Se ha vuelto un lugar común decir que el periodismo es la profesión más peligrosa del mundo. La novedad es qué también es la más desprotegida del planeta al someter a los periodistas sin protección a jornadas de cobertura al precio de su propia vida. Al menos 827 periodistas fueron asesinados en la última década según el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) por la Seguridad de los Periodistas y el Peligro de la Impunidad. La situación laboral, derechos gremiales e indefensión de los periodistas es analizada en un conversatorio del Colectivo Espejo Libertario, en Radio Pichincha, con participación de Francisco Herrera Arauz e Isabel Ramos.

Situación gremial
El periodismo es una profesión que se la ejerce en un tira y afloja frente al poder, en un ejercicio del poder político que siempre en todo sistema se ejerce a través de los medios. El control de los medios es ejercido desde el poder político y desde el poder económico, pero los medios informativos frente al poder son prácticos, con un pragmatismo que evita entrar en una pugna con el poder. Esa ha sido la historia hasta que apareció el Internet que democratizó la comunicación.
En ese contexto, a los periodistas ecuatorianos les resulta difícil asumirse como trabajadores de la comunicación, al extremo que no han creado organizaciones gremiales como todo trabajador asalariado. Los miembros fundadores de organizaciones periodísticas que no son gremiales, son los dueños como parte patronal de los medios de comunicación. Quienes propiciaron los gremios periodísticos en Ecuador son los empresarios, organizaciones que no tenían una característica gremial debido a los diversos intereses que se confrontan en los medios de comunicación.
No es de extrañar entonces que, en una constatación histórica en Ecuador, la profesión más precarizada que es el periodismo no reconozca a sí misma a sus miembros como trabajadores con patronos. Los periodistas como trabajadores no pertenecen a las élites, de allí surge su aspiracional de ser reconocidos como profesionales y no como trabajadores, lo que ha anulado la posibilidad de una auténtica representación gremial que es necesaria en estos momentos y a lo largo de la historia en que el trabajo periodístico ha sido trabajo precario, según Isabel Ramos.
La profesión periodística es también ejercida, pragmáticamente, por empíricos que han hecho gala de un desprecio del conocimiento académico, y esto es lo que ha hecho daño a la profesión, privilegiando “los años de experiencia”, que en el fondo se convirtió en un pretexto para deteriorar al periodismo. Estos trabajadores empíricos tampoco se han preocupado de formar gremios laborales. El Colegio Profesional de Periodistas y la Federación Nacional de Periodistas nacen como excepción de un proceso impulsado por los profesionales formados en las escuelas de periodismo universitarias, con un carácter profesional y luego gremial, como trabajadores intelectuales.
Un ejemplo reciente de la indefensión de los profesionales del periodismo es el caso del equipo de diario El Comercio, colegas secuestrados y asesinados por guerrilleros disidentes de organizaciones delictivas en la frontera norte. En esas circunstancias la responsabilidad de la vida de los comunicadores asesinados recae sobre el Estado que debió salvaguardar su seguridad, en los guardias fronterizos que debieron controlar el tráfico de elementos armados y de la empresa que, al parecer, no aplicó ningún protocolo internacional de cobertura periodística para situaciones de alto riesgo.
Hoy se habla del salvataje del Gobierno a diario El Comercio, pero nada se dice de la situación de los trabajadores de medios incautados y públicos que siguen esperando sus liquidaciones. Son trabajadores que viven un nivel insostenible de precarización con despidos sin indemnización y una absoluta vulneración de derechos laborales.
La importancia de contar con auténticas organizaciones gremiales formadas en procesos autónomos en el seno de los periodistas como trabajadores de la comunicación, es vital a la hora de generar un contrapeso al poder de los empresarios, frente a la relación desigual entre el capital y el trabajo.
La precarización de la profesión se explica en los privilegios del sector periodístico. El anterior y el actual gobierno ponen fin a la comunicación pública, concesionando frecuencias a grandes medios informativos que concentran los mercados publicitarios y que pagan ingentes sumas de dinero a ciertos comunicadores en desmedro del resto de trabajadores periodistas. Conocido es el caso de Carlos Vera en TCTV que, según versiones de prensa, percibe sobre treinta mil dólares mensuales por su programa, ganancias obtenidas “a su manera”.
Futuro profesional
Las posibilidades de crear sindicatos de periodistas independientes son difíciles. “Quienes hemos levantado una comunicación alternativa en plataformas digitales tenemos el grave problema económico. Los medios en cambio tienen el capital, siembran ideológicamente el odio, pero nosotros tenemos públicos. Los medios tienen dinero, son dueños de la justicia prostituida en el Ecuador y de la Fiscalía delictiva”, señala Herrera Arauz.
En el fondo se advierte una lucha por el poder librada también en el seno de la comunicación. En octubre del 2019 los medios digitales derrotaron a los medios tradicionales al transmitir mensajes que el público quería ver; no solo competían, en ese entonces se libró una lucha por la verdad y la información.
Para empezar a poner fin a la desprotección e indefensión de los periodistas, es absolutamente necesario formar organizaciones gremiales, señala Ramos, más aún en el espacio de las grandes empresas mediáticos que nunca respetaron los derechos de sus empleados, que solo se dedicaron a posicionar como grandes figuras a los empleados jerárquicos que les eran afines. Existe una división entre periodistas de tropa y los autollamados “periodistas de investigación”, como una discriminación promovida por la patronal que otorga buenos financiamientos a portales digitales al servicio de las centrales de inteligencia. Esta división se produce por el trato desigual entre periodistas, unos precarizados y otros apadrinados por los dueños de los medios de información. Existe en los medios informativos una altísima rotación de personal, porque en Ecuador no existe el concepto de carrera periodística en las empresas mediáticas, debido a la total inestabilidad de los trabajadores del periodismo. A tal extremo es la indefensión de los periodistas que los medios de prensa mercantilista ni siquiera asumen la responsabilidad conjunta con sus reporteros “por las expresiones vertidas al aire”. Contrariamente, quienes hemos trabajado en medios televisivos fuimos con frecuencia objeto de censura sino respetábamos la línea editorial impuesta por el dueño del medio o por el jefe de información de “lindos canales”, estaciones televisivas con “información verificada”, o aquellos que en un momento se los calificó de “cloacas con antenas”.
En el Día del Periodista Ecuatoriano, este 5 de enero, quienes hacemos LAPALABRABIERTA, invocamos a nuestros colegas a dignificar la profesión, defender la libertad de expresión y sobre todo luchar por los derechos laborales y profesionales del periodista para poner fin a una profesión sin fronteras de ningún tipo, pero sobre todo sin protección de ninguna naturaleza.