El desatino verbal del discurso oficial resulta indignante para diversos sectores ciudadanos. Una reciente alocución de María de Lourdes Alcívar -esposa del presidente Guillermo Lasso-, es motivo de rechazo de representantes del movimiento feminista ecuatoriano. La señora Alcívar, refiriéndose a la violencia de género incurrió en desconocimiento e imprecisiones acerca de un tema altamente sensible a nivel mundial, precisamente la oportunidad en que se conmemoraba el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Alcívar, mostrando desconocimiento de las verdaderas dimensiones de la violencia contra la mujer -1 de cada 3 mujeres ha sufrido abusos a lo largo de su vida- reduce un problema social a un hecho marital doméstico y exime de responsabilidades al Estado al eximir a su esposo, presidente del país, de toda acción de respuesta ante la violencia, señalando que el problema se soluciona cuando la mujer no se deja provocar ante un acto violento de la pareja. Desconoce por falta de formación política y técnica el verdadero alcance de la agresión de género, reduciéndola a un hecho consuetudinario ante el cual la mujer debe sumisión al marido sin dar respuestas efectivas.
La primea dama trata el tema bajo un enfoque religioso y moralista, al invocar poderes divinos en la defensa de la mujer: “ojalá dios quiera no tengas en tu casa a alguien que te alza la voz”. Desconoce que los actos violentos no son solo verbales sino agresiones físicas y psicológicas, torturas diversas que terminan en el femicidio. No maneja estadísticas ni alude a políticas públicas sobre un tema de resonancia mundial. Soslaya la señora Alcívar que, en forma generalizada, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye: violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio); violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético); trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual); mutilación genital, y matrimonio infantil.
Ante una eventual agresión de la pareja hace una clara insinuación de sumision conyugal: “Si Guillermo pelea, me voy por la derecha, vivo mi vida, paso feliz. Me resiento un ratito, pero vuelvo porque el amor y el perdón es lo primero”. Sus declaraciones estimulan el sexismo y el acoso machista a la mujer: “De chiquita yo iba fruncida por las calles porque te piropean. Está bien el piropo, pero groserías tampoco”. Y llama a la pasividad de género: “Las mujeres violentadas no deben victimizarse. Si tenemos a Dios, a nuestra madre santísima podemos llenarnos de valor y valores (…) Muchas veces tenemos el afán de pensar que nadie nos comprende, nos volvemos víctimas y es terrible. No mujeres, no somos víctimas de nadie, solo de nosotras mismas si nos dejamos”.
Reacciones feministas
Las reacciones de rechazo al discurso de la esposa presidencial no se hicieron esperar: “En un país donde conmemoramos con mucho dolor el hecho de que 172 mujeres y niñas hayan sido víctimas de femicidio como la expresión máxima de la violencia de género y el Estado tiene una deuda pendiente con las mujeres. Escuchar a la primera dama reducir la violencia estructural a un problema marital. A darnos tips de sumisión conyugal es un acto de irrespeto e irresponsabilidad (…) Es un hecho calculado respecto a disminuir la responsabilidad estatal. Es un calculado discurso para deslindar de responsabilidad a su pareja, ni más ni menos el presidente del país”, declaró la activista Sybel Martínez a Radio La Calle.
Pepita Machado, artista, reaccionó en Twitter por el discurso de Alcívar: “Es cruel vivir en un país donde 7 de cada 10 mujeres vivimos violencia y para la primera dama es porque la mamá no nos enseñó a cuidarnos, porque no contenemos la ira del esposo con nuestro silencio, porque la pelea es entre dos, pasando por alto 40 años de estudios feministas”.
La activista y miembro del colectivo el Empute, Daniela Mora, señaló: “El discurso de María de Lourdes de Lasso en el 25 de noviembre es un insulto a las mujeres y niñas víctimas y sobrevivientes de violencia. Es una vocera irresponsable que pretende que posicionar la idea de que nos golpean y nos matan porque nos dejamos”. Desde la justicia se dijo: “Es una afrenta. Una bofetada. Sientes indignación, pero también sientes miedo», escribió la abogada Dolores Miño.
Dimensiones del problema
Doña María de Lourdes Alcívar desconoce las verdaderas dimensiones del problema frente al cual los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas. Aunque las mujeres, en todas partes del mundo, pueden sufrir violencia de género, algunas mujeres y niñas son particularmente vulnerables, ejemplo de ellas son las niñas y las mujeres mayores, las mujeres que se identifican como lesbianas, bisexuales, transgénero o intersex, las migrantes y refugiadas, las de pueblos indígenas o minorías étnicas, o mujeres y niñas que viven con el VIH y discapacidades, y aquellas en crisis humanitarias.
La violencia contra la mujer sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas. Frente a esta realidad las Naciones Unidas implementa una jornada denominada Campaña Únete, que plantea 16 días de activismo -25 de noviembre al 10 de diciembre- coincidiendo con el Día Internacional de los Derechos Humanos.
Resulta no solo preocupante sino una auténtica e indignante falencia del país que la mujer que, protocolariamente, es considerada “primera dama” del Estado, no muestre voluntad política, sensibilidad social y capacidad profesional para enfrentar un problema de dimensiones sociales. Doña María de Lourdes Alcívar, esposa del presidente Guillermo Lasso, según sectores feministas, carece de conocimiento y sentimiento de género para opinar y, peor enfrentar, desde su envestidura oficial, el drama de las mujeres ecuatorianas diariamente agredidas.