Lo que se veía venir la guerra entre organizaciones del narcotráfico se trasladó a las calles con ataques a instalaciones del Estado. En las últimas horas 10 atentados callejeros con explosivos se evidenciaron en las ciudades de Guayaquil y Esmeraldas con ataques directos a blancos selectivos de infraestructura estatal y privada como UVC de a policía y estaciones de gasolinas. El propósito es crear un clima de terror citadino y aumentar la sensación de inseguridad y control de las calles por parte de las organizaciones criminales.
El gobierno señala que esto ocurre en respuesta al impacto de la acción gubernamental en la detección captura e incautación de droga a las bandas organizadas. De ser así, el Estado debió prever esta respuesta delictiva y tratar de neutralizarla, pero no se observa esta acción y lo que se percibe es que el narcotráfico gana terreno e incrementa la audacia en sus acciones contra el Estado. Esta dinámica trasladó la guerra desde el interior de las cárceles controladas por las bandas narcotraficantes a las calles de diversas ciudades con ataques de objetivos específicos.
Los atentados en Esmeraldas y Guayaquil son similares a los atentados que tuvieron lugar en Colombia en los años noventa durante el enfrentamiento del Estado con la delincuencia para evitar la extradición de narcotraficantes a los EEUU. En Colombia el narcotráfico mató a más de 300 policías principalmente en Medellín.
Las autoridades anunciaron la detención en la últimas horas de sujetos portando 108 fusiles en Santo Domingo de los Tsáchilas. En tanto, expertos en seguridad sostienen que la actividad delincuencial del narcotráfico irá en aumento de no implementarse, al menos, 4 líneas de acción relacionadas con inteligencia para saber qué tipo de organizaciones son las que enfrenta la policía, disponer de pruebas y realizar las detenciones pertinentes. Además de ubicar a los burócratas estatales y privados vinculados con las mafias y trabajar con la ciudadanía para contrarrestar la delincuencia.
Los analistas manifiestan que las acciones puntuales que no correspondan a un plan global -como es el caso de los estados de excepción-, no dan los resultados esperados. Es preciso utilizar todos los instrumentos que tenga el Estado a disposición, en cuanto a fuerza, pero es necesario ordenar medidas de excepción en el sistema carcelario, así como fortalecer las líneas estratégicas e implementar este tipo de acciones y otras destinadas a debilitar las finanzas del narcotráfico. Lo anterior pasa por la obtención de recursos para financiar la lucha antidelincuencial. En Colombia se implementó un impuesto al patrimonio para obtener recursos para luchar contra el narcotráfico y mejorar el sistema penitenciario y retomar el control de las cárceles por parte del Estado. De igual modo, la cooperación internacional debe ser en tareas de inteligencia.
No obstante, que Colombia recibió cien millones de dólares para esa lucha, la narcoproducción aumentó en los últimos años. Es imprescindible contar con un plan estratégico para llevar a cabo las actividades coordinadas del Estado con todas sus instituciones involucradas. Entre otras acciones señaladas por los expertos está el fortalecimiento a los sistemas de comunicación interinstitucional. Pero por sobre todas las medidas de fuerza, el Estado debe desarrollar inversión social para generar atractivos que impidan que el narcotráfico reemplace con sus actividades a las acciones laborales licitas que son las generadoras de empleo.
La lucha contra la narcodelincuencia es un proceso que se lo debe asumir de manera integral con recursos para fortalecer a las instituciones, controlar las cárceles y contrarrestar la violencia delincuencial. Pero sin duda en esa gestión se requiere liderazgo estatal, situación inexistente en Ecuador desde el poder Ejecutivo.
Analistas coinciden en señalar que el incremento de la delincuencia se explica en la falta de planificación estatal. En el caso de Esmeraldas, el turismo que debió convertirse en fuente de desarrollo no despega por la inseguridad que asola a la provincia y, por el contrario, no genera fuentes de empleo suficientes para solventar las necesidades de la población económicamente activa. Esta situación ha hecho que los empresarios esmeraldeños abandonen la ciudad, al no encontrar condiciones básicas de conectividad promoción y seguridad necesarias para el turismo. De igual modo, los ataques con carros con explosivos en ciudades costeras como Guayaquil, que si bien no dejaron víctimas, hablan de un clima de inseguridad crónico y descontrol de la urbe por parte de las autoridades en un clima de narco guerra practicada a diario, sin haber sido previamente declarada.