La guerra es la política por otros medios con evidente impacto en la economía de los países. Esta verdad se confirma en el conflicto ruso ucraniano, cuyas consecuencias económicas en occidente han desatado la protesta de miles de personas en varias ciudades de Europa que han salido a las calles en rechazo a la crisis económica y energética provocada por las acciones impuestas a Rusia por sus gobiernos.
Según el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), la economía mundial ha sido impactada por el conflicto bélico en Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia, puesto que ambos países tienen significativos vínculos económicos mundiales, lo que provoca repercusiones a gran escala. Rusia y Ucrania exportan una cuarta parte del trigo del mundo y la mitad de sus productos de girasol, como semillas y aceite. La Unión Europea (UE) depende en casi un 40% del gas natural ruso, una parte significativa de las importaciones de petróleo de la UE procedían de Rusia: 27% de las importaciones de petróleo del bloque de 27 países. También, Rusia suministra el 46% de las importaciones de carbón de la UE. Ucrania es el principal proveedor de maíz y sorgo de la UE (con 52% y 38% del total, respectivamente) y el segundo proveedor de cebada (9%) y trigo (18,9%).
Cálculos conservadores estiman que la crisis energética costara en la UE unos 200 mil millones de dólares. Los efectos del conflicto bélico se transmitirán por varios canales, entre ellos la aceleración del encarecimiento de los alimentos y la energía a nivel mundial. La drástica subida de los precios de los alimentos y los combustibles aumentará el malestar en países de África y América Latina y se agudizará la inseguridad alimentaria en Oriente Medio. Al mismo tiempo, el incremento en el precio de la energía y del aluminio y níquel ruso, llevaría a un aumento de la inflación en los Estados Unidos y en Europa.
En cuanto a las materias primas, el retraso de piezas electrónicas y el incremento de sus precios puede extenderse hasta 2023, con bajos suministros en varios países, según reporta Supply Chain Quarterly. La escasez de aditivos y materias primas para resina afectará a la industria con altos costos y la privación de semiconductores complejos analógicos, memorias flash, condensadores, resistencias y dispositivos lógicos. Ucrania produce gas neón necesario para fabricación de chips y Rusia provee el 35% del paladio, metal utilizado para fabricar semiconductores.
La guerra de manera directa ha afectado a la industria aeronáutica, puesto que Rusia es el principal proveedor global de titanio utilizado en la fabricación de aeronaves. El cierre del espacio aéreo ha traído como consecuencia la desviación de vuelos, el aumento del tiempo de vuelo y la consiguiente alza de los costos del combustible. En respuesta a las sanciones, Rusia cerró su espacio aéreo a 35 naciones, que se han visto obligadas a buscar nuevas rutas y hacer trayectos más largos con mayor costo.
Impacto financiero
La guerra hace más vulnerables los mercados financieros. Como consecuencia del conflicto se han reducido los flujos de capital hacia los mercados emergentes. CIEM considera que esa tendencia pudiera agudizarse en los próximos meses si persisten las presiones inflacionarias en las economías desarrolladas y sus bancos centrales profundizan las políticas monetarias contractivas.
El impacto económico de la guerra, en America Latina es ostensible. “Los precios de los alimentos y la energía son el principal canal de transmisión de las repercusiones del conflicto. Se prevé que los precios elevados de las materias primas aceleren notablemente la inflación en América Latina y el Caribe, donde cinco de las principales economías registran una tasa anual media de 8%: Brasil, México, Chile, Colombia y Perú. Si bien a inicios de este año se preveía para la región un crecimiento anual promedio de 1.8%, el CIEM estima que en promedio las economías de América del Sur crezcan un 1.5%, las de Centroamérica y México un 2.3% y las del Caribe un 10.1%. Los países de mayor crecimiento en América del Sur serían Venezuela (5%), Colombia (4.8%) y Uruguay (3.9%). En Centroamérica, las economías más dinámicas serían las de Panamá (6.3%), República Dominicana (5.3%), y Guatemala (4.2%). Entre las economías del Caribe, las de mayor crecimiento serían Guyana (49%), Santa Lucía (10.5%) y Bahamas (8.5%).
En cuanto al comercio exterior, las consecuencias más negativas se observarían en las economías del Caribe. En el caso de las exportaciones, tres países se distinguen por el mayor peso que tienen para ellos los mercados de la Federación de Rusia y Ucrania: Paraguay (5.6%), Jamaica (5.5%) y Ecuador (4.5%). En cuanto a importaciones, los países que más se abastecen en la Federación de Rusia y Ucrania en términos relativos son el Brasil (1,8%), Bolivia (1,6%) y el Paraguay (1,2%). La región exporta a la Federación de Rusia y Ucrania principalmente alimentos como banano, soja, carne bovina y salmón, mientras que las compras desde esos países consisten sobre todo en fertilizantes y otros productos químicos.
El incremento en los precios de los bienes primarios en los mercados internacionales afecta los términos de intercambio de los países, dependiendo del peso relativo de esos productos en sus respectivas canastas de exportación e importación. El aumento del precio del petróleo, el gas y el carbón beneficia, coyunturalmente, a exportadores netos de productos energéticos como Bolivia, Colombia, el Ecuador, Trinidad y Tobago y Venezuela.
Perspectivas económicas
A más largo plazo, el impacto económico de la guerra ruso ucraniana puede que altere el orden económico mundial, en cuanto a una transformación del comercio de energía, una reconfiguración de las cadenas de abastecimiento y una fragmentación de los sistemas de pagos. Según CIEM, el agravamiento de la tensión geopolítica acrecienta los riesgos de fragmentación económica, sobre todo en materia de comercio y tecnología.
Una mayor revisión a la baja del crecimiento proyectado, corresponde a Europa, cuya economía es dependiente de fuentes rusas de energía: esta región crecería un 2.8%, es decir, 1.4% menos de lo esperado antes del inicio de la guerra. En la Federación de Rusia, se espera una contracción de la actividad del 12%, cuyas políticas monetarias restrictivas afectarán de forma negativa a los países altamente endeudados de la región, pues limitarán su acceso al financiamiento para renovar deuda anterior o incrementarla.
El consecuente incremento de las tasas de interés provocará fuertes efectos en aquellos países donde la deuda a tasa variable alcanza una alta participación en el total de la deuda externa, que es el caso de diversos países latinoamericanos. En muchos de ellos un efecto positivo en el saldo de su comercio exterior de materias primas podría ayudar a financiar el alza del pago de intereses, pero en otros que pueden tener saldo deficitario la situación generaría una elevada vulnerabilidad. El aumento de las tasas de interés provocará un deterioro de la situación financiera del sector corporativo no financiero, que presenta un elevado nivel de dependencia en la región. En América Latina la desaceleración económica afectará el ritmo de creación de empleo con los consiguientes conflictos sociales.
Según CIEM, una vez calladas las armas -si fuera el caso-, los efectos bélicos permanecerán por un largo tiempo convirtiendo al conflicto en una guerra económica de largo alcance y la guerra se habrá convertido en otra forma de hacer economía.