Guillermo Lasso es un hombre sensible y práctico que ha logrado triunfar en la vida, ha hecho dinero, muchos envidiosos dicen que ha ganado demasiado en poco tiempo, pero esos hombres comunes de mente pequeña no entienden como funciona esto de ganar-ganar.
Este ilustre banquero trabajó desde joven sin poder ir a la universidad, quedándose como bachiller pero ganando plata que es lo importante. Aprendió todo de la vida real, como millones de ecuatorianos que sobreviven sin estudios universitarios pero que extrañamente no ganan tanto como él, quizás porque no son tan “pilas”.
Él es lo que muchos sueñan, desde super pobres, pobres, medio pobres y medio ricos, hasta ricos pobres, él es el emprendedor virtuoso que logra hacer dinero gracias a la ayuda de Dios. Porque Dios también se ocupa de las cosas desde que el protestantismo se asentó en Estados Unidos.
Este hombre al que se le quebraba la voz en las elecciones por la emoción, decía que sabía que hacer, por esto suponíamos que sabía a qué se enfrentaba. Y era de esperarse, había pedido turno por más de diez años para el asunto. Él sería el que nos llevaría al futuro anelhado del mercado mundial y el lado correcto de la historia.
Pero esa eficiencia mecánica para hacer dinero, jugosos negocios e intercambios aventajados no ha servido mucho. La eficiencia de la practicidad capitalista funciona muy mal si no estás en una posición de ventaja o cancha inclinada. Enfrentarte a la bestia de la administración y negociación diversa con gente que no está haciendo negocios sino sobreviviendo es mucho más complicado.
Porque esta gente a la que llamaremos “pueblo llano” tiene lineas rojas infranqueables que tienen que ver con cosas tan pedestres como comer, dormir bajo techo y vivir el día a día. Y además no es un cliente intercambiable por otro, es él o él y en esa diatriba la eficiencia de este discursillo práctico capitalista se queda estático sin más respuesta que la aplicación sistemática de la fuerza sobre los débiles como única alternativa.
Es muy improbable que el presidente Lasso salga del poder, serán cuatro años magníficos, serán cuatro años que la prensa nos repetirá que el presidente lucha en los banquetes para sacarnos del infierno de los hospitales gigantes innecesarios, las carreteras como muestra de vanidad y el gasto estatal desmedido en cosas tan poco productivas como la educación.
Nos quedan cuatro años en los que seremos testigos gritones, pero al fin solo testigos, de como cae en desgracia mucha gente a nuestro alrededor, todos apretando los dientes esperando “que no me toque a mí”. Porque las bajas seran muchísimas, por muerte violenta, desempleo, deseperación, desnutrición, miedo, asco.
Hoy hay más de cincuenta muertos en las cárceles, pero hasta el miércoles pasará otra cosa, un partido de fútbol, una declaración emotiva de algún famoso, un gatito atrapado en un árbol, una serie de netflix, algo pasará y esto quedará olvidado, esto lo sabe el presidente y sus asesores. El río de la sobreinformación se lo llevará todo en este sistema de capitalismo de contenidos que supuestamente disfrutamos.
Solo los que sufren no olvidarán pronto, solo los que sientan el golpe de la desgracia e injusticia que corre por las calles sentirán algo profundo, pero no durará mucho tampoco, solo algunos años talvez. Porque por ese olvido encarnado el ilustre banquero es presidente hoy, porque olvidamos naturalmente, como respirar.
Y esta obsena ineficacia para hacer el bien común y esa extraordinaria eficiencia para hacer dinero por montones será el estado natural de un país que ya solo se conoce por las desgracias salvajes que le suceden y por un presidente que guarda su dinero en sitios muy seguros y rentables, muy lejos de aquí donde sigue sin perder un centavo.