El refrán popular A Dios rogando y con el mazo dando, bien resume las últimas decisiones del gobierno del presidente Lasso. La célebre frase alude a que está bien encomendarse a la divinidad, pero haciendo a la vez todo lo que esté en nuestra mano por lograr lo que pretendemos.
Caía la tarde el 29 de junio cuando el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, anunció a la prensa que el régimen aceptó retornar al diálogo, a través del proceso de mediación con la Conaie impulsado por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE): “Este proceso inició a petición de las tres organizaciones en conflicto, Conaie, de la Fenocin, y de la Feine, que dirigieron una comunicación a la Conferencia Episcopal”, dijo Jiménez. La Conferencia Episcopal definirá el lugar, fecha, mecanismo, temas a tratar y, sobre todo, quiénes serán los interlocutores que participarán, la metodología y los actores que intervendrán en el proceso de diálogo entre las organizaciones indígenas y el Gobierno.
La decisión del régimen puede ser bien vista cuando, por lo pronto, suspende su estrategia de desacreditar a su interlocutor, Leonidas Iza, deslegitimándolo frente a sus bases y acusándolo de que no las controla, ni evita la “infiltración terrorista” en sus filas; y ahora el Ejecutivo apela a los representantes de la Iglesia como “influencers” ante la ciudadanía que ve con malos ojos el abandono de la mesa de diálogo por parte del gobierno. Bien vale recordar que la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, a través de una declaración de su presidente, Monseñor Luis Cabrera, señaló los motivos de la protesta social: “el malestar existe por la pobreza, corrupción, inseguridad social. No se pueden sentar a dialogar, hay que buscar consensos que beneficien a todos, a las clases más empobrecidas, los temas del diálogo deben ser previamente consensuados, del diálogo del 2019 quedó un sentimiento de frustración, necesitamos politólogos que nos digan qué hacer más allá de las recetas. Nosotros tenemos que resolver nuestros propios problemas”.
Si bien la gracia divina o los buenos deseos son necesarios para encontrar aliento, también es cierto que nada ocurrirá sin el esfuerzo humano. La frase «con el mazo dando» se podría interpretar como una indicación de violencia, tal como algunas personas lo señalan. Y se refiere a que el régimen mientras acude al seno de la Iglesia, decreta nuevamente el estado de excepción por 30 días, esta vez en cuatro provincias -Azuay, Imbabura, Sucumbíos y Orellana- “debido a una grave conmoción interna, en el marco del paro nacional promovido por el movimiento indígena”; medida estipulada en el Decreto Ejecutivo 463 -suscrito el 29 de junio por el primer mandatario- y que autoriza a la policía y a las FFAA hacer uso progresivo y represivo de la fuerza contra los manifestantes.
El Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC), a su vez, anunció una gran marcha desde las 07:30 del jueves 30 en Quito, que espera contar con la participación de todas las organizaciones, gremios, transportistas y trabajadores para exigir del Gobierno una respuesta a la demanda de los 10 puntos planteados por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), además mantener las “jornadas de resistencia en territorio” para demostrar la unidad y fortaleza de sus organizaciones.
Mas allá de las invocaciones divinas, el diálogo debe ser sincero, con agenda concreta y acuerdos vinculantes. El consenso que se alcance en la nueva ronda de diálogo deberá poner fin a la medida del paro, no obstante, hace falta más que un milagro para que el Gobierno escuche a sus mandantes y desista de sus políticas impopulares.
Ya que de refranes se trata, diremos que ojalá esta vez no ocurra que en en la puerta del horno se quema el pan. Ventajosamente el pueblo ha tomado conciencia sobre los males nacionales y exige al régimen cambios en su política neoliberal. No hay mal que por bien no venga, nos quedamos con este mensaje optimista ante aquellas situaciones que, en principio, no son buenas pero que, a futuro, pueden generar resultados positivos. Si así llueve, que no escampe.