¿En qué país vive el presidente Lasso?, es la pregunta que se hacen todos. Al parecer el presidente Lasso vive en un país distinto al nuestro. Ecuador donde vivimos, no muestra estar gobernado por el mandatario que ayer rindió su informe de labores con un discurso que, lejos de reflejar la realidad nacional, idealizó al país: “Lo peor de la tormenta ya ha pasado”, concluyó el gobernante.
A su ingreso a la Asamblea Nacional, el primer mandatario hizo un saludo a la bandera; y, acto seguido, en un informe leído en tono conciliador, no despejó las interrogantes sobre los planes del gobierno para el año 2022. En el discurso pronunciado ante aliados, colaboradores y simpatizantes, tampoco prescindió del Legislativo como había anunciado tiempo atrás, cuando prometió “gobernar sin la Asamblea”.
El mandatario resumió lo que considera logros de su gobierno en el plan de inoculación, repitió lo ya anunciado previamente e hizo nuevas promesas sin fechas de cumplimiento. Políticamente, el Mandatario dejó más dudas que certezas, en cuanto al camino que seguirá el régimen. Lasso no fue concreto en cuanto al problema y soluciones de la violencia e inseguridad, dos prioridades para los ecuatorianos. Afirmó que su principal logro “es la vacunación y la estabilización económica”.
Dijo, pretenciosamente, que “la primera obra de Lasso ha sido salvar la vida de 18 millones de ecuatorianos”. Luego ostentó, “nuestra decisiva gestión está reduciendo agresivamente en algo más de 5 mil millones de dólares el déficit fiscal del gobierno central entre 2020 y 2022”, déficit que es su ley de karma fondomonetarista. También señaló que “las proyecciones de crecimiento económico habían sido de 2,8% y que el crecimiento fue de 4,2% a diciembre de 2021”. Sobre la dolarización dijo que “hoy está más sólida que nunca”.
Lo demás que pronunció Lasso en el discurso presidencial fueron ofertas de vivienda, infraestructura pública, bonos, carreteras, fondos para seguridad, duplicar la producción de petróleo a un millón de barriles diarios y terminar, en el futuro, con desabastecimiento de medicinas en los hospitales públicos.
En el plano político, en contradicción con su anterior decisión de “prescindir y gobernar sin la Asamblea Nacional”, desechó la muerte cruzada y sentenció que “toda crisis es una oportunidad para entendernos mejor”. En seguida, llamó al consenso y a la reconciliación nacional. La presidenta de la Asamblea Nacional, Guadalupe Llori, en respuesta al primer mandatario, lo invitó a “conciliar, alcanzar acuerdos y dejar de lado la confrontación”, y pidió además “que no se divida al país entre buenos y malos”.
Palabras de predica en el desierto, puesto que, la oposición no asistió a escuchar el informe presidencial y sus representantes, luego de enterarse del llamado a conciliar, dijeron que el gobierno quiere ganar tiempo, ya que “quien promueve la pelea entre políticos es precisamente el Ejecutivo, ojalá este discurso se mantenga al menos una semana”. Confirmaron que “se necesita trabajar en leyes para salir adelante y no estar enfrascado en peleas políticas”, en tanto, el correísmo plantea “la revocatoria del mandato de Lasso”.
En el ámbito económico, expertos rescatan “el reordenamiento de las finanzas públicas para reducir déficit fiscal, el aumento de crecimiento económico y la atracción de inversión privada”, pero señalan que hay temas pendientes. No obstante, analistas señalan que “falta una mayor generación de empleo, que fue una oferta principal del presidente Lasso en campaña”. No se escuchó decir al presidente cómo el gobierno pondrá en acción la recuperación del empleo. Tampoco Lasso se refirió a la deuda que mantiene el Estado con el IESS y que asciende a 8 mil millones de dólares. Y en el plano cultural, al parecer, la cultura, la ciencia y la tecnología no existen para el mandatario.
El presidente Lasso, que al ingresar al Legislativo saludó al emblema nacional, a su salida después de pronunciar su discurso -que a muchos pareció propio de un país idealizado-, la ciudadanía recibió la impresión de que el discurso del mandatario fue un nuevo saludo a la bandera.