El triunfo de las fuerzas políticas progresistas en Brasil lideradas por el Partido de los Trabajadores que lleva a Lula nuevamente a la presidencia del coloso carioca, impactará a toda la región latinoamericana. El resultado electoral en Brasil pone a la región en la perspectiva de definirse por la construcción de un proyecto de integración, cooperación y respeto multilateral entre todas las naciones de Latinoamérica.
La lucha por el poder en Brasil entre las corrientes políticas progresistas representadas por el reformismo social versus las tendencias fascistas de la ultraderecha, tiene lugar en un contexto mundial de ascenso del populismo de derecha o directamente de una escalada fascista frente a un difícil reposicionamiento y avance de proyectos progresistas. En tal enfrentamiento, lo políticamente insólito es que las fuerzas conservadoras han representado con relativa facilidad el malestar y las preocupaciones del mundo y capas medias frente a temas como la delincuencia, falta de trabajo y migración descontrolada, habiendo arrebatado las banderas de lucha de justicia e igualdad que tradicionalmente enarbola el reformismo y la izquierda política.
Los triunfos de Bolsonaro en Brasil y Lasso en Ecuador, en su momento, ya habían significado un duro golpe para las aspiraciones de continuidad progresista y encendió las alertas frente a un fenómeno que parecía que nunca volvería a ocurrir en ambos países sudamericanos con tal nivel de desigualdad y pobreza. La gestión de ambos mandatarios conservadores -brasilero y ecuatoriano- ha estado plagada de polémicas en que las redes sociales y el uso de fake news han sido sus principales herramientas de comunicación política. En ambos países -Brasil y Ecuador- los gobiernos de derecha han significado el encarecimiento del costo de la vida, un notable aumento del desempleo y la violencia delictual, con la consecuente defraudación de sus electores. Al mismo tiempo, en las dos naciones sudamericanas se encendieron alarmas de una fallida democracia ante la agudización de la inequidad, destrucción del medio ambiente, desprecio por los derechos humanos, y la posibilidad de que en la región estos desvalores signifiquen un aliciente para que grupos inspirados en similar ideología de corte fascista intenten una replica de su relato y gestión en la región.
Nuevas perspectivas regionales
El triunfo de Lula en Brasil marca una inclinación de la balanza hacia gobiernos progresistas o reformistas en la región con políticas sociales y económicas incluyentes, como resulta ser el caso de México, Venezuela, Colombia, Chile y Argentina, correlación de fuerzas que reavivaría con fuerza los nexos de cooperación y ayuda interamericana para avanzar en forma conjunta y unitaria hacia un nuevo modelo de desarrollo latinoamericano que permita superar la fase neoliberal.
En esa perspectiva, la aspiración regional de reintegración bajo principios de unidad, cooperación y soberanía respecto de los designios del gran capital transnacional, se vuelve más vigente que nunca, prescindiendo del recetario fondomonetarista o, al menos, redefiniendo las condiciones de financiamiento para el desarrollo de la región basadas en sus propios recursos productivos.
Esta posibilidad augura un mejoramiento de la democracia en la región y un rescate de la institucionalidad en los países para que ésta vuelva a representar el papel rector en naciones que reclaman justicia, equidad e inclusión. En esa línea cabe interpretar las palabras de Lula, luego de su triunfo electoral: “La victoria en las urnas es del pueblo y la democracia, y resulta hoy la de más consagración al derrotarse al autoritarismo y fascismo”. Si esa dinámica se imbuye al resto de la región, nuevos rumbos asoman en el horizonte latinoamericano.
Reacción internacional
Brasil, la nación de 215 millones de habitantes marca el derrotero del futuro inmediato en la región, como en su momento lo hicieran Argentina, Perú, Colombia y Chile. La reacción de las naciones latinoamericanas no se hizo esperar. Desde México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha expresado su alegría por el resultado electoral brasilero: “Ganó Lula, bendito pueblo de Brasil. Habrá igualdad y humanismo”. En esa línea se ha expresado al mandatario Chileno Gabriel Boric: “Lula. ¡Alegría!”, ha publicado en sus redes sociales. En tanto, el presidente colombiano, Gustavo Petro, que ha escrito “Viva Lula” tras conocer los resultados. En Venezuela, el mandatario Nicolás Maduro, ha celebrado la victoria del pueblo brasileño: “¡Que vivan los pueblos decididos a ser libres, soberanos e independientes! Hoy, en Brasil, triunfó la democracia. ¡Felicitaciones, Lula!”. En Argentina, Alberto Fernández señaló: «Hoy vamos a mantener vivo el Mercado Común del Sur Mercosur y mantener vivo el vínculo con Brasil, esperando que las cosas cambien, y hoy cambiaron». Desde Panamá, el mandatario Laurentino Cortizo “saluda al pueblo brasileño por su contienda electoral democrática y felicita al nuevo presidente electo, Lula, deseándole el mayor de los éxitos”. El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, instó a trabajar para lograr “un Mercosur más abierto”, mientras que el presidente peruano, Pedro Castillo, ha resaltado la victoria de Lula como algo “fundamental para la unidad de Latinoamérica”.
Desde otros lugares del mundo, las potencias EE. UU y China expresaron en la voz de sus líderes la decisión de trabajar junto a Brasil. Xi Jinping, llamó a Luiz Inácio Lula da Silva para felicitarle por su victoria y señaló que los dos países “comparten una amplia gama de intereses y responsabilidades comunes” y que la profundización de la cooperación mutuamente beneficiosa es de “interés fundamental” para ambas naciones y sus pueblos: “Concedo gran importancia al desarrollo de las relaciones entre China y Brasil, estoy dispuesto a trabajar con el presidente electo Lula para planificar y promover un nuevo nivel de asociación estratégica integral entre China y Brasil desde una perspectiva estratégica y a largo plazo en beneficio de nuestros dos países y pueblos”, indicó el mandatario chino. El presidente estadounidense, Joe Biden, ha recalcado en su cuenta de Twitter que se trata de un proceso electoral “libre, justo y creíble” y ha dicho estar “deseando trabajar junto a Lula para cooperar de cara a los próximos años”.
El triunfo popular en Brasil reanuda la esperanza de fortalecer la democracia representativa en la región latinoamericana, y al mismo tiempo revive las perspectivas de justicia social en un continente sudamericano que confirma un nuevo rumbo regional.