Al final del día en política “el pez por la boca muere”, y por la boca los asambleístas profieren afirmaciones que les cuesta plata, parte de su sueldo. Este es el caso del asambleísta oficialista, Diego Ordoñez -CREO-, sancionado con 15 días sin salario, por ofensas proferidas contra la representante Mónica Palacios de UNES.
El caso tiene antecedentes en el tema pandora papers, contexto de una investigación en el cual Palacios dijo tener pruebas contra el presidente Guillermo Lasso, que debía ser destituido por haber incumplido con el mandato legal del Pacto Ético que prohíbe a los candidatos y funcionarios públicos tener recursos o bienes en paraísos fiscales. La representante Palacios argumentó que, pese a que Lasso se deshizo de sus acciones en Panamá, el 10 de septiembre de 2020 e inscribió su candidatura presidencial el 23 del mismo mes, violó la ley porque la resolución de la Súper de Bancos de Panamá, solo apareció publicada el 19 de octubre en la Gaceta oficial de Panamá. Este argumento de Palacios fue considerado por los defensores del presidente como “una argucia torpe” con la que “la asambleísta creyó haber concluido la tarea” de intentar destituir al Lasso.
Ordoñez, en defensa de Lasso su coideario, comentó en Twitter: “Pasar del tubo a la curul y surgen estas argucias torpes”. La afirmación fue proferida en alusión a la actividad deportiva de Palacios en el Pole dance o danza del tubo, práctica que supuestamente no le confiere la preparación requerida para ejercer el oficio de asambleísta. La alusión de Ordoñez fue interpretada como una insinuación machista de misoginia, sexista en sus evocaciones, abiertamente fálica. El tubo fue usado como arma política misógena, no obstante, los 4 pelagatos publicaron en su sitio web: “sus malicias y suspicacias solo están en sus cabezas (…) La argucia es notable (…) Esta vez tampoco hay misoginia, pero el correísmo quiere que así se vea”.
Mónica Palacios en la Asamblea Nacional, acusó de misoginia a Ordoñez: “He presentado una queja en la Asamblea Nacional por el ataque que recibí del asambleísta Diego Ordóñez. No vamos a tolerar la violencia política en contra de nosotras las mujeres”. Por eso fue procesado y sancionado, puesto que, según la interpretación, la afirmación de Ordoñez significó subestimar la capacidad profesional de Palacios, ridiculizar su presunta falta de preparación política o académica, que supuestamente la inhabilita para ejercer la legislatura. Ordóñez retiró el tuit y pidió excusas y sus defensores en el sitio web 4p publicaron que “Ordóñez fácticamente está diciendo que cambiar de actividad requiere ponerse a tono con el nuevo oficio”. Como si nada.
Violencia política
Según el artículo 280 del Código de la Democracia, “violencia política es una agresión cometida por una persona o grupo en contra de una mujer inmersa en la vida política”. Y conforme esa norma, se considera violencia política a “amenazas o intimidaciones que busquen anular sus derechos políticos o cualquier expresión que denigre a las mujeres, ya sean candidatas o ejerzan sus funciones, con base en estereotipos de género y con el objetivo de menoscabar su imagen”.
La sanción procedió conforme esa normativa y Ordoñez, no obstante, reaccionó nuevamente contra una mujer desde la Asamblea Nacional. Esta vez el encontrón surgió con la abogada Dolores Miño quien había expresado: “Me da gusto que se sancione a Diego Ordóñez. El debate plural, el desacuerdo y la disidencia se permiten en una democracia; la estigmatización y la violencia de género, no. Un gran precedente para ir expulsando esas malas prácticas del ejercicio deliberativo en la Asamblea”. Ordóñez, en tono descortés, contestó a la jurista. «A ti te da gusto todo lo que sea en contra de un hombre». Miño increpó a Ordoñez recordándole su rol de funcionario público y el respeto que debe a la dignidad de los ciudadanos: “Qué vergüenza, asambleísta que en su posición se ponga a hablar así a sus mandantes. Le recuerdo quiénes pagamos su sueldo, antes de tratarnos con semejante displicencia”. Un mordaz e irrespetuoso Ordoñez no se quedó callado: “Recibes la respuesta que mereces. Y así pienses que soy tu subordinado ¡Qué nivel!”
El bochornoso culebrón legislativo es expresión de la falta de argumentos ideológicos y técnicos que convierte a la política en un dime y direte de ataques personales. No sería la primera vez que la mujer ecuatoriana es objeto de discriminación en nombre y pretexto de la política. El caso de la abogada Sandra Correa, ex ministra de Educación, es la mayor expresión de misoginia política, juzgada por medios de comunicación y sentenciada en base a una noticia crímini y encarcelada en el caso más escandaloso de linchamiento mediático y persecución política que ha tenido lugar durante el periodo democrático en los años noventa. Campaña orquestada por influyentes poderes fácticos representados por una prensa cooptada, intereses bancarios de poderosos grupos económicos y poderes gremiales del magisterio agrupados en la cofradía política del MPD.
El sistema político no asimiló la lección. La degradación política de un país socialmente descompuesto no debe ser óbice para que un representante de la ciudadanía en la Asamblea Nacional que debe respeto a los conciudadanos, empezando por la mujer y sus derechos civiles, cumpla con su rol.
Es hora de poner fin a la misoginia política, al linchamiento mediático maquillado de libertad de expresión y a una justicia politizada que juzga, amparada en corrillos de una prensa pasquinesca e irresponsable. Es hora de tapar la boca a los peces gordos y a los aprendices de escualos. Es hora de dignificar la política criolla liberándola de misoginia y de vergonzante práctica persecutoria.