La cita continental que tendrá lugar en Los Ángeles, EE. UU, del 6 al 10 de junio, es considerada un inmejorable espacio para sentar las bases de la construcción de nuevos vínculos americanos, inspirados en entendimientos que surjan a partir de un diálogo incluyente y reflexivo. Un punto de inflexión que encuentre, con mirada puesta en el futuro, vías de superación de los escollos del pasado que imposibilitaron una real integración regional.
Con todo su aroma de utopía, este propósito se ve contaminado de distintos afanes de parte de los anfitriones. La administración estadounidense vetó la participación de Cuba, Nicaragua y Venezuela en la cita continental, y ahora se suma la disposición del Gobierno estadounidense de impedir que asistan a la reunión regional representantes de la sociedad civil cubana. Las autoridades norteamericanas prohibieron la concesión de visa de entrada a 23 cubanos entre los que se encuentra la renombrada científica y médica cubana Tania Crombet Ramos, miembro de la Academia Mundial de Ciencias, que contribuyó al desarrollo de varias vacunas que salvaron vidas; Reineris Salas Pérez, luchador olímpico que ganó la medalla de bronce en Tokio; Jorge González Núñez, líder estudiantil cristiano, y muchos otros, entre periodistas, artistas, sindicalistas y líderes comunitarios. En la cumbre por la democracia, celebrada en Washington a finales de 2021, el gobierno estadounidense tampoco invitó a los tres países, que se sumaron a una ‘lista negra’ de naciones americanas conformada por Bolivia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua y Venezuela. La explicación norteamericana se refiere a que “es un momento clave en nuestro hemisferio, un momento en el que estamos enfrentando muchos retos a la democracia, y los países (Cuba, Nicaragua y Venezuela) no respetan la carta democrática de las américas, y por eso no se espera su presencia”.
The People´s Forum -una de las 150 organizaciones estadounidenses encargadas de preparar la Cumbre-, indicó que la medida “reafirma el carácter excluyente de la política exterior estadounidense (…) y la gran hipocresía del Gobierno de Estados Unidos, que tanto quiere hablar de democracia, pero a fin de cuentas es una democracia para unos pocos, para los que están de acuerdo con ellos; no una democracia en la cual todos podamos participar”, señala el comunicado. La declaración concluye en que estas acciones impiden la posibilidad de “poder intercambiar sin ninguna conclusión prescrita, sino con el interés de dialogar y debatir sobre las cosas en común y el futuro que queremos construir juntos en nuestro continente”.
En el Portal Web de la Cumbre de los Pueblos por la Democracia se difundió una declaración que expresa indignación con esta situación, y hace un llamado a firmar una petición para que el gobierno norteamericano revierta su medida: “hay muchas personas dentro de Estados Unidos que no están de acuerdo con estas decisiones de exclusión que van en contra del diálogo”. La denegación de visados es una afrenta a los mismos valores democráticos que el gobierno estadounidense y su Cumbre de las Américas pretenden defender. Con esta decisión y la exclusión de Cuba de la Cumbre por parte de Biden, “se le ha negado a Cuba una voz en las discusiones vitales sobre la democracia, la integración y la cooperación regional”, denunció el texto.
En el contexto diplomático regional, la reacción del gobierno mexicano condena la postura estadounidense, señalando directamente al gobierno de Joe Biden la necesidad de transformar las relaciones entre los países de América y dejar atrás la estrategia de hegemonía e injerencismo, para sustituirla por una de cooperación y unidad. El presidente de México, López Obrador, aseguró que Biden podría ser el líder que conduzca a una nueva relación entre los pueblos de América y transformar la política anacrónica basada tanto en la Doctrina Monroe como en las pugnas que se originaron durante la Guerra Fría. El mandatario mexicano declaró que no iría en representación de México, de continuar excluidos los tres países mencionados.
En tanto, el gobierno nicaragüense afirmó que a Nicaragua no le estimula participar y no participará en la próxima Cumbre de las Américas donde se pretende excluir a su país, además de Cuba y Venezuela, por parte de la Casa Blanca. Daniel Ortega, presidente del país, destacó la creación en 2010 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como una “fuerza alternativa surgida de los procesos revolucionarios que se multiplicaban en América Latina y el Caribe (…) que ahora se necesita su fortaleza para lograr en la comunidad soberanía y autonomía.
La posición ecuatoriana, sin ser un comunicado oficial, se dejó entrever en una declaración de prensa del presidente Guillermo Lasso que habló sobre la posibilidad de no excluir a ningún líder político en la próxima Cumbre de las Américas, al tiempo de reconocer que «estas divisiones afectan a los ciudadanos en su vida diaria». Durante esta cumbre se comparten ideas y acuerdos de interés para los países visitantes, que van desde la salud, seguridad y política hasta temas de apoyo para comunidades vulnerables del continente como educación, economía y apoyos sociales.
La Cumbre de las Américas, con prematuras decisiones excluyentes contradice su propio espíritu de ser el encuentro inclusivo y democrático para una nueva era diplomática en la región americana.