El pueblo lo dice, y no se suele equivocar: más vale prevenir que curar. Una gran verdad que, en el caso de la viruela del mono, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ratifica. En los últimos tiempos se comenta mucho de esta enfermedad de la que no se había oído hablar, especialmente porque era endémica en algunos países de África y ahora ha aparecido en varios puntos del planeta. Sin ánimo de alarma, es preciso saber cómo es esta enfermedad, cuáles son sus formas de contagio, síntomas, población mayormente vulnerable y tratamiento.
Se trata de una enfermedad causada por un virus conocido como el de la viruela del mono, por lo general, de bajo contagio entre los seres humanos. Es una enfermedad zoonótica, es decir que se puede transmitir de animales a personas humanas, también se puede propagar de persona a persona. La enfermedad se llama así porque se detectó en varios simios de un laboratorio en 1958. Sin embargo, la mayoría de los animales susceptibles de contraer la dolencia y después contagiar a las personas son roedores, como las ratas gigantes de Gambia, los lirones o los perros de las praderas. La viruela del mono se encuentra comúnmente en las selvas tropicales de África central y occidental, donde viven los animales que pueden ser portadores del virus; en algunas ocasiones, se puede encontrar también en personas fuera de esas regiones africanas que podrían haberse contagiado después de visitarlas.
Sintomatología y contagio
Los síntomas generalmente incluyen fiebre, dolor de cabeza intenso, dolores musculares, dolor de espalda, poca energía, ganglios linfáticos inflamados y erupciones o lesiones en la piel. La erupción generalmente comienza en el primer o tercer día del comienzo de la fiebre. Las lesiones pueden ser planas o ligeramente elevadas, llenas de líquido transparente o amarillento, para después formar costras, secarse y caerse. El número de lesiones en una persona varía entre unas pocas y varios miles. La erupción tiende a presentarse en la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies. También se pueden encontrar en la boca, los genitales y los ojos. Los síntomas de la viruela del mono suelen durar entre dos y cuatro semanas y desaparecen por sí solos sin tratamiento. Si cree que sus síntomas podrían estar relacionados con la viruela del mono, contacte a su doctor inmediatamente. Si tuvo contacto cercano con alguien que tiene estos síntomas o sospecha que existe la posibilidad de estar infectado comuníquelo a su doctor. En la mayoría de los casos, los síntomas desaparecen por sí solos en unas pocas semanas, pero en algunas personas pueden provocar complicaciones médicas e incluso la muerte. Los recién nacidos, los niños y las personas con inmunodeficiencias pueden correr el riesgo de sufrir síntomas más graves y morir por la enfermedad.
Las complicaciones de los casos graves incluyen infecciones de la piel, neumonía, confusión e infecciones oculares que pueden provocar la pérdida de la visión. Entre el 3% y 6% de los casos identificados en donde la viruela de mono es endémica ha terminado en defunciones. Muchos de estos casos son niños o personas que pueden tener otras afecciones de salud. Hay que tener en cuenta que estas cifras podrían ser una sobreestimación porque la contabilidad de los casos en los países endémicos es limitada. Esta afección se puede propagar a las personas cuando entran en contacto físico con un animal infectado. Los animales que hospedan este virus pueden incluir roedores o primates. El riesgo de contraer dicha enfermedad a través de los animales puede reducirse evitando el contacto sin protección con animales salvajes, especialmente aquellos que están enfermos o muertos (incluido el contacto con su carne y sangre). Es crucial recalcar que cualquier alimento que contenga carne o partes de animales debe cocerse, especialmente en los países donde la viruela del mono es endémica. Las personas que padecen la enfermedad son contagiosas mientras tienen síntomas, las primeras dos y cuatro semanas. Se puede contraer esta afección a través del contacto físico con alguien que tiene síntomas. Las erupciones, los fluidos corporales como pus o sangre de lesiones en la piel, y las costras son particularmente infecciosos. El contacto con objetos que han estado en contacto con personas infectadas como la ropa, ropa de cama, toallas u objetos como utensilios para comer también pueden representar un foco de infección. Pueden resultar también infecciosas las úlceras, lesiones o llagas puesto que el virus puede propagarse a través de la saliva. Por lo tanto, tendremos un alto riesgo de infección si convivimos con personas contagiadas en nuestra casa o si lo hacemos con parejas sexuales. También las personas que trabajan en el sector de la salud están más expuestas. La afección se puede propagar de una persona a otra a través del contacto físico cercano, incluido el contacto sexual. Sin embargo, actualmente se desconoce si se puede propagar por vías de transmisión sexual, por ejemplo, a través del semen o los fluidos vaginales. El virus puede además transmitirse de una mujer embarazada al feto a través de la placenta, o mediante el contacto de un padre infectado con el niño durante o después del parto a través del contacto de piel con piel.
Las personas que entren en contacto físico con alguien que presente síntomas, o con un animal infectado, corren mayor riesgo de infección. Es probable que las personas que fueron vacunadas contra la viruela tengan cierta protección frente a la infección. En 1980 la viruela se convirtió en la primera enfermedad humana en ser erradicada, por lo que se detuvo la vacunación contra esta enfermedad. Por tanto, los más jóvenes son más propensos a contraerla. Sin embargo, las personas que fueron vacunadas contra la viruela también deben tomar precauciones para protegerse a sí mismos y a los demás. Pueden sufrir síntomas más graves y de mayor riesgo de muerte los recién nacidos, los niños y las personas con inmunodeficiencias subyacentes. Asimismo, corren alto riesgo de contagio los trabajadores sanitarios debido a la exposición prolongada que tienen con el virus.
Prevención y tratamiento
La forma más efectiva de prevención es evitar el contacto con personas o animales que se sospeche o padecen la dolencia en casos confirmados. Si es inevitable el contacto con persona o seres infectados porque es un trabajador de la salud o persona con la cual se convive, se debe motivar al paciente a aislarse y cubrir cualquier lesión en la piel o sarpullido. Se debe usar siempre mascarilla frente a sospechosos o confirmados de contagio, mantener distancia, especialmente si tosen o tienen lesiones en la boca. Es absolutamente necesario lavar las manos con agua y jabón y usar desinfectante a base de alcohol después de llegar de la calle, o haber entrado en contacto con personas infectadas, con su ropa u otros elementos o superficie y utensilios que haya tocado. La ropa, toallas y sábanas de los enfermos se la debe lavar con agua tibia y detergente; de igual modo, se debe desinfectar con alcohol o gel cualquier superficie contaminada.
Los cuidados son especialmente importantes con niños y niñas, puesto que son más propensos a tener síntomas graves. El virus también lo puede transmitir la mujer embarazada al feto o a un recién nacido durante el nacimiento o por contacto físico. Si sospecha de haber sido contagiado debe comunicárselo inmediatamente al médico para obtener asesoramiento clínico, pruebas de diagnóstico y tratamiento especializado. Se debe aislar para evitar contacto cercano con otras personas, lavar frecuentemente las manos y usar mascarilla.
Existen varias vacunas disponibles para la prevención de la viruela humana que brindan cierta protección contra la viruela del mono. Recientemente, se desarrolló una vacuna para la viruela (MVA-BN, también conocida como Imvamune, Imvanex o Jynneos) que fue aprobada en 2019 para su uso en la prevención de la viruela del mono y aún no está ampliamente disponible. La OMS está trabajando con el productor de la vacuna para mejorar su acceso. Las personas que han sido vacunadas contra la viruela en el pasado también tendrán cierta protección.
Si bien los síntomas a menudo desaparecen solos sin necesidad de tratamiento, es importante cuidar la erupción dejándola secar y de ser necesario cubrirla con un vendaje húmedo para proteger el área, se debe evitar tocar cualquier llaga en la boca o los ojos. Se puede usar enjuagues bucales y gotas para los ojos siempre que se eviten los productos que contienen cortisona. Para casos graves, se recomienda la Inmunoglobulina Vaccinia (VIG), un antiviral que se desarrolló para tratar la viruela (Tecovirimat, comercializado como TPOXX) que también se aprobó para el tratamiento de la viruela del mono en enero de 2022.
Actualidad del virus
Desde 1970, se han localizado casos humanos de viruela del mono en 11 países de África: Benín, Camerún, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Gabón, Côte d’Ivoire, Liberia, Nigeria, República del Congo, Sierra Leona y Sudán del Sur. Los casos que se dan de manera esporádica en países no endémicos son de personas que se infectaron viajando a países endémicos. En mayo de 2022, se identificaron múltiples casos de viruela del mono en varios países no endémicos. Esto no es lo habitual en los patrones anteriores de la enfermedad. La OMS trabaja con todos los países afectados para mejorar la vigilancia y brindar orientación sobre cómo detener la propagación y cómo cuidar a las personas infectadas. A 19 de mayo de 2022, se reportaron casos en más de 10 países en áreas no endémicas. Con la excepción de algunos casos detectados en viajeros que visitaron países endémicos, los casos en áreas no endémicas que no están vinculados a viajes desde países endémicos no son habituales. En la actualidad (desde de mayo de 2022), no existe un vínculo claro entre los casos notificados y los viajes desde países endémicos ni ningún vínculo con animales infectados.
La Organización Mundial de la Salud está trabajando para apoyar a los Estados miembros con actividades de vigilancia, preparación y respuesta a los brotes en los países afectados. También se están realizando estudios en estos países para determinar la fuente de infección de cada caso identificado y para brindar atención médica y limitar una mayor propagación. La viruela del mono generalmente no se considera muy contagiosa porque requiere un contacto físico cercano con alguien que sea contagioso. El riesgo para el público es bajo sin embargo la OMS está respondiendo a este brote como alta prioridad para evitar una mayor propagación; durante muchos años se ha considerado a la viruela del mono un patógeno prioritario.
En la actualidad, se estigmatizan a ciertos grupos de personas o razas en torno a brotes virales y esto es incorrecto, puesto que, cualquier persona que tenga contacto físico cercano de cualquier tipo con alguien con viruela del mono está en riesgo, independientemente de quiénes sean, qué hagan, con quién elijan tener relaciones sexuales o cualquier otro factor. Es inadmisible estigmatizar a las personas por una enfermedad, el estigma solo empeora las cosas e impide terminar con este brote viral lo más rápido posible. Sabemos cómo detener la propagación y cómo protegernos a nosotros mismos y a los demás. El estigma y la discriminación nunca son aceptables.
En conclusión, es saludable no acatar la disposición oficial de retirarse la mascarilla en lugares públicos, abiertos o cerrados, puesto que en Ecuador estamos lejos de haber superado las pandemias virales. Precisamente, en los últimos días a partir de la medida gubernamental inoportuna de dejar usar mascarilla se incrementaron casos de Covid-19 en varias ciudades del país. La viruela del mono ya registra casos en Ecuador que el Ministerio de Salud no ha reportado fehacientemente, refiriéndose a que hay solo sospechas en un tratamiento mediático carente de responsabilidad.
Evitemos contagiarnos, además de engaños, más vale prevenir que curar.