Cierta izquierda y la derecha de siempre quisieran reconocer un solo pensamiento alineado a los postulados conservadores. Es más, esa misma izquierda en diversas coyunturas electorales ha preferido dar el voto a la derecha “para que se agudice el proceso social”. Y la derecha, ni corta ni perezosa, ha pretendido que sus doctrinas políticas sean, unívocamente, junto a su visión ideológica, la visión del mundo.
Esa lógica ha funcionado cuando se trata de la política abstracta, pero en la real politik las cosas suelen ser de otro modo. Cuando se confrontan posiciones partidistas contra los porfiados hechos de la realidad, asoman las contradicciones que determinan los matices de opinión.
En un reciente programa del Colectivo Espejo Libertario transmitido por Radio Pichincha, junto a mi colega, Luis Onofa, nos propusimos confrontar la opinión de un invitado socialdemócrata y otro progresista; la primera, Wilma Andrade, jefa del bloque de Izquierda Democrática en la Asamblea Nacional, y el segundo, Carlos Marx Carrasco, economista ex director del Servicio de Rentas Internas (SRI).
El programa se propuso dilucidar si estamos, o no, en el camino correcto de la reactivación económica con las medidas adoptadas por el Gobierno. La interrogante arrancó de una declaración de Xavier Hervas, ex candidato ID a la presidencia quien dijo que “se debe recuperar la institucionalidad del país, se repite la película de la ingobernabilidad, y el reto es reactivar la economía, pero no hay una política pública en tal sentido”.
Wilma Andrade señalo que “lo dicho por nuestro líder X. Hervas lleva a reflexionar en el ámbito político y social. Es obvio que una gran debilidad del gobierno es la baja representación que tiene en la Asamblea Nacional, con apenas el 10% de representantes, y en el escenario social son 34 de 220 alcaldes, es decir tampoco en la base social tiene un apoyo en la estructura de gobiernos autónomos descentralizados, y no cuenta con una estructura política apta para movilizaciones. En el tema económico le hace falta al presidente Lasso un programa económico amplio que cubra todos los aspectos. Existe la necesidad de que se generen expectativas más a largo plazo, (…) al país le hace falta un diálogo sin imposiciones”.
Coincidente, Carlos M. Carrasco manifestó que “la inversión pública si puede ser uno de los motores del desarrollo y de la reactivación de la economía. Las últimas décadas nos deben haber dejado una lección, el carácter contra cíclico de la política fiscal, de la inversión y el gasto público, pero no hemos aprendido; todavía vivimos una crisis económica y social, y frente a esa crisis es indispensable una política económica fiscal contra cíclica, no hay que aplastar el acelerador cuando la economía está de capa caída. Es indispensable la expansión de las finanzas públicas, que antes bordeaba el 10% del PIB y hoy tenemos menos del 2% del PIB en inversión pública. La salud y la educación están diezmándose, son mil millones en cada rubro que ha disminuido la inversión pública. Es indispensable saber que el FMI y sus condicionamientos no han servido, no hay un solo país en donde el FMI ha suscrito cartas de intención en que los daños no han sido graves. Lo peor está por venir, no veo visos de reactivación de la economía ni del empleo”.
Según Carrasco, los signos de que no estamos en un camino correcto de una reactivación económica son estadísticamente claros. “El crecimiento del PIB el año 2020 fue al menos del 7,8%, para el 2021 habremos crecido no más del 3.2% y para el presente año el crecimiento de la economía será uno de los más bajos de la región, probablemente un 3.0%”. Este es uno de los síntomas, si hablamos de empleo el régimen señala que hay 270 mil nuevos empleos, pero la verdad es otra, según Carrasco, todavía no recuperamos la cifra de trabajadores amparados por la seguridad social, estamos rezagados con algunos centenares de miles con respecto a los 3 millones de afiliados que había hace cuatro años.
Con respecto al aporte de la banca a través del impuesto al patrimonio, este sector tuvo grandes ganancias en la llamada década progresista, en opinión de Andrade; había un boom petrolero y eso determinó que haya una gran inversión pública. Si queremos ir a una reactivación debería haber mayor inversión pública, y en el presupuesto del Estado estamos viendo mínimos recursos para esa inversión. El presupuesto para obra pública es alrededor de 450 millones de dólares es una cifra ínfima. Hay que ir a un modelo con cambios profundos en el tema tributario ahí tenemos falencias todavía, se han acumulado los pagos de los grandes contribuyentes del Estado en el orden de los mil millones de dólares que estos contribuyentes no le están pagando al Estado, además, la defraudación aduanera sigue siendo un grave problema junto a la falta de generación de empleo, según manifiesta la asambleísta de la ID.
En un intento por caracterizar la época en la que vivimos, existe un retorno a la era plutocrática del siglo pasado, según apreciación del historiador Juan Paz y Miño. No obstante, Wilma Andrade considera que no se ve con claridad ese fenómeno, puesto que existe una Constitución garantista de derechos y seguridad social, como responsabilidad del Estado. Andrade se mostró firme en torno a que no se dé la privatización de empresas estratégicas del Estado, sin embargo, existe una “gran incógnita” respecto al modelo de desarrollo que se impondrá en el país, manifestó.
Los sectores sociales que se opondrían a una privatización deberían tener la suficiente fuerza para lograr el cambio de rumbo de la acción gubernamental, particularmente de la política económica y social. Pero Carlos M. Carrasco considera que “hay debilidad en las organizaciones y movimientos sociales y no existe la unidad indispensable para afrontar estos momentos aciagos de la historia y la propia izquierda está fragmentada y hay celos rotundos, vivimos un tiempo suspendido y las utopías están lejanas”. Lo que hay es una pugna de liderazgos, pero no existe un proyecto liberador y aglutinador que permita construir un país con sentido de nacionalidad. La alternativa pasa por deponer los sectarismos, se necesita un proyecto para un proceso unitario de los movimientos sociales, según Carrasco.
Andrade señaló que la Izquierda Democrática estaría dispuesta a sumarse a “una alianza natural” para un proceso unitario. Más allá de los intereses de los líderes, el país demanda diálogos abiertos para ponernos de acuerdo en torno a la posibilidad ampliar las fuentes de trabajo. El país demanda generosidad para conseguir consensos. “Yo no apoyé al señor Lasso, yo tengo una posición absolutamente clara, vengo de una formación política de la época del líder histórico y referente moral para el país que es Rodrigo Borja, nunca voy a cambiar mis convicciones”, afirmó Andrade.
En el país no se habla con claridad de sectores económicos como la industria, la agricultura o el turismo, etc., el gobierno no tiene una política elaborada para estos sectores. El propio sector agropecuario es un convidado de piedra por parte del Estado, en opinión de Carrasco, y para la economía popular y solidaria frente a la que ha existido muy poca política pública. Los préstamos al 1%, a 30 años plazo, adolecen de ciertas contradicciones, según el economista: “para ciertos emprendimientos como vender caramelos y galletas, un crédito a 30 años plazo no tiene sentido, por lo tanto, es insuficiente para reactivar la economía”. Los problemas del sector agropecuario al que está dirigido el crédito, no solo son de tipo crediticio; su realidad tiene que ver con temas estructurales, tenencia de la tierra, ausencia de apoyo tecnológico y sistemas de comercialización anticuados en el sector de la pequeña economía campesina; por tanto, es imposible hablar de una modernización de la economía agraria, cuando no hay desarrollo tecnológico, extensión de tierra cultivable suficiente y cuando no existe una cultura empresarial.
El mensaje final de Wilma Andrade es que la ID actuará con respeto a la Constitución, que dice que la contratación por horas no se la puede implementar en una reforma laboral. Se debe tomar en cuenta especificidades para cada sector económico y buscar un nuevo modelo de desarrollo para el país que muestra grandes brechas. Sin duda, el dialogo abierto con objetivos claros contribuye a la gobernabilidad que requiere el país, para que no entren leyes por la vía de la ley y que afecten gravemente a la clase media. La ID será esa voz de equilibrio y ponderación que permita alcanzar acuerdos nacionales.
Carlos Marx Carrasco, en conclusión, reiteró su apreciación de que “lo peor está por venir”, puesto que existe una agenda del neoliberalismo estipulada en el consenso de Washington, según el cual sigue aplicándose por treinta años el mismo recetario donde lo único que importa es la disminución de un Estado social a su mínima expresión, con reducción del gasto público, privatización de los activos del Estado y dejar que los mercados fluyan libremente, como el mercado del trabajo, acabando con las reivindicaciones laborales. Así no vamos hacia una reactivación económica en el país.