Suele ser un lugar común decir que el Primero de Mayo debe ser “combativo y unitario”. Una tradicional consigna que convoca a los trabajadores del mundo unidos desde 1886 en la ciudad de Chicago, cuando se dieron cita miles de operarios para conquistar la jornada laboral de 8 horas, movilización que cristalizó un derecho que daría origen a la efeméride proletaria más importante del mundo. Aquel sería uno de los cambios trascendentales de la historia del trabajo. Luego vendrían nuevas conquistas escritas con sangre, sudor y lágrimas por la clase trabajadora.
La teoría clásica de las ciencias sociales, cuando augura una transformación de la sociedad, indica que debe darse condiciones objetivas y subjetivas para un cambio revolucionario. Entre las cuales se debe establecer una rigurosa concordancia con los fundamentos de la concepción materialista del mundo, teniendo presente “las leyes objetivas del desarrollo de la sociedad y la creciente trascendencia del factor subjetivo en la historia, ante todo de la conciencia, de la organización y de la actividad de las masas proletarias”.
Los factores objetivos de la revolución social están dados por las contradicciones estructurales que demuestran que las revoluciones no se hacen por encargo, sino que nacen de las crisis revolucionarias que se van gestando independientemente de la voluntad de las organizaciones políticas. La revolución es imposible sin cambios objetivos, cuyo conjunto forma la situación revolucionaria. La revolución no se produce sino únicamente cuando a los cambios objetivos se suman los subjetivos, es decir, cuando se añade la capacidad de la clase revolucionaria para realizar movimientos de masas con el fin de quebrar la resistencia de las fuerzas reaccionarias.
El Primero de mayo de 1886 contribuyó al desarrollo del factor subjetivo, luego de que las condiciones objetivas estaban dadas y generaron las condiciones para las jornadas de Chicago. A partir de entonces, los ascensos y descensos del movimiento obrero, los flujos y reflujos de la marea revolucionaria están relacionadas con el cambio de fuerzas entre las clases sociales, y, en última instancia, con el cambio de la situación económica. Pero también, según enseña la ciencia política, con las fuerzas cardinales de la sociedad capitalista, la burguesía y el proletariado: la primera como clase constructora de dicha sociedad, parte dirigente y promotora de la misma; el segundo, como la única fuerza capaz de cambiar esa sociedad, como define la teoría.

Historia de lucha
El historiador Juan Paz y Miño puntualiza que en el país “la clase trabajadora asalariada era incipiente, bajo un sistema precapitalista, dominado por una poderosa oligarquía agraria, comercial y, sobre todo, bancaria. Sin embargo, gracias a los gobiernos Julianos (1925-1931) se inició un largo proceso histórico de superación del régimen oligárquico”. A través del tiempo, se forman y crecen organizaciones al calor de las luchas reivindicativas, como CEDOC, CTE, CEOLS, que a inicios de la década de 1970 convergen y crean el Frente Unitario de Trabajadores.
El protagonismo de estas instancias sindicales se fortalece desde 2007, cuando el régimen de Rafael Correa pone freno al desarrollo del neoliberalismo y se propone organizar una economía social. Cuando ese proceso llega a su fin en el 2017, el modelo empresarial-neoliberal retoma terreno perdido y profundiza consignas de las elites empresariales para reconquistar privilegios, a través de reformas destinadas a flexibilizar las leyes laborales propuestas por el régimen.
En este contexto crece la desinstitucionalización del país, junto a ello la corrupción pública y privada, léase evasión tributaria, paraísos fiscales, INA Papers, Panamá Papers, Pandora Papers, etc., como señala Paz y Miño. De igual modo, se incrementa la inseguridad ciudadana, por tanto, aumenta la emigración de ecuatorianos motivada por la desesperanza y el desarraigo, mientras se ha estimulado una “cultura del privilegio” a merced del poder privado, ante un Estado reducido a su mínima expresión. Sin embargo, como recuerda Paz y Miño, falta transitar por el camino neoliberal a través de las privatizaciones y los nuevos tratados de libre comercio y la pretendida reforma laboral.
Jornada en Ecuador
Este primero de mayo el país vivió una jornada con presencia de miles de ecuatorianos que salieron a las calles a manifestarse en contra de las políticas neoliberales propiciadas por el gobierno. al calor de “Fuera, Lasso fuera”, en las principales ciudades del país confederaciones y centrales sindicales, así como colectivos de trabajadores, profesionales de la salud, estudiantes, gestores culturales, movimientos feministas, servidores públicos y familias se expresaron en la marcha del día domingo.
Al unísono exigían cumplimiento de los derechos laborales, mayor seguridad, poner fin a la privatización de los recursos públicos, mayor presupuesto para la salud y la educación, justicia salarial, pensiones jubilares, subsidio para los combustibles, y detener el proceso inflacionario que vive el país.
En Ecuador existen condiciones objetivas para el cambio social, que se manifiestan en la contradicción estructural existente en una sociedad donde se confronta el capital y el trabajo, agudizada por la imposición del modelo de desarrollo económico social neoliberal y las necesidades materiales no resueltas de un pueblo y sus trabajadores. En lo político, se manifiesta a través de la confrontación entre un bloque hegemónico empresarial-financiero representado por el actual gobierno, de cara a un bloque progresista que pugna por reformas esencialmente económico reivindicativas representadas por derechos laborales, seguridad social, optimización de remuneraciones, etc.
Ecuador está a medio camino del desarrollo de condiciones subjetivas que están dadas por una mayor conciencia y unidad de clase. Es decir, es condición indispensable la conformación estructural y orgánica de un partido revolucionario que luche por reivindicaciones materiales de clase y se plantee el ascenso al poder de la clase trabajadora como vanguardia del conjunto social. Proceso que dependerá del progreso histórico de una clase proletaria urbano rural -obrera y campesina- ecuatoriana y de su conciencia de clase alcanzada, en capacidad de proponer un proyecto político que movilice al resto de la sociedad. Las enseñanzas de las jornadas de mayo, «combativas y unitarias», serán siempre el referente popular para los cambios sociales que, condiciones objetivas y subjetivas, harán posible cristalizar en el país.