Desde el lunes de esta semana, cuando las protestas en Guayaquil en contra del Gobierno nacional han subido de tono, se ha observado a servidores civiles del Municipio porteño portar cables de color negro que se asemejan a látigos. El que los empleados municipales tengan esos cables negros, en momentos puntuales, va a tono con el llamado de la alcaldesa Cynthia Viteri a “proteger a la ciudad, porque es la ciudad que les da trabajo”. Acatando ese llamado de la alcaldesa porteña servidores del cabildo, miembros de fundaciones y corporaciones municipales acudieron a las puertas del Palacio Municipal, ‘armados’ con estos cables. La situación ha provocado inquietud y cuestionamientos. En ese escenario, Xavier Lasso, hermano del presidente Lasso, ha reflexionado en este artículo que reproducimos, sobre el racismo regionalista.

Es puro cinismo, maldita sea
Por Xavier Lasso
Tema secundario y, ¿por qué entonces? Porque en los matices podríamos encontrar ciertas claves para el futuro, y para el presente. Los socialcristianos desde su pasado más remoto, encarnado por Camilo Ponce Enríquez, han tenido comportamientos que los escora al fascismo. En 1959 ese gobierno arrasó a Guayaquil, asesinó a centenas, para hacerlo primero excarcelaron a muchos delincuentes y, entonces, se desató el vandalismo y los saqueos. Las llamadas fuerzas del orden, obedeciendo consignas, dispararon a mansalva, fue en junio y la radio leía los nombres de los caídos.
Vivíamos en Quito, por eso recuerdo, borrosamente, a mi padre pegado a la radiola Philips, es que mi hermano mayor, ya universitario, Enrique como él, se había quedado en la ciudad puerto en casa de la abuela materna. Seguramente con mucho terror mi padre esperaba que el nombre de su hijo no sea leído por la metálica voz de quien daba las noticias.
Socialcristianos que han tenido ese histrión racista, extremo, de derecha, siguen en la escena política de nuestro país. Lo de Febres Cordero, lo de Nebot es harto conocido y, ahora, lo de la alcaldesa Viteri.
Histriónica también, con aires de enorme ignorancia, porque hace como si no supiera que hay muchos indígenas guayaquileños que viven ahí, que están asentados en la ciudad de río Guayas, la misma que ha erigido un enorme monumento que nos recuerda a Guayas y Quil, pareja indígena que el mito dice le dan el nombre a la ciudad del Astillero. Así que los indios están en Guayaquil desde los orígenes, miles de años antes de que la alcaldesa Viteri tan siquiera sea proyecto, monada vagando por ahí en las periferias de la vida.
Reparte látigos esa señora. ¡Horror! ¡El colmo del racismo! Ella saca a relucir el símbolo del maltrato al indio. ¡Dale látigo!, es lo único que merece, como en la hacienda andina, como en las calles de cualquier ciudad del Ecuador. Ella da pie al peor de los racismos, esos insultos que hoy escuchamos desde los barrios de los ricos.
Esa también es la matriz de los que hoy gobiernan, porque esa derecha extrema, que tanto ha mentido, que no conoce a Iza, que lo secuestró, que lo ha calificado de terrorista, financiado por el narco tráfico, tampoco los reconoce. Esa derecha se peina igual, camina igual, codicia igual y solo cree en una democracia muy restringida. Las familias están sufriendo, dice una voz de este gobierno: qué no sabe que es así desde casi siempre, desde que llegó el colonizador con su látigo, su codicia, sus enfermedades. Las familias hoy sufren más porque se aplica un cruel recetario fondo monetarista. En vocería de este gobierno, hablar de sufrimiento suena, maldita sea, a puro cinismo.