Las delegaciones rusa y ucraniana que llevan adelante las conversaciones de paz acordaron reunirse esta semana, pero no hay acuerdo en el lugar de la cita: Ucrania habla de reunirse desde este lunes en Turquía, en tanto Rusia dice que la reunión tendrá lugar a partir del martes hasta el día miércoles de esta semana. Pero ese no es el único desacuerdo, Rusia expresó su pesimismo acerca de la evolución de las negociaciones que están en un punto muerto, por las dilaciones de Kiev y la negativa ucraniana de firmar un tratado integral de paz.
Las partes informan que han estado discutiendo temas militares, políticos y humanitarios. Rusia quiere, entre otras cosas, el desarrollo y mantenimiento del «estatus neutral de Ucrania», según ha dicho el líder de la delegación rusa, Vladimir Medinski. Ucrania exigió un alto el fuego inmediato y la retirada de las fuerzas rusas de su territorio. El gobierno de Ucrania no está dispuesto a negociar el estatus de Crimea o el de Donbass, territorios controlados por Rusia y ocupados según Kiev. Además, no hay avances en torno a las negociaciones sobre un posible desarme parcial del Ejercito ucraniano o acerca de la renuncia de Ucrania a sus aspiraciones de incorporarse a la OTAN, según exige Moscú. Putin pide garantías de seguridad, desmilitarización y desnazificación de Ucrania y el reconocimiento de Crimea y las regiones separatistas de Donbass en la región Este del país. El Kremlin ha manifestado que, sin considerar estos aspectos, la conclusión de un acuerdo es poco probable.
Ucrania, en una posición que es explicable a partir de la presión rusa, se mantiene principalmente preocupada por obtener garantías de seguridad de terceras potencias como EE. UU, en caso de que Ucrania no se integre a la OTAN. Los negociadores ucranianos convencidos de que el tiempo corre a su favor, no muestran prisa en llegar a un acuerdo. No obstante, las partes en conflicto parecen acercarse a coincidencias en temas secundarios, pero no ocurre lo mismo en las cuestiones políticas principales.
La otra guerra
En tanto, la guerra informativa continúa entre las cadenas televisivas y prensa occidentales y los medios informativos del Este, al extremo que a momentos pareciera que ambas versiones se refirieren a guerras diferentes.
Diversos medios rusos que, durante años, han sido espacio para analistas internacionales críticos fueron prohibidos por EEUU, la Unión Europea, Reino Unido y otros aliados. Su señal abierta, sus canales YouTube y todas sus redes sociales, sin decisión judicial alguna, fueron censuradas. La propaganda bélica occidental, orquestada desde los Estados Unidos, habla de ataques rusos a objetivos civiles sin que las imágenes puedan corroborar la información, mientras que las noticias rusas dan cuenta de avances militares en los suburbios de Kiev, ciudad cercada por efectivos del Ejército de Rusia.
Los medios de Occidente aplican una censura estricta, dejando espacios testimoniales que justifiquen su falsa pluralidad. El periódico francés Le Fígaro decidió censurar un reportaje neutral de su corresponsal en Ucrania, mientras que YouTube ha censurado no solo a medios y periodistas de Rusia con millones de seguidores, sino además el documental Ukrania on fire, de Oliver Stone, realizado hace ya seis años. La red Twitter ha etiquetado como “medios afiliados al gobierno ruso” las cuentas de todo periodista que haya colaborado, en algún momento, con algún canal público ruso. En la red Tik Tok, Joe Biden convocó a los 30 ticktokers más influyentes, dándoles un mensaje claro a difundir en la propaganda de guerra: el culpable de la inflación en EE.UU es Putin. Facebook e Instagram no se quedan atrás y han levantado la prohibición de los mensajes de odio si estos son contra Rusia, permitiéndose los llamados a matar a los presidentes ruso y bielorruso y los elogios al Regimiento nazi ucraniano Azov. The New York Times difundió un mapa sobre desplazamiento de personas: las familias ucranianas en Polonia son “refugiadas”, mientras que las de Donbass en Rusia, son “migrantes”, aunque huyan de las bombas ucranianas. El periódico español La Vanguardia, en su afán de censurar toda información y opinión contraria a la versión oficial europea, realiza una promoción comercial con el lema “Stop Putin. La desinformación nos quiere divididos”, contra el único villano ruso. Cosas de la otra guerra.
Si la verdad es lo primero que muere en una guerra, la paz es lo último que nace en medio del conflicto. El mundo espera que el diálogo diplomático reemplace al lenguaje de las armas y la verdad se imponga por sobre los intereses de las partes, que pueden ser hasta legítimos, pero que no alcanzan a justificar la guerra como la peor forma de la política.