En política -como en la vida misma-, el que golpea primero golpea dos veces y esto implica tomar la iniciativa. Actuar, dar la línea, ejercer liderazgo, tres condiciones básicas para que las cosas en política sucedan. Dinámicas que políticos criollos soslayan en la práctica cotidiana porque prefieren hacer política por omisión, absteniéndose de actuar en momentos decisivos. Aquello que el pueblo llama con sabiduría: sacar las castañas con la mano del gato.
En las últimas horas, militantes del movimiento UNES en la Asamblea Nacional se abstuvieron de votar por al archivo de la Ley de Desarrollo Económico y Sostenibilidad Fiscal, proyecto propuesto por el gobierno de Guillermo Lasso. El hecho parece simple, pero no se trata de cualquier proyecto de ley urgente. La iniciativa proviene del Fondo Monetario Internacional (FMI), y que forma parte de una trilogía neoliberal que implica reformas tributarias, reformas laborales y nuevas reglas del juego para capitalistas que, supuestamente, decidieran invertir en Ecuador. La reforma tributaria del proyecto significa implementar nuevos impuestos que gravan recursos de sectores medios y consumos masivos, con exoneraciones e incentivos empresariales y beneficios a la banca criolla.
Lo primero que amerita destacar es que se trata de una iniciativa política fondomonetarista que condiciona nuevos préstamos del organismo multilateral al Ecuador, a cambio de que el gobierno administre el Estado en función de sectores tradicionales de poder y grupos empresariales -financieros y económicos- que constituyen las élites criollas, en desmedro de la clase trabajadora y de amplios sectores medios y populares del país. No por casualidad el proyecto de reformas tributarias ha recibido observaciones de organizaciones políticas que dicen representar dichos intereses, como el socialcristianismo, Pachakutik, Izquierda Democrática, incluidos las izquierdas y el progresismo. Cada cual, en su momento, en oscilante conducta política prefirió actuar por omisión negándose a tomar la iniciativa política en un tema trascendental para el país, y dejando la ventaja en manos del régimen. No obstante, el gobierno sin iniciativa propia, ha puesto en escena y ejecuta un guión concebido por el FMI a cambio de préstamos para solventar el déficit fiscal.
Pusilánime, evasiva e irresponsable la clase política criolla elude sus promesas electorales y no toma iniciativas propias en un país prácticamente “gobernado” por entidades que representan intereses geopolíticos internacionales. El titiritero fondomonetarista mueve los hilos de iniciativas políticas locales o convierte a sus actores criollos en muñecos de ventrílocuos que repiten un discurso económico fundamentalista preestablecido en los centros de poder mundial.
¿Quién si no toma las decisiones por el país, frente a la carencia de iniciativas propias? Los políticos criollos actúan por omisión, dejando hacer, simulando que hacen y no responsabilizándose por lo que sucede en política luego de sacar las castañas con mano felina.
La crisis de representatividad surge de aquella conducta vergonzante en la que nadie representa los intereses de las mayorás, postergados por beneficios de minorías partidistas o personales. La falta de iniciativa y liderazgo político deja a la deriva intereses ciudadanos, difiere el tratamiento oportuno de grandes temas nacionales y privilegia a las élites en el ejercicio del poder. Ante las omisiones de la clase política, se esperaría que fuera el periodismo la actividad que asuma un rol reivindicador, pero una prensa mercantil obsecuente con dicho poder fáctico, soslaya su papel denunciante, orientador e informativo, y se distrae posicionando temas “humanos”, baladíes y de segundo orden en el interés popular.
En este escenario, la batalla es cultural en el campo de las ideas. El neoliberalismo, más que una doctrina económica es una cultura global que impone modelos de vida, contenidos de pensamiento y conductas paradigmáticas, en ello se vale de la falta de respuesta ideológica del sistema político que le resulta obsecuente. Complementariamente, el neoliberalismo es un poder que destruye el entramado social en sus bases mismas, luego de haber cooptado instituciones, voluntades y decisiones.
Explicar lo inexplicable
La crisis política que vive hoy el país evidencia una división externa e interna de las organizaciones partidistas. Circulan diversos argumentos para justificar lo que muchos consideran una defección, otros llaman “error y no traición”, motivado por la “falta de experiencia”, según manifestó Virgilio Hernández -militante del correísmo- para explicar la conducta legislativa de UNES. Donde sobran las palabras suele faltar palabras para explicar lo inexplicable. No es un error -ni simple ni complejo-, es falta de liderazgo como se dijo. El liderazgo no es solo el culto a la personalidad sino la iniciativa de quien debe señalar la línea de conducta a seguir, y no actuar a la zaga de los acontecimientos. En un tuit asombroso el líder histórico escribe desde Bélgica que UNES se abstuvo de archivar el proyecto de reformas tributarias porque PK y el socialcristianismo no apoyaron el informe de minoría -con observaciones al proyecto-, elaborado por su bancada. Una vez más, las castañas con mano felina. Así no se hace política, así no se representa al pueblo. Así no existe iniciativa política que señale un camino digno para el país. ¿Qué explica lo actuado, falta de liderazgo, desidia política o pacto con el enemigo?
El régimen guarda silencio, claro, para qué pronunciarse si todo está dicho y hecho por omisión. No se pronuncia, prefiere evaluar los resultados ante sus bases más dogmáticas e intransigentes. La reacción y disputa interna correístas dan la impresión de que el pacto existió y eso es inadmisible para tirios y troyanos. La eventual prelibertad de Jorge Glas -mediante la unificación de penas- no puede sobreponerse a los intereses de las mayorías para unos, y resulta innegociable para otros. Al final del día, el silencio oficial se explica porque la situación jurídica no es clara, en términos de si las reformas tributarias pasarán o no por ministerio de Ley.
Los acontecimientos hablan de una crisis de representatividad pura y dura. En el Legislativo ha quedado en evidencia la incapacidad política de diversos sectores de articular diálogos, consensos o proponer debates en favor de los intereses de la ciudadanía más allá de los propios intereses partidistas. Habiendo todos actuado por omisión, soslayando su responsabilidad de aprobar o rechazar el proyecto de reformas tributarias, lo ocurrido en la Asamblea Nacional augura una semana incierta en un país a la deriva, sin iniciativas propias, a merced de la irresponsabilidad de políticos ante un pueblo al cual dejaron legítimamente de representar.