Invitados a la VI Cumbre Iberoamericana de Marketing y Comunicación, realizada en la Universidad Católica de Quito, el director de revista digital Lapalabrabierta, Leonardo Parrini, ofreció la conferencia Francotiradores en la Red, que a continuación reproducidos en forma resumida:
Francotiradores en la red.
Antes es necesario hacer un breve preámbulo. Los colegas consultores que me han antecedido en la palabra y que han descrito las diversas técnicas de marketing político aplicadas en campañas electorales, conforman la metodología que, con algunas innovaciones, se emplea en el posicionamiento de candidatos a elecciones populares. Pero esas metodologías no garantizan la elección de funcionarios eficientes y, por el contrario el resultado ha sido elegir a presidentes, diputados y alcaldes corruptos, incapaces y que hoy se encuentran fugados del país o enjuiciados penal y políticamente. Pero si bien los marketineros llevan a los políticos al poder, son los periodistas y la prensa quienes los mantienen en el poder o los defenestran.
Es grato compartir criterios acerca de una de las profesiones mas ilusorias del mundo: el periodismo, que promete fama y poder a quien la ejerce. La prensa se autocalifica de ser el cuarto poder del Estado. Los periodistas se alborozan en una fama, por demás, efímera. ¿Cómo puede ser la prensa un poder del Estado si está conformada por empresas privadas?
En la actualidad la profesión del periodismo se la realiza, a través de la Información, Opinion y Comunicación Política. y conjuga dos aspiraciones: vocación del actor político y la profesión del gestor económico. El periodismo se promete a sí mismo ser: Objetivo, Veraz y Oportuno y promete a los demás: Informar, Entretener y Educar. Pero en la práctica demuestra lo contrario.
El periodista se convierte en actor político y los medios se convierten en empresas mercantilistas. Los medios privados no informan, más bien desinforman y no dicen la verdad, la manipulan.
No son oportunos, silencian los hechos adversos a sus intereses. Los medios públicos tienen solo el nombre. No representan al Estado que somos todos, representan al gobierno de turno. Se convierten en oficinas de relaciones públicas del Ejecutivo.
El periodismo, por tanto, se convierte de profesión ilusoria, en oficio desilusionante. Decepciona a quienes buscaban fama y poder y queda en deuda con la sociedad y los diversos públicos. Y esto ocurre no porque la prensa sea mala en sí misma. En una sociedad dividida en clases asume posiciones, defiende intereses, conservadores o progresistas. En esa gestión censura a ciertas vocerías. No ejerce el contraste de fuentes y responde a intereses fácticos del auspiciante: la Pauta, la bendita Pauta.
Interviene al aire como juez, sanciona y condena, como lo reconoció Andrés Carrión. El linchamiento mediático en nuestro país es una realidad. El periodista es un actor político
Comunicación política
La comunicación política ha evolucionado. Dicha evolución está consiguiendo que los medios que eran los más eficaces, hayan perdido capacidad de comunicación en detrimento de los nuevos que se han incorporado. Son, por tanto, las redes sociales un elemento nuevo de las estrategias de comunicación política. La gran novedad es que el papel de las redes sociales no solo se limita a la difusión del mensaje. Además, existe una participación ciudadana, aprovechando todo el potencial ofrecen en una comunicación transversal y bidireccional.
Vivimos en un mundo donde la transparencia forma parte de todo proceso político y administrativo. Transparencia que también es una exigencia ciudadana y una demanda que marca un cambio de época en el espacio público. Los nuevos ciberespacios se definen como una nueva concepción de la esfera pública, como un lugar de información, contestación, organización, discusión y lucha política.
Esta nueva esfera pública se caracteriza por un empoderamiento de la ciudadanía. El desplazamiento de los medios de comunicación de masa, la entrada de nuevos grupos políticos en la escena política y la movilización del electorado. La audiencia social se define como la suma de los usuarios directos y los usuarios secundarios suyos. La importancia de la audiencia social reside en que es el número potencial de personas a las que nuestros mensajes pueden llegar.
Otra de las características de estas nuevas formas de comunicación política es su signo de gran cobertura mediática. El político ya no tiene que desplazarse miles de kilómetros para comunicar sus propuestas y obras a sus representados. Ahora basta con utilizar los medios masivos de comunicación para estar presente en todo territorio al que quiere hacer llegar su mensaje. Existe un desafío: la exigencia de la sociedad es ser tomada en cuenta, se necesita rescatar o reinventar las técnicas de comunicación para llegar a ella.
La comunicación política moderna ha sido estudiada a partir del papel que juegan sus actores: políticos, periodistas, dueños de medios de comunicación y la opinión pública. Para Jean Marie Cotteret, “la comunicación política es un intercambio de información entre los gobernantes y los gobernados, a través de canales de transmisión estructurados e informales”. Cotteret sostiene persigue en el seno de la sociedad objetivos precisos: mantener o modificar el orden social”. “La comunicación política consiste en el pasaje voluntario de un mensaje político desde un emisor a un receptor, con la intención de arrastrar a quien lo recibe hacia una dirección determinada, de tal manera que no pueda encaminarse a otra”. Meadow, define la comunicación política como “el intercambio de símbolos o mensajes que, con un significativo alcance, han sido compartidos por, o tienen consecuencias para el funcionamiento del sistema político”. D. Nimmo sostiene que “una comunicación puede ser considerada política en virtud de las consecuencias, actuales y potenciales, que regulan la conducta humana bajo ciertas condiciones de conflicto”.
Comunicación y democracia
Los medios son organizaciones con intereses propios que se reflejan cuando presentan la información y abordan los temas políticos. En el caso de la información que transmiten, desde el momento en que se determina lo que es o no es noticia, hasta la decisión de transmitirla o no, pasando por la forma en cómo se transmite.
En una democracia, se lucha por derechos, libertades y cumplimiento de las reglas establecidas para el buen funcionamiento del sistema político. En regímenes totalitarios, las decisiones del gobernante se toman arbitrariamente, sin consultar a la población. En la democracia se da espacio a la participación de los ciudadanos para la toma de decisiones; se confrontan las opiniones y la población toma parte de ese debate de posturas sobre las ideas expuestas, para generar consensos sobre lo que mejor convenga las partes. No hay democracia sin considerar a la opinión pública.
Habermas define a los espacios de comunicación como categorías para comprender las contradicciones de las democracias formales y los mecanismos de control que las limitan.
Los medios informáticos
Los medios utilizan la democracia con excesos, se enrolan en campañas de desprestigio: “los invitados a entrevistas siempre fueron los mismos y no hubo contrastación y una mirada plural sobre el tema, es decir, no se debatió. La prensa se ha denominado a sí misma el quinto poder, generando la imagen de que fiscalizaba al poder político y con el tiempo los periodistas se fueron convirtiendo en jueces y generando opinión pública, de ese modo se va distorsionando el rol de la prensa y se va mercantilizando.
Cuando la prensa se va acercando al poder político y se vuelven un poder fáctico en sí misma, ese rol fiscalizador del poder, queda a un lado, y se generan acciones de complicidad, blindaje y cercanía con quienes detentan el poder en contra de quienes quieren modificar esa situación, y no se puede develar el daño que una mala prensa puede causar a un sistema democrático.
El mal periodismo
La ciudadanía está atravesada por estímulos que le hace reaccionar de manera emocional, hay una enorme polarización en la política, e ignorancia de los temas fundamentales que deberían preocuparnos y esto va produciendo desafección política, es decir, un repudio creciente que los mismos de siempre sigan ocupando los puestos de siempre en nuestra sociedad.
Vivimos la sociedad de lo efímero. En lo efímero todo es rápido, lleno de contenidos cortos, y los periodistas se confunde con influencers que dicen lo que les da la gana y pueden saturar de odio la sociedad, frente a un periodismo que debe ser autorregulado y regulado cuando existen excesos.
La autorregulación de la prensa es un mito que surgió del giro del presidente Moreno que dejó en acefalia a la Ley Orgánica de Comunicación y eliminó a la Superintendencia de Comunicación, Supercom, que “había cumplido un papel cuestionable, mancillando la necesidad de una ley de comunicación y la gente confundió la censura con la necesidad de regular la comunicación.
Luego, el presidente Lasso propuso un proyecto de reformas a la comunicación que decía se deje de lado la LOC y que los medios se autorregulen, y “deja en soletas la posibilidad de que los medios comunitarios puedan tener el espacio que se merecen como voceros de sectores que tradicionalmente han sido invisibilizados. Frente a la negativa de los medios a ser regulados, es necesaria la regulación y aquellos que se oponen defienden la posición de “la tierra de nadie”, allí donde no hay ley impera la fuerza del dominante. Los editores no están de acuerdo con la regulación porque implica poner límites a la publicidad o transparentar la publicidad del Estado, obligar a la calidad de ciertos contenidos. El modelo decimonónico, obsoleto, debe ser regulado porque los medios actúan en un ámbito público, pero están en una actividad privada y lucrativa.
La objeción de conciencia
La objeción de conciencia es un derecho que tienen que ejercer los periodistas si es que se quiere valorar una profesión tan efectiva y necesaria para la democracia. Y esa democracia está en peligro cuando proliferan los fake news. La más reciente mentira mediática gira en torno al financiamiento de la protesta social por el narco tráfico. Frente a este bulo concebido por algún asesor deschavetado que puso en bandeja al gobierno la forma para desprestigiar a la protesta social, la afirmación debe ser debidamente demostrada.
En tal sentido, ha tocado a medios alternativos tratar de hacer un contrabalance a esta gigantesca campaña de desprestigio de las reformas y ofrecer a la ciudadanía argumentos contrapuestos que enriquecen a la sociedad. Nuestra revista digital, LAPALABRABIERTA, se ha posicionado como un medio alternativo e independiente que trata grandes temas, grandes historias, comprometida con la verdad. Ejercemos periodismo de información y formación de públicos. Creemos en la diversidad informativa, practicamos el contraste de fuentes.
Lapalabrabierta es palabra plural en periodismo de opinión, escriben en ella autores especializados en temas económicos, sociales, tecnológicos, culturales, etc. Nos definimos francotiradores en la red. Un francotirador suele ser un batallador especializado que, a diferencia del mercenario a sueldo, defiende una causa consciente. Somos prensa independiente de los poderes fácticos. No creemos en el mito de la objetividad periodística. Procuramos practicar buen periodismo.
El buen periodismo
El buen periodismo no implica un periodismo exitoso necesariamente. Significa hacer un periodismo que busque como misión fundamental la verdad. El amarillismo que espectaculariza la noticia, otorga notoriedad al periodista y vende como objetivo final de la prensa mercantilista, se opone al buen periodismo.
Contrariamente, el buen periodismo debe dar elementos a los públicos para tomar decisiones sobre el sentido político, por eso democracia y medios de comunicación están juntos. El buen periodismo, desde una acepción democrática de la comunicación, es un servicio a la gente; el periodismo de información y de opinión debe servir y deberse a la gente con aplicación de parámetros profesionales. La “escandalización de la comunicación” para mantener cautivo a los públicos afecta gravemente a la calidad del buen periodismo. La misión fundamental del periodista sigue siendo buscar la verdad y para aquello se requiere investigación, que implica valentía y remar a contracorriente.
Lo que está en juego
Lo que en definitiva está en juego en el debate, es la defensa de prebendas que tienen los medios privados en el país. Está en juego la necesidad de políticas públicas, redistribuir más equitativamente las frecuencias y la publicidad y propaganda oficial entre todos los medios comerciales grandes y pequeños, así como hacer acciones afirmativas para garantizar la sostenibilidad de medios comunitarios.
En la comunicación se construye la ciudadanía, las identidades y la cultura que no puede estar a expensas de actores privados y en situación de privilegios monopólicos que deben ser regulados.
La regulación no significa necesariamente censura sino establecer límites, garantías y contrapesos de dominio público que sean democráticos y garanticen de hecho que se ejercen cabalmente.
Para eso sirve la Ley de Comunicación. Para que los medios se sujeten a la verdad de los hechos y la ciudadanía tenga el derecho de estar bien informada, más allá de los intereses de los grandes grupos de poder político y económico que los auspician.