Su nombre lo indica, el arte contemporáneo, es en si el arte de nuestro propio tiempo que se produce y manifiesta en el ahora, respondiendo a la conciencia cultural del momento, a su sociedad, a las necesidades conjuntas, al espíritu de la época. Definición que no aclara cómo lo hace, dejando abierta la posibilidad del espectador a la ambigüedad interpretativa; puesto que, la ambigüedad se ha posicionado en nuestra capacidad de comprender porque nada es fijo, las cosas son provisionales.
La muestra colectiva Quizá un día el cielo será silencio, con obras de Javier Escudero, Jenny Jaramillo, César Portilla, Gabriela Rivadeneira y Hugo Idrovo, Nelson Santos, que se presenta en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), da cuenta de ello.

Según el texto curatorial, es una muestra “donde exponen artistas que se enfrentaron críticamente a la hegemonía de las bellas artes cuestionando nociones asentadas del objeto artístico, el lugar del espectador, el rol de los medios expresivos. Apuntaron con ello al borramiento de las fronteras entre estos y exploraron maneras en las que el acto creativo puede inscribirse en espacios y formas que discuten la artisticidad misma”. Discusión que se traducen en el performance, la intervención, la pintura expandida, el arte procesual y los desplazamientos de la figura del artista individual, que aborda los modos en los que el arte comenta la conflictividad de nuestras sociedades.

Los recursos procedimentales son diversos, desde el uso crítico de archivos, estéticas situacionales donde arbitra la experiencia directa con el material y el espacio; variables del objet trouvé, del andar como agencia y desplazamientos intermediales que producen sentido mediante asociaciones donde el espectador juega un papel fundamental.
En Huelo a quemado de Jenny Jaramillo, hay desasosiego y pulsión que se liberan mediante el hallazgo fortuito y el trabajo obsesivo, echando mano al reciclaje, “como si dar forma a una experiencia emergente con lo que hay o lo que queda, fuera la oportunidad para abrir la obra a un horizonte que cancela la finitud del acto creativo”. César Portilla, pone su impronta personal dejando entrever un “estado mental neurótico gobierna el mundo…, depresión y aburrimiento por doquier”, según textos extraídos de una de las piezas de su obra. Escudero en su muestra, prefigura un abanico de sensaciones al desplazar objetos y tratarlos como realidades que han conquistado un tipo de autonomía limítrofe con otros lenguajes.

La propuesta de Gabriela Rivadeneira y Hugo Idrovo “está abocada a exorcizar esas narrativas teleológicas que han moldeado nuestro inconsciente colectivo: la de la nación, la del progreso, la de las vanguardias”. Arqueología Futura se inscribe en la misma tesitura: una memoria cifrada en signos dispersos. Las cruces sobre el agua, de Rivadeneira, es al mismo tiempo una remembranza y una invitación a retomar reflexivamente el hecho histórico, la masacre de obreros que próximamente conmemorará su centenario. Acerca de la obra conjunta con Rivadeneira, Idrovo señala que la muestra “presenta una conmemoración a todos los aspectos económicos, sociales, culturales del devenir histórico republicano del Ecuador en el siglo XX. La muestra se llama El Siglo, en ella contribuyo con Gabriela a la puesta en escena en este espacio. Arqueología futura es una muestra de escultura que está haciendo alusión a todo lo que insidió para lo que nosotros en la actualidad somos y representamos culturalmente hablando, damos la cara en el mundo como ecuatorianos”. La técnica empleada es una transferencia a tinta sobre tablero aglomerado, en reproducciones de prensa y anuncios publicitarios del siglo XX, características de tipografía, redacción periodística de la época de aquella propuesta y protesta de significación especial de lo que para todos ha significado la revuelta que terminó en la masacre obrera en Guayaquil, en noviembre de 1922.

La muestra Quizá un día el cielo será silencio que se exhibe en el CAC, invita junto a los exponentes, a encontrar formas artísticas de hacer no tradicionales en la manera de comportarse como artistas que miran el entorno con diferentes lenguajes y pueden sentir curiosidad. Una muestra intranquila que habla de eso que todos estamos padeciendo, angustias, ansiedades, maneras de encontrarnos desasosegadamente con lo que nos rodea, que nos incita a estar atentos a todo lo que puede ser señalado e intervenido y donde el espectador tiene un rol preponderante.