Por Diego Arteaga M.
La palabra conservador, viene obviamente de conservar, preservar, mantener, es
decir, en política es tener la predisposición de conservar, preservar, mantener un
orden imperante.
Hablar de una primera dama, ya suena anacrónico en estas épocas, pero qué le vamos
a hacer, tenemos nuestras nostalgias de Real Audiencia tan arraigadas al corazón como
las iglesias en las calles de la capital, porque muchas veces eso es lo único que hay visitable
en el país, como apreciaban las modelos de victoria secret, las iglesias hechas para
Dios y la deslumbrante naturaleza que diosito nos dio en su inmensa bondad. Eso nada
más.
El tren del Open for bussines del futuro solo vendrá al país para llevarse los pocos
recursos naturales que quedan y seguirá de largo, no hay mucho más por lo cual
detenerse en este mapa de país que simula a un papel arrugado, somos un grupo
ingenuo de gente atrasada y orgullosa de un atraso que estúpidamente llamamos
tradición, es uno de los regalos culturales que nos dejó la madre patria y que cuidamos
vehementemente.
Pero no la culpemos, ella se dio cuenta hace tiempo de su error histórico y
despertó, hoy España está despierta y lucha a mansalva contra la desigualdad y el
machismo de siglos. Y nosotros nos quedamos solos salvaguardando estupideces
esqueléticas, como víctimas orgullosas de un estatismo que ya no cuela en ninguna
parte.
¿Tendremos que esperar siglos a que lleguen los cambios? Cuando esos
cambios llegan y ya son pasado en el resto del mundo. ignominioso destino
tercermundista.
Oír a la esposa del presidente del Ecuador, hablando a un país entero como si estuviese
hablando a su empleada doméstica, es grotesco. Porque sí hay un discurso vertical,
hueco y parroquial que propone visiones propias; aquel de Samborondón para resolver los
problemas de alguien que vive en el Guasmo Sur.
Feminismo y conciencia de clase, machismo y alienación. Desesperación profunda por
un país que corre incontenible a ciegas hacia un barranco que nos venden como futuro
pero que es el pasado más agrio y oscuro.
Nos gobierna una manada de momias, horror, espanto y asco. Ese pasado oscuro e
injusto está vivo y hoy domina los destinos del país. No hay camino, solo hay quietud y
conservación en su peor sentido.
Una mujer es asesinada en el Ecuador cada 72 horas, mientras tanto
millones de mujeres luchan por sobrevivir a la pobreza sosteniendo a familias enteras.
Mientras tanto, miles de mujeres no duermen en las noches preocupadas porque no
tienen que dar de desayunar a sus hijas e hijos al día siguiente. Mientras tanto, miles de
mujeres son atacadas en las calles, agredidas, violadas, maltratadas, despreciadas,
subestimadas en todos los rincones del país.
El sistema de cuidados y amparo de una familia es el más grande capital de un país y la
mujer ha luchado muchas veces sola por mantener ese capital en todos los frentes,
contra toda la retahíla de hombres pacatos o torpes o malintencionados que han
gobernado estas tierras.
El tiempo no para, ya lo dice la canción. El futuro es femenino. Las mujeres son la fuerza motriz
primaria, los 14.000 años de patriarcado son un pequeño suspiro en la historia de la
humanidad.
La mejor gente, la más completa, desinteresada y noble es mujer, lo digo sin sonrojo,
ellas son nube de lluvia y desbordada tormenta, son por lo que estoy aquí, son por lo
que miro al futuro con esperanza y fuerza.