El programa La Oreja Libertaria, producción del colectivo Espejo Libertario, transmitido los días lunes a las 19h00 por Radio Pichincha, con la conducción de los periodistas Luis Onofa y Leonardo Parrini, abordó esta semana el aporte y perspectivas del progresismo frente a la crisis. En el panel de entrevistados estuvieron invitados el asambleísta de UNES, Juan Cristóbal Lloret, y el doctor Franklin Ramírez quienes coincidieron en que, luego de la pandemia en el país “el gobierno ajustó políticas restrictivas de derechos”, producto de que a partir del año 2017 se viene implementando “un modelo que agrava brechas entre ricos y pobres y hoy tiene un detonante en la protesta social, como una olla de presión”. En esa perspectiva a las autoridades de gobierno “no les interesa abrir puentes ni canales de diálogo, y la única válvula de escape han sido las movilizaciones de octubre y junio”.
El asambleísta Lloret, señaló que un aporte de Unes en el reciente paro fue “plantear una salida democrática, apelando al artículo 130 de la Constitución -relativo a la destitución presidencial- que llevó el debate político a la Asamblea Nacional y se evitó la masacre en las calles”. El parlamentario indicó que “hay dos momentos, uno con el camino de diálogo que no tiene otra alternativa el gobierno y el modelo que agudiza los problemas. El tema de fondo que se debe discutir es el rol del Estado frente a estos problemas y buscar salidas constitucionales”. Amerita ver cómo concebimos el Estado frente a las desigualdades: el modelo neoliberal propone un mínimo rol del Estado, el modelo progresista plantea un modelo social con un Estado óptimo que garantice salud, educación, seguridad social, entre otros derechos. En esa línea, el parlamentario progresista dijo que “UNES no tiene los votos en la Asamblea Nacional para aprobar una ley por si sola, sin embargo, con una agenda de carácter social busca marcos normativos que profundicen derechos ciudadanos, una alternativa al neoliberalismo en vivienda, educación y salud, derechos laborales con garantías sociales para las grandes mayorías”.
Acerca de la posibilidad de la conformación de un frente unitario progresistas, señaló que en el Legislativo “no hay un bloque homogéneo” y que ID “es una decepción enorme, porque son aliados del gobierno neoliberal y eso se les pasará factura electoral”. En una lectura política del paro, Lloret señaló que la movilización de junio, “reposicionó a líderes con un recambio de la vieja dirigencia del movimiento indígena y el pueblo termina ganando parte de la agenda que motivó el paro, y que, tanto la ID como el PSC salen perdedores, si el progresismo es ganador o perdedor, eso lo dirá la historia”.
El doctor Franklin Ramírez en su intervención destacó que, luego del paro de octubre, existieron tres cuestiones a discutir: estrategias de resistencia al neoliberalismo y seguir pensando en alternativas que se deben construir desde abajo, se requieren estrategias sociales, colectivas sobre trabajo, educación y seguridad social y hay problemas reales de la gente desatendidos. Lo segundo es el problema democrático, no hay equilibrio de poderes sino una captura de la justicia para la persecución, hay fragilidad en las instituciones políticas que no permiten que la ciudadanía incida en el juego político, el espacio democrático está cerrado. Un tercer tema es la lucha antifascista, hay una política de odio, de violencia racista que busca la desaparición del adversario. Los adversarios políticos son tratados como enemigos internos que deben ser desaparecidos, señaló Ramírez.
En el progresismo existe un problema de unidad del que sus militantes están conscientes, pero no hay una solución práctica con agendas mínimas en la Asamblea Nacional, señaló el analista: “Es poco probable que haya una agenda mínima para enfrentar al neoliberalismo. Hay una falta de organización de los sectores urbanos, mientras que en el sector indígena uno de los retos es la organización popular más allá de la unidad. Hay un problema en el tejido organizativo urbano. Se dependen del actor indígena en las ciudades, donde no hay un tejido organizativo popular. La organización es una prioridad absoluta”, indicó.
Reflexionando en torno a las perspectivas estratégicas del progresismo en un Ecuador aislado respecto de la tendencia latinoamericana, Ramírez indicó que las perspectivas son complejas porque “no es un tiempo democrático normal, cualquier iniciativa es perseguida. Vivimos un contexto autoritario y falta de garantías con una política del odio racista sin rubor”. Mientras que el “bloque dominante es muy compacto, largamente cohesionado y bien soportado hoy por las FFAA y la policía, hay una izquierda que no se atreve a sentarse en la mesa. No soy optimista no hay posibilidades que RC, indígenas y PK confluyan en un bloque, tal como están ahora”. Se debe crear espacios más allá de las elecciones donde puedan confluir feministas y jóvenes que se deben incorporar como actores a la agenda progresista “y eso requiere de un espacio político nuevo donde estos sectores puedan escucharse”. No se explica el triunfo de Lasso sin la fragmentación del bloque popular, tienen que surgir nuevos espacios, “la autonomía de las bases tiene que visibilizarse porque están represadas sobre todo en el correísmo”, puntualizó el analista.
Ramírez señaló que “Leonidas Iza habla de asambleas populares y con eso se refiere a que la movilización de las calles se vuelva una organización donde la gente pueda representarse”. Junio, en tal sentido, abrió espacios para autogobiernos, auto convocatorias, para confrontar al bloque de gobierno. “Pero es una iniciativa que se escucha en voz baja, que debe consolidarse como espacios más allá de los sectores indígenas. Hay percepción de la necesidad de apertura hacia sectores urbanos”, dijo.
Respecto de las salidas institucionales que faciliten una convivencia entre progresismo y neoliberalismo que no se eliminarán físicamente, Ramírez recordó que “la vocación autoritaria de la derecha no es tolerante, por tanto, no hay convivencia”. La idea permanente es descalificar al movimiento popular y el bloque dominante es compacto, mientras el progresismo no está en condiciones de encarar la muerte cruzada. La revocatoria del mandato siendo más lenta, no hay que descartarla “porque tiene efectos en el tejido organizativo con la recolección de firmas que reactiva a la sociedad. Una consulta popular también podría ser una válvula de escape, son alternativas constitucionales”, manifestó Ramírez. La “revuelta de junio puso al progresismo en el primer plano”, y para recuperar iniciativa y liderazgo político, “debe ser una alternativa de resistencia, salir del letargo y conectarse con la población, hay una fuerza social, pero sin movilización política”, concluyó el analista.