Soñé con un hombre que no era yo cuando debía serlo. Consulté qué significado pudo tener el sueño donde me descubro tratando de hacer coincidir las dos existencias -la suya y la mía- y yuxtaponer las dos imágenes en una sola. Y en apariencia se trata de un deber ser social que me impele a ser uno solo, pero en la realidad del sueño es que aquel hombre no era yo, y yo no era él.
Tener sueños que uno no entiende puede ser frustrante y confuso, pero la mente puede estar tratando de enviar mensajes. En sueños uno puede tratar de representar, literalmente, características que desea adquirir o metas que se tiene. Lo importante es lo que se piensa acerca del sueño, esa es la parte significativa de la interpretación onírica. Aunque los estímulos procedentes del exterior pueden sugerir una sola interpretación de los sueños, no hay que olvidar que uno es el soñador, nadie más puede comprender el verdadero mensaje.
En el sueño que tuve veía un cuerpo que sabía no era el mío y trataba de hacerlo coincidir en un traslapo ontológico, mientras una fuerza me empujaba hacia él. Era un hombre desconocido, y soñar con un desconocido tiene un significado: representa el lado agresivo o competitivo. No era un hombre mayor que yo, porque aquello significaría conseguir una posición social envidiable, gozar de la vida a las anchas, un anuncio de encuentros exitosos, pero en este país es difícil, sino poco menos que imposible, pensé al despertar.
Según Freud, la mente conserva guardados recuerdos y emociones en el subconsciente. Esto considerando que la humanidad ha vivido tres grandes humillaciones que afectan al hombre: Galileo descubrió que no somos el centro del universo, el descubrimiento que hizo Darwin de que tampoco somos la corona de la creación y, por último, el descubrimiento del hombre de que no controlamos nuestra mente. Con ninguna de las tres nos identificamos, ninguna me angustia como frustración. No obstante que, Freud dejó claro que las emociones enterradas en la superficie del subconsciente, suben a la superficie del consciente durante los sueños y eso ayuda a destapar emociones ocultas en el plano surreal. Habría que saber qué sucede cuando esas emociones se quedan bajo la línea de flotación y no suben a la superficie real.
Existen sueños de contenido manifiesto o experimentados a nivel de la superficie, y sueños latentes no conscientes que se expresan a través del lenguaje onírico. Y todos ellos expresan la realización de un deseo del soñador anhelante, donde lo que aparece es el mero incumplimiento o frustración de ese deseo. Será por eso que entre las diversas explicaciones acerca de un sueño subyace la satisfacción de una tendencia masoquista. Los sueños, en tal sentido, resultan ser una realización disfrazada de los deseos reprimidos. Esta conclusión se muestra coherente, a partir de la sugerencia que hace Freud en cuanto que la censura produce una distorsión del contenido onírico. Lo que parece en el sueño como un conjunto de imágenes sin sentido, en el intento descifrador puede resultar un conjunto de ideas interpretativas coherentes. Esto quiere decir que el valor analítico del sueño radica en la revelación del plano subconsciente de la mente.
Volvemos al punto cero. No he revelado la actividad subconsciente de la mente en el sueño que yo tuve con un hombre que no era yo, con el cual debía hacerme coincidir, yuxtaponerme con su presencia en una yuxtaposición ontológica. El fenómeno de soñar con uno mismo es conocido como Doppelgänger que significa gemelo de uno que se puede encontrar en la calle. En otras palabras, quien sueña con uno mismo es un onironauta. ¡Vaya con el lenguaje hieroglífico -ideográfico no fonético- de los sueños al que Freud llamó psicoanálisis! Análisis según el cual, todos los sueños tienen un sentido. Un sueño es un espejo que el cerebro reclama para verse desde un punto de vista distinto al suyo. En el que se refleja que cada cosa soñada significa tal otra cosa de manera rigurosa, sin considerar la realidad particular de cada sujeto. Por eso Freud sugiere descomponer el relato onírico en sus partes para que al final surja la interpretación global, en la cual el sueño se revelará como la realización de nuestros deseos. Los sueños, en tal sentido, no son simple actividad somática sino una acabada manifestación psíquica como fenómeno inherente a nuestra mente, expresión de anhelos ocultos que constituye el resultado de una actividad intelectual altamente complicada que está incluida en un conjunto de actos incomprensibles en nuestra vida despierta. El sueño, en última instancia, es un deber ser. En los sueños el deseo aparece disfrazado, pugnando por realizarse en el aspecto manifiesto del sueño -en lo efectivamente soñado-, proceso que Freud denomina deformación onírica. El maestro del psicoanálisis se cuestiona porqué tiene que haber una deformación cuando el sueño pudo haber expresado el deseo sin aberraciones. Deformación que en el fondo es intencional y se debe a la censura que ejercemos contra la libre expresión de nuestros deseos que, por alguna causa, consideramos reprimibles.
¿Soñar con un hombre que no soy yo, al que debo yuxtaponerme en una yuxtaposición ontológica, significa no aceptarme como soy, querer ser otro en mí? El onironauta que hay en mí debería confesar si existe alguna parte que desconozco del ser que me habita y que necesita salir, o si hay un sentimiento de culpa implícito en ello.
Me quedo esperando la respuesta.