Una de las peores prácticas políticas es no saber escuchar a los demás. Como si el ejercicio del poder fuera oírse y gobernar para sí mismo. Esta dinámica se ha hecho costumbre en el régimen actual. Guillermo Lasso se ha dado en gobernar con un tapón en los oídos y una venda en los ojos. Si no, ¿cómo se explica que obtener gobernabilidad para el gobierno se ha vuelto un camino cuesta arriba y la aceptación ciudadana en las encuestas continúa cuesta abajo? Dos indicadores que, de manera vertiginosa, marcan tendencia en la gestión gubernamental, sin que ninguno de los asesores o adláteres del poder hagan caer en cuenta al presidente que las cosas van de mal en peor. ¿O es que tampoco son escuchados, y Lasso prefiere en la soledad del poder gobernar para sí mismo, sin vislumbrar el futuro?
Esta es una apreciación que va cobrando fuerza en el país, y aquello es un pésimo síntoma para todos, porque el régimen requiere gobernar con liderazgo y conducción política definida y los gobernados requerimos derroteros claros para saber hacia dónde vamos. Y esas condiciones del ejercicio del poder requieren saber escucharnos mutuamente gobernantes y gobernados, saber vernos a la distancia, por la sencilla razón de que, no obstante, las diferencias ideológicas y políticas existentes, primero está el país y sus grandes objetivos nacionales. Un país que reclama otras cosas de los políticos, otros temas muchas veces distintos a los de sus agendas partidistas.
El país clama salud, trabajo y seguridad social, demandas populares donde destacan requerimientos de la juventud por mejores oportunidades, de los trabajadores por sus conquistas laborales, de las mujeres por sus derechos de género, de sectores sociales diversos como el movimiento indígena por sus reivindicaciones, transportistas y jubilados por sus intereses, profesionales de diversa índole, entre otros estamentos de la ciudadanía que en los actuales momentos viven y mueren en medio de una crisis económica, social y sanitaria sin precedentes, que requiere de respuestas urgentes de un régimen que solo se escucha a sí mismo. Y esas variantes de la crisis económica y social que mutan cada día, devienen en una crisis política que se manifiesta en que los viejos aliados están cada día menos dispuestos a seguir escuchándose junto al poder a cambio de nada, o a cuenta del silencio oficial.

VOX POPULI
Algunos indicadores son ineludibles. Recientemente una encuesta de Cedatos entrega señales acerca de lo que ocurre con el pensar y en el sentir de la ciudadanía. Entre las aspiraciones familiares los encuestados mencionan en un 54,2% “salud y vida”; 27,4% “prosperidad, éxitos, amor, paz y felicidad”; 12,6% “trabajo, estabilidad laboral”; 3,2% “que dios nos bendiga y nos proteja”. Para el país la ciudadanía anhela en un 39,2% “que mejore la economía y la recuperación económica”; en un 15,5% “salud y que termine la pandemia”; prosperidad anhela un 15,3%; un 10.0% anhela “un buen gobierno que haga bien las cosas”; un 8,7% que “haya control de la delincuencia” y un 5,3% “que desaparezca la corrupción”. En materia de lo mejor en arte y cultura, un 61,5% manifiesta que “no sabe o no responde”; un 24,4% que “no hay nada”, y un 1,5% menciona como lo mejor el nombramiento del “pasillo ecuatoriano como patrimonio cultural”. Un 23, 2% considera que no hay “ningún personaje” destacado en el año anterior, el 21,8% responde “que no sabe”, mientras que un 21,8 % menciona a Guillermo Lasso y a Richard Carapaz, el resto del universo menciona a otros medallistas olímpicos y médicos o enfermeras.
Sintomáticamente, la encuestadora en mención nada dice del vertiginoso descenso de popularidad, aceptación y credibilidad del gobierno y su presidente. ¿Las cifras se lo impiden? Si de algo sirven las encuestas es, precisamente, para encender alarmas en las esferas del poder y de la oposición al poder, siempre y cuando sepamos escuchar al pueblo y sus opiniones registradas por los cuestionarios aplicados en sondeos de opinión ciudadana.
La percepción que tienen los trabajadores tampoco es un buen síntoma para el régimen: cuestionamientos a un proyecto de ley y la creación de un código paralelo al régimen laboral vigente que, según opinión sindical, conculca derechos del trabajo formal, junto a las incertezas de una nueva normativa que se pretende imponer por ministerio de la ley, y que no garantiza sino en las palabras de los voceros oficiales, un eventual respeto a la seguridad social, estabilidad laboral, vacaciones, sobresueldos, utilidades, entre otras conquistas que contempla el código vigente.
La opinión de los empresarios está diciendo claramente al régimen que las medidas adoptadas, sugeridas por asesores en economía o por el mismo FMI, no garantizan la reactivación económica en la práctica ni a corto o largo plazo, que existen medidas recesivas que no aseguran la competitividad entre empresas nacionales y, peor, frente a mercados extranjeros.
La percepción política de la social democracia, en opinión del empresario y ex candidato presidencial de la ID, Xavier Hervas, declara las diferencias existentes ya con el régimen neoliberal al señalar que “en siete meses es importante la caída popular de aprobación del régimen, las políticas electorales han manipulado la decisión de los votantes; es necesario involucrarnos en una política cívica y salir de la política electoral. Se debe recuperar la institucionalidad del país, los partidos deben recobrar las doctrinas y el pensamiento real. Se repite la película de la ingobernabilidad, y es preciso que el Ejecutivo y el Legislativo piensen en el país y la Justicia deje de estar politizada. Debemos involucrarnos en la política cívica en función de solucionar los problemas de los demás y ser actores de los cambios que queremos ver en el país. El reto es reactivar la economía, pero no hay una política pública en ese sentido”. Tácitamente nos está diciendo que se observa un creciente distanciamiento de la socialdemocracia con el régimen neoliberal.
Patricio Donoso, ministro del Trabajo, insiste en que el régimen convoca a todos los sectores buscando consensos, a través de “un gran debate nacional”, que no se percibe en la realidad. Frente a una realidad de siete millones y medio de ecuatorianos que sobreviven sin empleo seguro, el ministro propone un proyecto laboral con carácter económico urgente que, de no ser aprobado por consenso, pretende imponerlo por la fuerza de la ley. El ministro Donoso reconoce que el problema mayor para el gobierno es la creación de empleo, pero nada dice de los abusos que pudieran darse en las inéditas normas de un nuevo código laboral paralelo al existente.
El régimen debe sintonizar con sus aliados, opositores y ciudadanía en general, porque el ejercicio del poder nos involucra a todos y no es, de ninguna manera, el acto en solitario de una prédica en el desierto. No hay peor sordo que aquel que no quiere oír, acolitado por el peor ciego que no quiere ver, que solo sabe musitar -como el mudo- para sí mismo.
Un gobierno que camina en medio de una nebulosa que no le deja oír, ver, ni entenderse con la realidad, marca sus días contados. Prácticas de una política equivoca y esquiva frente a los gobernados son la riesgosa gestión de un régimen que requiere gobernabilidad, diálogo y consensos mínimos que, de no conseguirlos, socaban peligrosamente su estabilidad y, lo que es peor, la del país.
Así empezamos mal el año. Así no hay cómo augurar un buen futuro 2022 a un presidente que prefiere seguir gobernando en el pasado.