Siempre se dijo que la guerra es la política por otros medios. No obstante, el conflicto que enfrenta a la OTAN con Rusia y que tiene como escenario a Ucrania, confirma que en un mundo globalizado la economía es la guerra por otros medios. La guerra que libra Occidente contra Rusia es económica. El bloqueo occidental a Rusia liderado por los Estados Unidos así lo demuestra. Se trata de ahogar a la economía rusa para que no pueda financiar la guerra. Un conjunto de acciones restrictivas al flujo económico ruso que tiene como propósito provocar efectos negativos en la población de ese país para despertar la crítica ciudadana al gobierno de Vladimir Putin. Esto confluye con la situación de Rusia cuya moneda -el rublo- cayó en un 30%, lo que provoca inflación al interior del país con el consiguiente malestar de su población. El bloqueo al flujo económico ruso, la imposición de no comerciar con Rusia, la congelación de cuentas bancarias, obstrucción de los canales financieros y la incautación de bienes rusos en el occidente representan una guerra económica sin precedentes que se constituye en el bloqueo de mayores dimensiones aplicado contra un país en el último siglo, con el objetivo político de desmontar las capacidades financieras de Rusia. Simultáneamente, esta agresión económica implantada por los Estados Unidos se explica por la crisis del dólar que en los últimos meses se ha degradado en su valor. En tal situación, la potencia capitalista del norte sostiene que una manera de controlar la situación financiera es con un dólar fuerte. La única excepción del bloqueo, es a las cuentas rusas por cobrar por concepto del comercio de petróleo y gas. Otro aspecto de la guerra económica es el impedimento al libre tráfico aéreo y uso de aeropuertos europeos por aviones rusos, lo que supone un problema logístico para el comercio ruso con el resto del mundo.
La consecuencia inmediata del bloqueo, y que preocupa a los Estados Unidos, es que la reacción de aquellos países del mundo que mantienen relaciones comerciales con Rusia se resistirá a bloquear sus lazos comerciales con el país de Vladimir Putin. Prueba de ello es que Argentina, México y Venezuela, en America Latina, ya se han negado hacerlo y, al mismo tiempo, se generan nuevas relaciones comerciales con Rusia aprovechando la necesidad de ese país de no aislarse ante el mundo.
Rusia tiene, según analistas, la capacidad de resistir al menos un año un bloqueo internacional a gran escala, gracias a los 630 mil millones de dólares que dispone en reservas económicas. Por su parte China es una potencia que, eventualmente aliada de Rusia, acudiría en apoyo comercial de su socio.
Sin embargo, ante el escenario de una guerra económica desatada contra Rusia los efectos financieros y comerciales en Occidente no se hacen esperar. En tanto, Rusia puede resistir el bloqueo porque permanece fuera del sistema occidental y, además, sostiene vínculos con una economía impulsada por organizaciones irregulares organizadas.
El mundo está a las puertas de cambios importante y las potencias lo saben, tras la pandemia descubrieron que el control social suprime el sentido crítico. Esas mismas potencias disfrazan la realidad e imponen un activo de guerra: las sanciones económicas, cuyos misiles no son capaces de dar en el blanco. ¿Por qué sube el dólar frente al euro, por qué escasean los dólares en Europa, por qué todo esto afecta tanto a Hispanoamérica? La guerra que libra occidente contra Rusia es esencialmente económica, la idea central es hundir al rublo, las armas utilizadas son, prioritariamente, cerrar la economía que transcurre con moneda rusa. Occidente cree que Rusia no podría evitar el hundimiento del rublo por mucho tiempo, pero no toma en cuenta las consecuencias. La mayoría de sus decisiones va a perjudicar a los demás países, pero no lo dicen. Por eso es que la propaganda occidental redunda en torno a la idea de que Putin es nefasto, que cortará el suministro de gas y que lo va a encarecer todo en Europa y el mundo. No contaron con que quien inundaba de dólares hasta hace muy poco al continente europeo, era Rusia. Ahora, por no poder accionar con el comercio ruso, los bancos europeos no tienen acceso a la gran cantidad de dólares que había en el mercado; al haber menos el dólar se encarece y el euro cae. Ese incremento del dólar le reduce competitividad a los EE.UU., porque ahora los costos logísticos son más altos. Los estadounidenses se verán obligados a imprimir dólares nuevamente y eso generará más inflación interna en los EEUU. Si el euro baja, bajan los precios de los productos y eso favorece las exportaciones, mientras aumenta el costo de las importaciones.
Según expertos, todo esto puede ser la antesala de una guerra entre el establishment socioeconómico y político global y el nuevo modo de gestión descentralizado de los activos. En mayor o menor medida, se ha logrado afectar algunos aspectos de la economía rusa. Pero, en tanto pasan los días, el efecto inicial se desvanece, al contrario de lo que se esperaba los rusos no colapsan y se amortigua el golpe, mientras EE.UU. mantiene el lanzamiento de sus misiles económicos, pero algunos de esos disparos son al aire.
Hasta entonces se trataba de una guerra clásica del siglo XX. La nueva guerra financiera del siglo XXI tiene un nuevo elemento: las criptomonedas, que permiten a los oligarcas y a la población rusa cambiar sus rublos por bitcoins, que en una semana subieron un 10%. Este conflicto demuestra que en algunos meses la teoría global clásica deberá cambiar hacia la descentralización y la criptomanía económica, puesto que la alternativa parece ser no necesitar bancos ni intermediarios. Al cambiar rublos por bitcoins se evita la depreciación patrimonial de muchos rusos y se elude controles que impedían comprar fuera de Rusia. Ahora desde Occidente tienen que controlar los criptoactivos e impedir la criptoevasión, que si no se regulan provocarán un problema económico global.
La criptoeconomía es ilegal porque no solo se salta las reglas impuestas en la guerra económica occidental contra Rusia, sino que pone en riesgo la economía global del hemisferio. Hay un detalle que Occidente no previó: si se cierran las operaciones de criptoactivos, se cierra también una fuente de ingresos para Ucrania. El gobierno ucraniano está recabando millones de dólares en criptoactivos. Un criptoactivo es un código que se puede mover de un lado a otro. Se habla de regular los criptoactivos, cuando ya están regulados, lo que se quiere hacer es controlar el movimiento de bitcoins; pero, si se lo hace, se los empuja hacia el mercado negro y eso es peor.
La guerra económica occidental contra Rusia no es más que una jugarreta que vamos a tener que pagar todos.
Impacto en el mundo
El impacto del bloqueo a Rusia ya se hizo sentir en Europa con el 1% de reducción en el crecimiento de la economía en la Unión Europea en este año. En contraste, Rusia es el tercer productor de petróleo en el mundo, con una producción de 7 millones de barriles de crudo por día, en un mercado mundial que consume 100 millones diarios de barriles de petróleo. Por otro lado, los commodities que produce Rusia -trigo, metales, entre otros- han incrementado su precio internacional sostenidamente.
El impacto del bloqueo económico a Rusia en América Latina tiene diversos efectos, conforme el nivel de relaciones comerciales de cada país de la región con Rusia. En el caso de Ecuador, el país se ve beneficiado con el alza de los hidrocarburos a USD 110 el barril de petróleo, considerando que la proforma presupuestaria del Estado para este año fue calculada con un precio del petróleo a la mitad de ese valor. Eso abre la posibilidad política de destinar excedentes económicos petroleros a financiar rubros esenciales, como salud, educación y seguridad, puesto que el país recibiría un adicional de 1500 millones de dólares a lo presupuestado. El comercio de nuestros tres principales productos de exportación con Rusia, -camarón, banano y flores- sufre afectación por el bloquero económico occidental a Rusia, país que representa el tercer lugar como comprador de banano ecuatoriano, y compra 142 millones en camarón y 99 en flores, constituyéndose en el cuarto socio comercial de Ecuador, con un comercio de 18 mil millones de dólares anuales en el mercado no petrolero ruso ecuatoriano. El impacto económico ante una eventual contracción del comercio bilateral de Ecuador con Rusia se hará sentir en lo laboral, con pérdidas importante de fuentes de trabajo en la industria camaronera y florícola ecuatoriana. La prioridad nacional en los actuales momentos es aumentar fuentes de empleo y controlar un posible incremento de la inflación por el alza de los combustibles, cuyos precios de los derivados están anclados a los precios internacionales del petróleo. Un alza de las gasolinas inside directamente en los costos del transporte de productos de primera necesidad, desde los centros de producción a los consumidores.
Al final del día, expertos afirman que el impacto local del bloque occidental a Rusia puede ascender a 200 millones dólares que el país deja de percibir por exportaciones. Las mayores dificultades para el comercio ecuatoriano-ruso son de orden logístico en el transporte de productos, lo que obliga a nuestro país a triangular los envíos a través de otros países encareciendo el flete.
Frente a esta situación que se espera coyuntural, Ecuador está llamado a establecer estrategias económicas nuevas, considerando otros mercados. China es el segundo socio comercial ecuatoriano después de EEUU, el tercero es Rusia; con China amerita establecer tratados de libre comercio a la brevedad posible.
Si bien la guerra es la economía por otros medios, Ecuador debe adoptar una postura no alineada y sostener una neutralidad comercial con Rusia. No es posible condenar a Rusia y, al mismo tiempo, tratar de venderle nuestros productos. En esa línea de acción en función de precautelar sus propios intereses, nuestro país no debe descartar un tratado comercial con la Federación rusa y proteger así la industria nacional por al menos 10 o 15 años.
Somos un país que representa apenas el 0,1% de la economía mundial, ¿por qué habríamos de alinearnos en una guerra económica, alentada por los Estados Unidos y la Unión Europea, que representan, respectivamente, el 35% y el 20% de la economía global?
En esta coyuntura, sin embargo, existe una oportunidad para nuestro país. Ecuador podría ser, próximamente, miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; en esa jerarquía internacional mejora notablemente su capacidad de negociación comercial con las potencias interesadas en el voto ecuatoriano en esa instancia diplomática dirimente del conflicto mundial.
La paz es un bien primordial de la humanidad que se bebe preservar. Mantener planes de contingencia económica para enfrentar la crisis coyuntural. Impulsar la defensa de los derechos humanos y la democracia internacional. Luchar contra la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión.
Esas son las batallas que debe emprender el país. Por esas causas debe apostar el Ecuador.