No hace falta escoger una fecha determinada, cualquier momento es propicio para referirse a la obra de Luigi Stornaiolo, más aún en el tiempo esperpéntico en el que vivimos, caricatura de vida, distorsión del ser social. Un tiempo para el que la pintura de Stornaiolo resulta propicia en un retrato vívido. El actual es un tiempo preciso para verlo reflejado en la obra de Luigi, en sus rasgos de tiempo absurdo. Una obra pictórica que devela la cortina falsa de esta sociedad de apariencias, que desnuda a estos seres y ve su verdadero yo, según comentó alguna vez el artista Tony Balseca. La obra de Stornaiolo es catalogada como un neorrealismo social, debido al figurativismo, la cromática y la consistencia material de su pintura.
En un comentario del pintor Damián Toro, se constata la calidad técnica del dibujo de Stornaiolo. Su obra tiene un especial vínculo con su vida personal y el entorno cotidiano, en la que destaca tres momentos: dibujo del color, uso del negro y del barroco, los rostros y las alegorías. En el dibujo el pintor domina el lápiz en el retrato de la figura humana o reproducción de objetos, deformando cuerpos con aspectos caricaturescos. En Stornaiolo la caricatura adquiere un sentido con figuras de gran realismo, su dibujo sobrepasa la mera comicidad de la caricatura. En uso del negro y el barroco, en la pintura de Stornaiolo las cosas son como son, pero a su manera. Usa el negro de contrastes y colores fuertes, como cometer un crimen, dice el pintor. En sus rostros y alegorías se aprecia la alteración de la figura humana, el uso del color y el contraste con manejo admirable de la composición.

Sus orígenes
Luigi Stornaiolo nace en Quito en 1956, hijo de Ángela Pimentel y Bruno Stornaiolo, psicólogo con quien nos unió una fecunda amistad. Luigi estudia sus primeros años en el colegio Spellman y luego en la Universidad Central, la carrera de Arquitectura que abandona por la pintura, sin tener más formación académica que el estímulo de su padre que le regala un libro de arte siendo aún un niño; aunque la influencia en la pintura le viene por su abuela paterna. Su educación fue autodidacta, tempranamente comienza a dibujar con virtuosismo y presenta su primera exposición individual en abril de 1980 en la Galería Club de Arte. La bienal de pintura de Cuenca que tuvo lugar en 1987 contó con la participación de Stornaiolo. Posteriormente, en un viaje a Europa, la influencia de Pieter Brueghel y Rembrandt marcaría los rasgos de su estilo.
En un país de pintores, Stornaiolo destaca por su pasión y entrega al arte, por las noches de bohemia que comparte con artistas de su generación y por su determinante honestidad intelectual. “Cuando se carece de voluntad, ningún conflicto es posible. Sin embargo, la ausencia de voluntad puede ser sentido más dolorosamente que un destino trágico. Si el tiempo fuera un patrimonio o bien, la muerte fuera la peor forma de expoliación”, evoca Luigi del autor Emil Corán. Como oficiante de un ritual profano y secreto, Stornaiolo escancia ante el público atónito su terrible sabiduría de ilustrador de arcanos que solo él conoce, dejó escrito Lenín Oña. Secretos que devela de un mundo esperpéntico en el que Stornaiolo vive la tragedia como un hecho cotidiano cuando una arterosclerosis -por mala práctica médica-, le robó la motricidad de su lado derecho, le inhabilita la pierna y la mano y le obliga a aprender a pintar con la mano izquierda, luego de un largo confinamiento de aprendizaje.
Emerge el pintor con más fuerza, maduro, enérgico, desenfrenado: “Yo voy en esa miseria de la farándula explicativa de la vergüenza… La vergüenza es el papelón que uno hace”, diría Stornaiolo. Es el pintor y noctámbulo que cambió su vida por un problema de salud. De la noche aprendió Luigi a describir en potentes negros y colores fuertes, nuestro tiempo de seres sonámbulos.
En tiempos y espacios diferentes -así como Pablo Palacio en sus letras-, Luigi Stornaiolo en su pintura, testimonia con desenfado en la perspectiva urbana de un tiempo esperpéntico, el descrédito de la realidad.