La tragedia del 31 de enero ocurrida en el barrio La Gasca en la capital no es la primera. En Quito, entre 1900 y 1985, los periódicos han informado de 260 accidentes, entre inundaciones y aluviones en la desembocadura de las quebradas del Pichincha, derrumbes en los barrios periféricos situados en las vertientes de fuerte inclinación y hundimientos causados por fenómenos de erosión interna en los rellenos de quebradas del sector. Se trata de un fenómeno vinculado al funcionamiento geomorfológico del sitio urbano de Quito, problema agudo y siempre actual al que tiene que hacer frente la ciudad con accidentes del tipo de aluvión o inundación de los cuales existe información en las crónicas desde la época colonial. Solo en un siglo la ciudad capital aumentó su extensión en cerca de 40 veces entre 1880 y 1980, incrementando el crecimiento urbano desordenado y sin control efectivo por parte de las autoridades locales.
La singular topografía de la cuidad, una altiplanicie alargada en sentido norte sur al pie de la elevación del Pichincha, obligó a un crecimiento urbano en longitud (3 a 4 km. de ancho sobre 25 km. de largo), y a la ocupación de fuertes pendientes al este y al oeste y al relleno de la red de drenaje de las quebradas del Pichincha para ganar espacio urbanizable.
Estudios especializados establecieron que el origen de los problemas del sector en las faldas del Pichincha están directamente vinculados con “el reemplazo del sistema natural de desagüe por un sistema artificial: la red de alcantarillado de Quito que debe evacuar, no solo las aguas servidas y las de escurrimiento de la ciudad sino también las de escurrimiento de la vertiente oriental del Pichincha, que corre por 68 quebradas que no disponen sino de tres salidas en total, el Río Machángara y las quebradas de El Batán al este y de Carcelén al norte”. El resultado es que las aguas de estas quebradas atraviesan la ciudad por la red de desagües que es insuficiente para dar desfogue a las fuertes intensidades de lluvia, frecuentes en el clima ecuatorial de alta montaña. Este fue el motivo del aluvión que tuvo lugar en la avenida La Gasca en 1975, debido a la ruptura de una barrera natural de ramaje y desechos formada en el curso de la quebrada de Pambachupa que domina la avenida.

Aluvión en La Gasca, 1975.
Una loca topografía
Quito cuenta con un sistema de desagüe que reemplaza a un drenaje de montaña con una topografía de crecientes violentas, esto supone un problema de mantenimiento municipal de especial dificultad: limpieza permanente e indispensable de los materiales de aluvión y erosión de las canalizaciones que produce fenómenos erosivos internos. Si no se la realiza oportunamente, los materiales acumulados afectan a los materiales de relleno de las quebradas antiguas en las que los derrumbes producidos por las cañerías rotas sustraen materiales finos, limos y arenas.
La capital registra un crecimiento urbano y red de drenaje que distingue tres etapas en la progresión del espacio urbano: desde la fundación española de Quito, en 1534, hasta comienzos del siglo XX con un crecimiento lento y conforme un esquema radial, en torno del centro colonial, es así que en 1902 la ciudad ocupa 200 hectáreas. Durante la primera mitad del siglo XX, se produce una progresión más rápida y se trazan vías, como tentáculos, hacia el norte y hacia el sur con una superficie urbanizada en 1950 que no pasa de 1.300 ha. A partir de esta época la urbanización del espacio se acelera en proporciones considerables y la mayor parte de los cauces inferiores de las quebradas del sitio desaparecen, siguiendo una tendencia ya iniciada en la época colonial.
EI trazo del plano urbano de 1975 indica que la progresión de la ciudad se realiza principalmente hacia el norte, en los terrenos disecados de los pantanos de Iñaquito y alrededor del antiguo aeropuerto. Desde 1982, la extensión de la ciudad avanza -a menudo de forma espontánea- hacia el sur y va seguida de un ensanchamiento hacia el este, en las pendientes del escarpado de falla, y hacia el este, sobre las faldas del Pichincha.
Los estudios registran que el Plano de urbanismo elaborado en 1980 por el Municipio metropolitano fijaba un límite superior de la ciudad en los 2.950 metros para reducir problemas de drenaje y de distribución del agua, pero este límite es invadido con frecuencia. En la actualidad, diversos barrios urbano marginales superan la cota de 3.200 metros, agravando considerablemente los problemas de erosión urbana y la sedimentación en la red de desagüe.
Esta situación es causa de desastres ocurridos al sur de la ciudad, como el aluvión en la quebrada La Raya, en enero de 1986, que se suma a los accidentes climáticos urbanos que han tenido lugar entre 1900 y 1986. Las tragedias son de diverso tipo: aluviones o crecientes violentas de las quebradas; inundaciones o exceso de agua en las calles y casas; derrumbes y deslizamientos de terreno que afectan taludes y pendientes; hundimientos por erosión interna en rellenos de las quebradas y funcionamiento defectuoso de desagües. Hasta los años 1945-50, casi la totalidad de accidentes registrados en materia de aluviones y de inundaciones, tuvieron lugar en el centro de la ciudad a causa de crecientes de la quebrada de Jerusalem, por una parte, y a los de las quebradas EI Tejar, El Cebollar y Manosalvas. Desde 1950 tienen lugar otros accidentes, pero se ven aparecer numerosos problemas en las quebradas del Pichincha: Miraflores en 1950 y 1951, EI Armero 3 accidentes en 1951, Pambachupa en 1961 y 1975, Manzanachupa y Rumipamba en 1972, Yacupugru y Rumiurcu en 1983, entre los desastres más importantes. La multiplicación de los problemas que se comprueban luego se relaciona con la urbanización acelerada y posteriormente con la construcción de la Avenida Occidental en Quito.
Estudios urbanos establecen que, en su actual extensión, la ciudad presenta graves problemas de evacuación de las aguas de escurrimiento de la pendiente oriental del Pichincha. EI «Informe Final» elaborado en 1977 para el EMAP Quito (CMD’1977, cap. 14) proporciona bajo este aspecto estimaciones interesantes: a partir de las intensidades máximas pluviométricas de frecuencia decenal en los flancos del Pichincha, relacionadas con las características físicas de las depresiones de las quebradas, ha sido calculado el caudal máximo de frecuencia decenal de las quebradas más grandes del Pichincha y este caudal fue luego comparado con la capacidad de los recolectores destinados a evacuar las aguas. Los cálculos realizados en 19 quebradas establecen que 10 de ellas presentan un déficit de evacuación a veces considerable para la frecuencia decenal. Esto explica una gran parte de las inundaciones registradas, tanto más que las fuertes crecientes acarrean en general elementos sólidos -ramas, piedras, lodo, basura- que obstruyen parcial o totalmente las bocatomas.
El desastre de las últimas horas de la avenida La Gasca, con un saldo de 22 muertos hasta el momento, decenas de desaparecidos y heridos y cuantiosos daños materiales como se evidencia, tiene antecedente en la topografía de la ciudad y en el abandono municipal de los barrios marginales por parte de la responsabilidad oficial de las autoridades. Lo que hace que la inclemencia natural provoque una tragedia con historia que se pudo haber evitado.