La unidad suele ser el patrimonio más preciado en política. Eso lo sabe la derecha y la izquierda, al punto que en Chile cobra fuerza aquella tradicional verdad de que “el pueblo unido jamás será vencido”. La unidad de las izquierdas y el progresismo es condición sine qua non del triunfo electoral del próximo domingo, no solo de las izquierdas sino con otras fuerzas del espectro político, incluido los llamados apolíticos.
Unidad condicionada a cuestiones de conciencia, puesto que la izquierda siempre ha actuado con mayor racionalidad que la derecha. La unidad para la izquierda es cuestión de principios, para la derecha solo de intereses. Una izquierda idealista, opuesta al mercantilismo político de la derecha, hoy enfrenta el desafío de sumar a su unidad a otros sectores ciudadanos.
Esta semana Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile en dos oportunidades y, actualmente, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, ha expresado su adhesión a la candidatura de Gabriel Boric, lo cual no sorprende, pero estimula. “Nadie puede quedar indiferente. Elegir un presidente que asegure que nuestro país pueda realmente continuar en una senda de progreso para todos, una senda de mayor libertad, igualdad, de derechos humanos que se respeten, un medio ambiente sostenible y por supuesto, la oportunidad de una nueva Constitución (…) No da lo mismo entonces por qué candidato se vota, por eso yo voy a votar por Gabriel Boric, y quiero hacer un llamado a todos mis compatriotas a que asistan a votar, que asistan a votar tranquilamente respetando a los que piensan diferente”, expresó Bachelet.
Una decisión en la línea de la fundación creada por la ex mandataria, Horizonte Ciudadano, de sus ex ministras Paula Narváez y Yasna Provoste, y del Partido Socialista (PS) donde milita Bachelet desde su juventud. Destacan, además, las coincidencias programáticas y convicciones en temas de derechos de las mujeres, medioambiente y derechos humanos, con el candidato de Apruebo Dignidad, que forman parte de posiciones progresistas, socialdemócratas y de la izquierda.
En esta perspectiva de unidad, la presencia de Michelle Bachelet en apoyo de la campaña de Gabriel Boric es un factor determinante. Una adhesión esperada e inesperada de un personaje de por sí polémico y convocador; Bachelet responde a su condición ideológica y a su trayectoria innegablemente vinculada a la defensa de los derechos humanos como hija de Alberto Bachelet -ex general de Brigada de la Fuerza Aérea chilena en el gobierno de Salvador Allende-, militar que sería detenido por la dictadura y muerto en la cárcel.
Michelle Bachelet, también fue detenida y torturada junto a su madre Ángela Jeria, por la dictadura militar; sin duda, que con ese antecedente aporta votos, y esos sufragios tienen como destino la candidatura que ella apoyará en su condición de Alta Comisionada de la ONU y esa carta de presentación tiene peso en Chile.
Eso lo sabe el candidato de la derecha, José Antonio Kast, y también explica su reacción falaz de acusar de “intervencionismo electoral” a la ex presidenta y su exigencia de que lo reciba en reunión “para conversar”. ¿Significa aquello que la derecha ya consideraba como uno de los suyos a Michelle Bachelet? Probablemente sí. ¿O es otra de las maniobras del candidato derechista para confundir al electorado? Bachelet ya sostuvo una conversación privada en su domicilio con Gabriel Boric, un gesto considerado natural en el escenario político democrático, cuya señal debe impactar en los sectores más escépticos. Por parte de Boric, el encuentro con Bachelet significa un gesto unitario en la línea de producir conversaciones, aproximaciones y cercanías en el mundo del progresismo, la socialdemocracia y la izquierda. En esa perspectiva Bachelet convoca a sus adherentes fieles que siempre ha tenido. Su condición de mujer, defensora de derechos humanos y luchadora inclaudicable debe pesar su peso específico.
Este domingo 19 de diciembre, día de las elecciones chilenas, se sabrá si la adhesión de Bachelet fue positiva y necesaria para aportar al triunfo de Gabriel Boric. Caso contrario la unidad de las izquierdas deberá servir de blindaje político para futuras batallas.