En el Día Mundial del Libro, bien vale reflexionar acerca del poder de la palabra escrita y su rol en la cultura. El medio natural del hombre es la cultura, afirma Román Gubern en su ensayo Metamorfosis de la Lectura, publicado por la Campaña de Lectura Eugenio Espejo a propósito del mes de abril, mes del libro. El meme -sugiere Gubern- es una unidad cultural, a diferencia del gene en la cultura que es una información transmitida por aprendizaje social. El gene es propio del genoma que es un mapa biológico específico heredado en cada especie, mientras que el meme es transmisión cultural heredada entre generaciones por imitación de la conducta de los ancestros.
La lectura formaría parte de los genes. Desde las figuras narrativas de las cuevas de Altamira hasta los poemas de Neruda, el hombre y la mujer leen en tramos de sabiduría acumulada en unidades culturales y la cultura es información transmitida por aprendizaje social. Sabemos que la lectura es el fluido discurso por donde transita el pensamiento simbólico ¿Qué enlaza, entonces, a los factores biológicos y culturales? Aquel impulso atávico llamado curiosidad instó al hombre a leer, a enterarse de los saberes de los otros.
El hombre es protagonista del proceso cognitivo vivo que va desde lo sensitivo a lo convencional o simbólico, sugiere Gubern. Primero reconoció lo icónico, la imagen suya reflejada en el agua remansada. Luego lo indicial, indicios como rostros de sangre de la presa herida o los olores que le acompañan. Y finalmente, el paso más elevado a lo simbólico convencional hasta llegar a la escritura. En ella cohabitan en conexión lo emocional e intelectual, en que las emociones gratificadoras son por lo general de breve permanencia, en cambo las intelectuales suelen ser más duraderas. La razón prevalece al sentimiento, el pensar trasciende al sentir. Sin embargo, la brevedad emocional por sobre la permanencia racional custodia al ser humano de los peligros del miedo, el dolor, la inseguridad, como auténticas alertas encendidas ante la amenaza de la muerte, ayudándole a la supervivencia.
La inteligencia humana acumula estos sentires como una anticipación de futuro a largo plazo y permite la toma de decisiones en relación con tal anticipo. Carl Jung creía en un inconsciente colectivo y en una memoria primitiva transmitida, a través de la escritura-lectura. Actos cada cual en su vertiente dinámica que nos conducen a un mismo fin: conocernos a través de conocer al otro. Y este componente cognitivo se traspasa en la acción de dos verbos complementarios: pensar (con palabras y números) e imaginar (pensar con imágenes). Diferente de la fantasía desprovista de imaginación, de la que hablaba Marx para referirse a la mera especulación.
Solo el hombre tiene entre los animales la cualidad del lenguaje articulado, que se manifiesta en una habilidad compleja, fruto de un componente psíquico que se evidencia como expresión acústica reglada. El lenguaje es la esencia del hombre, dijo Emile Benveniste. En el principio era el Verbo ¿Significa que el lenguaje antecede al ser, es esto una metáfora o un hecho histórico? De haber sido así se trata de traducir lo expresable divino por lo expresable humano, en que la palabra de Dios rigió el origen y posterior vida del hombre. En otras palabras, es un intento por privilegiar la capacidad del lenguaje para crear infinitos mundos posibles. No lo sabemos.
Todo ser vivo posee un lenguaje, solo el hombre un habla. Verbal o gestual el lenguaje es la señal comunicativa de los seres vivos. La palabra es patrimonio exclusivo del hombre elevada a una expresión simbólica en el acto de escribir y leer. En ese avatar existen palabras cerradas y palabra abiertas que inhiben el saber o lo estimulan, que encierran o liberan sustantivos, verbos y calificativos. En eso consiste la magia del saber decir.
¿La palabra que sucedió al lenguaje gestual es más imaginativa? Se trata de una habilidad singular para el pensamiento y la comunicación, en que el lenguaje es un sistema de expresión del pensamiento o un medio de comunicación social. Se piensa en silencio y se habla en voz alta. En ambos casos con palabras, evocadas en el primer caso, estimuladas en el segundo.
Platón decía que la palabra y el lenguaje humano se inventaron para mentir y ocultar el pensamiento. ¿Es el lenguaje articulado más expresivo que el lenguaje gestual, incluidas las miradas, las caricias, la vestimenta, la desnudez? ¿Expresa más la palabra que el silencio? Aun estas inquietudes continúan siendo interrogantes.
Lo cierto es que el lenguaje humano tiene poder acumulativo, más allá del poder sorpresivo de la imagen. La palabra subyuga o libera. El hombre que escribe se libera, quien lee es subyugado. ¿Dónde está más delineado el poder de la palabra entre el hombre y la mujer, quién posee el mayor poder de la palabra con poderío? ¿No es la mujer quien enseña hablar a sus críos? El hombre aprendió a leer en el neolítico, pero sabía leer gestos en las imágenes rupestres. El homo scriptor solo tiene 6 mil años, el homo pictor tienen 35 mil. El libro nació en el Imperio Romano a finales del siglo I, en ese proceso la literatura fue primero oral, luego se hizo escrita, nos recuerda Gubern. Antes fue el signo sonoro de la palabra, luego su representación simbólica; no obstante, solo el 3% de los lugares existentes tiene literatura escrita. La lectura del libro es un proceso de comunicación visual de signos convencionales que transportan el saber individual a los saberes colectivos a través de la historia.
La diferencia entre saberes y decires entre hombres y mujeres radica en que ellas utilizan la palabra para denotar y denotarse, el hombre para simular y disimularse. La mujer acepta lo que es y el hombre rechaza lo que es. La mujer se afirma, el hombre se elude con la palabra. La mujer se invade, el hombre se evade de sí mismo. ¿La literatura escrita por uno y otro refleja este extraño proceder? Mas allá de la duda, la escritura hace perdurable la palabra. La escritura hace permanente la memoria del habla. Leer es recordar lo recordado y volver a vivirlo.
Aún prevalece la disquisición acerca de si la palabra remplaza a la vida. No en vano el poeta Blas de Otero dejó escrito: Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra.