Si se calla el cantor calla la vida, escribió Atahualpa Yupanqui. Pero esta vez calló el cantor luego de callar la vida. Ocurrió por un instante mientras Vicente Feliu afinaba su guitarra y su corazón se detuvo por una eternidad. Al callar este enorme cantor revolucionario, trovador de la vida, su muerte solo lo inmortaliza y su canto seguirá trovando en el corazón de la casa de América, Cuba.
Vicente Feliú inició su fecunda trayectoria artística junto a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola en el movimiento de la Nueva Trova Cubana. El trovador, nacido en 1947 y con siete discos editados entre 1978 y 2000, fue uno de los fundadores de la nueva música que acompaña a la Revolución Cubana desde sus inicios en los años sesenta.
Se sentía un combatiente: «Yo soy un soldado de la Casa», así solía decir de sí mismo Vicente Feliú. “Y es cierto, eres nuestro compañero, nuestro amigo, nuestro hermano. Aquí estarás siempre. Esta será siempre tu Casa. Buen viaje hermano”, le respondió la organización cultural Casa de las Américas. Feliú fue uno de los grandes exponentes artísticos del proceso cubano, inspirado por la “hazaña de los barbudos” formó parte de una generación que creció con la épica revolucionaria, lo que se reflejó en cada una de sus canciones.
Una vida de canto
Feliú aprendió a tocar la guitarra de la mano de su padre, y desde su adolescencia comienza a componer motivado por su intuición y creatividad de joven comprometido con las experiencias sociales de su pueblo. En 1972 su vida artística encuentra el derrotero en la Nueva Trova cubana junto a las voces de Rodríguez, Milanés y Nicola, Feliu se convertiría en una de las voces más representativas del movimiento del cual, al cabo de quince años de trabajo ocuparía diversas responsabilidades incluida la presidencia.
Su proyección artística internacional lo llevó a pasear su talento por los escenarios en más de veinte países de América, Europa y África compartiendo tablas con artistas de la talla de Inti Illimani, Isabel Parra, Eduardo Aute, León Gieco, Alfredo Zitarrosa, Mercedes Sosa y de la cubana Liuba María Hevia a quien Vicente le confesó en un verso: “Libia…ese es un verso que te envidiaré para siempre, el verso es sin tu amor la vida se demora”.
En su actividad como cantautor compuso música para obras de teatro, televisión y espectáculos y colaboró en programas culturales como director musical; fue guionista y asesor musical de la radio y televisión cubana, locutor y director radial. Dirigió el centro cultural Canto de Todos, que promueve encuentros e intercambios, desde la canción, en los países de Iberoamérica.
Créeme cuando te diga que me voy al viento, nos dejó dicho Vicente Feliu en una de sus canciones icónicas, con la que confirmó a su pueblo la bondad de su generoso corazón. Lo creemos, no solo en un acto de fe, sino de convicción en los valores de un artista comprometido con los destinos de todo un continente. Lo creemos, porque lo dice su verso:
Créeme
Cuando me vaya y te nombre en la tarde
Viajando en una nube de tus horas
Cuando te incluya entre mis monumentos.
Créeme cuando te diga que me
Voy al viento de una razón que no
Permite espera cuando te diga no soy
Primavera sino una tabla sobre un mar
Violento.
Créeme si no me ves y no te digo nada
Si un día me pierdo y no regreso nunca.
Créeme que quiero ser machete en plena zafra
Bala feroz al centro del combate