La celebración de fin de año, además de aproximarnos en familia y con amigos, también nos acercó a la variante Ómicron del coronavirus que se expande ya de manera comunitaria en el país. No es extraño constatar este hecho puesto que Ecuador poco o nada puede hacer para evitar que la nueva cepa viral cruce la frontera de contrabando o en forma legal en vuelos comerciales provenientes de países en dónde el virus ya es residente masivo. Un primer retrato robot de Ómicron muestra que se transmite con gran facilidad, que elude parcialmente la protección de las vacunas, pero no causa síntomas graves. Es solo la primera impresión porque aún no hay certezas absolutas. Los más optimistas sí creen que podría ser el fin de la pandemia porque si se hace dominante una versión del virus suave tendríamos una infección respiratoria leve que soportaríamos sin más complicaciones. La levedad de los síntomas tampoco nos permite descartar que Ómicron pueda dejar a su paso casos más graves. Es cuestión de número. Puede haber personas que desarrollen enfermedad de forma grave o fallezcan. Por otra parte hay que tratar de disminuir los contagios pues pueden surgir nuevas variantes. Tambien es posible que Ómicron nos acerque al fin de la pandemia, según expertos.
Las informaciones sobre la nueva cepa -como en el caso de las originales del CovId-19- cuentan con poca o mala data, especulación acientífica, mitos y prejuicios de personas que creen más en los actos de magia que en la investigación científica. En esa difusa frontera entre lo verdadero y lo falso, entre lo cierto e incierto, puede estar la diferencia entre la vida y la muerte, como confirman las estadísticas. Sin embargo, en un significativo porcentaje poblacional, persiste la resistencia a usar las vacunas y adoptar medidas de bioseguridad ampliamente conocidas. Fundamentalismos acientíficos, creencias infundadas, suposiciones esotéricas contribuyen a una actitud negacionista irresponsable y, por qué no decirlo, suicida. Y estas son tan rápidas de difundir como la nueva cepa viral y contra la irracionalidad no hay vacunas.
El resultado es evidente, proliferación masiva del Ómicron, disponibilidad hospitalaria en cuidados intensivos y hospitalización en vías de colapsar debido a una creciente demanda. Y en el contexto festivo de fin de año aglomeraciones comerciales, fiestas masivas, contactos familiares sin las debidas precauciones y aproximación interpersonal de alto riesgo de contagio, lo que demuestra que los casos confirmados y las atenciones en centros de salud públicos y privados han aumentado en el país y se prevé que la situación empeorará; sin embargo, el Ministerio de Salud Pública (MSP) no tiene un protocolo claro de qué hacer frente a la sospecha de contagio.
El incremento en atención hospitalaria pública y privada se evidencia en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Hace tres meses la ocupación era del 30% de las camas disponibles, hoy es del 45%. Existen en la actualidad 180 UCI ocupadas en al país, en julio hubo 618 y en diciembre ya se superó la cifra de los últimos cuatro meses. Se registran al momento 12.434 casos, cifra que refleja casos confirmados de Covid.19 por prueba PCR y no los contagios, que es diferente. Los casos de contagio no necesariamente presentan síntomas o fueron sometidos a tratamiento.
Recomendaciones básicas
Ante esta situación, expertos en salubridad recomiendan el aislamiento, una prueba de diagnóstico y dar aviso de inmediato de la situación de contagio.
Aislamiento. En el primer caso lo conveniente es aislarse rigurosamente y de forma preventiva, hasta que exista la seguridad de descartar o confirmar que la enfermedad es diagnosticada, a través de una prueba clínica. El aislamiento incluye separar utensilios utilizados por el paciente, cubiertos, toallas, ropa. Preferible usar cubiertos y toallas desechables. Lavar la vajilla con jabón o detergente normal y poner a hervir los utensilios. El aseo personal es importante, y la limpieza de la habitación del paciente debe realizarla solo la persona que la habita. El lavado de manos frecuente, y rociar con alcohol superficies susceptibles de contagio es recomenable. El aislamiento no implica incomunicación del paciente con el resto de la familia, se debe garantizar una vía de comunicación segura, a través del celular. La permanencia en aislamiento no debe ser menor a 10 días. Si los síntomas se complican con alta fiebre, baja saturación de oxígeno y dificultad respiratoria, es imperativo atenderse lo más temprano posible con un médico.
Prueba PCR. Luego entrar en aislamiento por sospecha de síntomas positivos, se debe confirmar o descartar el contagio, a través de una prueba. Existen en el país 976 puntos del MSP donde realizar de manera gratuita una prueba para detectar el virus. En caso de existir síntomas (malestar general, alta temperatura, secreción nasal, irritación de garganta, entre los más comunes), el paciente se debe realizar una prueba de antígenos. En caso de ser asintomático, pero la persona estuvo en contacto con un portador del virus se debe hacer una prueba PCR. El cuarto día de contagio es el mejor momento para hisopar y que la prueba entregue un diagnóstico certero.
Comunicación. Es de absoluta responsabilidad comunicar a tiempo que hubo o se sospecha un contagio para prevenir que el virus se expanda. Si un paciente confirma el contagio está obligado a dar la información concreta de las personas con las que tuvo contacto dos días antes. Existe una tendencia a ocultar el contagio, y esa es la mejor manera de hacer proliferar el virus.
El año nuevo trae virus nuevo para todo el mundo. Ecuador ya es residencia del Ómicron. De cada uno de nosotros depende hacerlo residente permanente, masivo y mortal.