, su angustia es mi angustia.