A inicios de este nuevo año 2022 el panorama regional está marcado evidentemente por la situación chilena, a partir de los resultados electorales y por las perspectivas en las elecciones de Colombia y Brasil que se verán influidas por los resultados chilenos.
Unas semanas después del triunfo de Gabriel Boric, aún llegan mensajes del mundo estimulando en Chile el ánimo positivo y la esperanza que vino a complementar las fiestas de fin de año, renovando la confianza de que el país continuará el camino hacia un nuevo pacto social y que la Convención Constituyente podrá hacer su trabajo, sin obstrucciones. Los ciudadanos en Chile restauraron el espíritu del 25 de octubre y reconstruyeron las fuerzas de la nueva constituyente. No obstante, la contundencia del triunfo y el viento favorable que sopla en favor de la gestión del presidente electo, Gabriel Boric, no hacen olvidar que la derecha chilena volverá a la carga en defensa de los intereses de los grandes empresarios e insistirán con los discursos del “orden, seguridad, libertad” que no respeta en la práctica.
Los obstáculos que tiene en el camino el nuevo presidente chileno son evidentes, la economía mundial no contribuye a que Chile salga de la crisis y el Covid-19, con sus variantes, persistirá en la amenaza a la salud de la población. Adicionalmente, la enorme deuda de cuatro años del mal gobierno de Piñera no es fácil de subsanar y las exigencias de la ciudadanía movilizada, la decisión de hacer respetar los derechos humanos, se suman a la impaciencia y a la violencia de grupos extremos en Wallmapu al sur de Chile, son tareas urgentes de resolver.
Gabriel Boric tiene un único camino para conseguir avanzar en el sentido positivo de las grandes expectativas que ha despertado. La ruta a seguir es dando sustento y retomando el espíritu del 25 de octubre, para convertir el ánimo unitario de la campaña de la segunda vuelta en el soporte principal de su labor desde La Moneda.
Las lecciones que aprendió Chile no son poca cosa. Tal vez la principal, es que la unidad de las fuerzas políticas progresistas, democráticas e izquierdistas debe ponerse en primer lugar, antes que los apetitos partidarios. El programa de gobierno tiene que marcar la agenda, pero no ser una camisa de fuerza para un gobierno práctico y eficiente con funcionarios que den ejemplo de trabajo y transparencia. En definitiva, las puertas del régimen deben permanecer abiertas para la ciudadanía con el propósito de garantizar una buena comunicación entre gobernantes y gobernados.
Chile, en la reciente jornada electoral, confirmó algunas enseñanzas válidas para el resto de América Latina. Entre otros factores que determinan la situación chilena se advierte que, en lo determinante, la ciudadanía chilena es proclive a las posiciones progresistas, reformistas y democráticas, aunque el camino conservador y retardatario es la ruta del 40% de la población. La campaña demostró una tendencia de triunfo gracias al énfasis puesto en el trabajo proselitista territorial, en contacto directo con la gente. Influyeron positivamente las redefiniciones programáticas ligadas a las inquietudes de las mayorías, captación de electorado de otros sectores, y alcance a sectores de jóvenes, adultos jóvenes y de mujeres. Es decir, se hizo campaña para los que faltaba convencer, puesto que los convencidos ya eran votos seguros.
No obstante, la extrema derecha aupada por la derecha tradicional alcanzó resultados previstos con triunfos en nichos electorales propios y conocidos, pero sin lograr un crecimiento suficiente en otros espacios, al extremo que perdió apoyo en zonas en donde había conseguido un triunfo en la primera vuelta. Su discurso y relato anticomunista no prendió en las masas de electores indecisos, y el miedo infundido en la población no logró el efecto deseado por sus propagandistas.
Un año de desafíos
Este año 2022 inaugura un periodo de definiciones, ajustes y reordenamientos en Chile. La conformación del nuevo gabinete que acompañará a Boric en sus decisiones, es clave. Deberá ser un colectivo paritario en género, técnicamente profesional, con un perfil joven que refleje las fuerzas de la unidad y, sobre todo, comprometido con los nuevos retos que en enfrentará el país.
Un evento que marcará el destino mediato e inmediato de Chile es la redacción de la nueva Constitución. Tarea en manos de la Convención Constitucional que ahora actuará con mayores certezas en la creación del texto constitucional y un nuevo plebiscito de salida.
El inicio del 2022 en Chile marca un periodo de reflexión para los sectores tradicionalmente dominantes, los poderes financieros y fácticos, que observarán a corta distancia el devenir de los acontecimientos que impulse el nuevo Gobierno, incluidos los cambios económicos, las reformas constitucionales, la movilización social, la acción legislativa y los escenarios políticos que se avecinan en Chile.
En el país del sur, el movimiento social y la sociedad civil, protagonista de los eventos de octubre del 2019, pese a no contar con los medios y vocerías institucionales, reiterarían su protagonismo a corto plazo, siendo definitivamente incidentes en la actual coyuntura.
El nuevo año, como en ningún otro país del continente, en Chile augura nuevo pacto social.