Llegaron literalmente con tambores, bombos y platillos había que hacerse escuchar por las autoridades de la seguridad social frente al edificio Zarzuela, sede del Consejo Directivo del IESS. Los carteles lucían letras de colores con la leyenda “Ecuador del encuentro sin atención médica, sin medicamentos y con las privadas sobándose las garras”. Las consignas, en ese mismo tenor, reiteraban “el IESS no se vende, el IESS se defiende”.

Fue el plantón de los familiares de los pacientes del IESS obligados a despachar las recetas del Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM) en farmacias privadas y pagar de su bolsillo medicamentos e insumos que no le proporciona la seguridad social a la cual han aportado mensualmente como afiliados toda una vida. La protesta era secundada por bocinazos de los vehículos que pasaban por la calle 9 de octubre en expresión de solidaridad ciudadana de sus ocupantes, que sienten suyo el drama de miles de ecuatorianos maltratados por el sistema de salud pública del país.

El promotor del plantón, Washington Yépez periodista, quien tiene a su esposa la periodista Eufemia Salazar desahuciada con cáncer terminal, luego de recibir -según su denuncia- mala atención en el HCAM, manifestó: “Estamos aquí porque creemos que los ciudadanos deben despertarse y deben salir a reclamar en las calles su derecho, es hora de que hagamos sentir que los ecuatorianos carecemos de medicinas, carecemos de insumos, la atención en los hospitales públicos es pésima. Estamos reclamando por un derecho fundamental que es la salud de todos los seres humanos. El gobierno siempre miente ha dicho que hay medicinas en los hospitales públicos y en los hospitales del IESS, pero es mentira. No hay sensibilidad, lo que pretende más bien es privatizar el IESS; acaban de anunciar un proyecto de ley en donde se sube el aporte de los pensionistas y aumenta la edad para la jubilación. En definitiva, lo que se quiere es privatizar el IESS y la salud pública, eso no lo podemos permitir. Están despidiendo al personal médico del HCAM y están escondiendo las medicinas como una forma de desacreditar al hospital y proceder a su privatización”.
Una mujer de mediana edad que se manifestaba con un cartel en la mano, agregó: “Tenemos una compañerita que está enferma y no hay medicinas para ella, esa es nuestra indignación”.

Entre los concurrentes que copaban la calle frente a la sede del Consejo Directivo del IESS se encontraba el escritor Jaime Galarza que, con 92 años a cuesta, sigue dando pelea por los derechos humanos y manifestó: “Aquí estamos luchando por la vida y por el derecho que tengo, porque el seguro social es del pueblo y se quieren llevar los banqueros”. En medio del plantón el coro repetía el estribillo que simboliza la protesta: “la salud es un derecho y no un negocio”. Ese es el sentimiento que ha calado en la conciencia popular como el eco de una voz ciudadana que se quiere hacer oír entre los directivos de la salud pública.
Una comisión representativa de los manifestantes ingresó a la sede del IESS, pero según se dijo los directivos no se encontraban en sus puestos de trabajo, y los manifestantes serían recibidos el próximo jueves. Los días jueves de cada semana se convertirán en la cita frecuente de los afiliados frente a la sede del IESS, indignados por la deprorable atención de salud que les brinda la institución.
Lo último que se pierde es la esperanza, primero se pierde la paciencia. El desabastecimiento de servicios e implementos médicos en el Ecuador del encuentro atraviesa por una innegable realidad: la salud en Ecuador no tendrá remedio sin la indignación y la exigencia popular.