La jornada de protesta social que tuvo lugar en el país el día de ayer, recibió como respuesta oficial la represión policial en el irrespeto a los derechos ciudadanos de manifestar su disconformidad ante la realidad nacional; expresión del odio social estimulado desde las políticas públicas contrarias a los intereses populares.
El régimen estrenó un improvisado vocero oficial que, desde la sede de gobierno en el Palacio de Carondelet, ofreció la versión del gobierno. Carlos Jijón, se inauguró en el oficio tergiversando los hechos al reportar una falsa realidad diciendo: “convocó a la prensa para darles las noticias de cómo está la situación del paro nacional”. Eran las 13h00 y para el vocero presidencial solo había “seis carreteras bloqueadas y 18 personas detenidas”, puesto que la movilización en el país “se ha desarrollado con relativa tranquilidad”, y que “hay total movilidad” en todo el territorio nacional. No pasaba nada más. Explicó que el gobierno se afanaba por “respetar el derecho a la protesta dentro de la ley”. Aquella afirmación oficial, a esa hora, ya era una flagrante mentira. Nada dijo de la brutal agresión policial a la periodista Pamela Morante de un canal local costeño que fue agredida por miembros de la Policía Nacional, en el sector de la T de Salitre, cantón Daule, provincia del Guayas, golpeada por efectivos policiales bajo “estado de excepción”, mientras realizaba su trabajo de informar de los violentos actos de dispersión policial apelando al uso progresivo de la fuerza.
Los medios obsecuentes nada dijeron del hecho y se sumaron a la tergiversación informativa. El reportero de una cadena de televisión nacional que no asistió a cubrir la marcha “con casco”, a sugerencia de Lasso, presentaba literalmente al flamante vocero presidencial y en su pregunta denotaba la tendencia de su informativo: ¿“la paralización se concentra más en el sector rural, tomando en cuenta que no hay mayor novedad en las ciudades”? El propio vocero oficial tuvo que reconocer que “la policía procedió a capturar a las personas que estaban cerrando carreteras y han sido trasladadas a los jueces competentes”. Esta situación se repitió en las provincias de Cotopaxi y de Pichincha, sector Cayambe, donde las fuerzas del orden procedieron a reprimir la protesta social con gases lacrimógenos. En Cuenca e Imbabura, los gendarmes arremetieron con fuerza contra los manifestantes. El camarógrafo Stalin Merchán fue agredido por la policía nacional mientras realizaba su trabajo de informar en la calle durante el desarrollo de la protesta social.
Un odioso recetario
Las primeras manifestaciones de odio se están dando en el país en franco deterioro de su institucionalidad. La violencia callejera fue proclamada desde la campaña de Guillermo Lasso porque había que destruir físicamente a los enemigos “comunistas y correístas”. En tanto, las sugerencias de gobernabilidad al régimen provienen de los consensuados en Cusin, convencidos de que su cita es un aporte a la democracia. Reunidos en la hacienda de Otavalo, su oficio es establecer estrategias con sentido racista, excluyente y se juntan para sugerir alternativas contrarias al sentido mismo de la vida, es decir, de los derechos de las mayorías desempleadas sin trabajo, de la juventud que sobrevive sin oportunidades académicas y laborales, o de la mujer víctima de la violencia sistémica.
La precaria realidad nacional proclamada desde la candidatura de los sectores empresariales que llevaron a Guillermo Lasso al poder, se está materializando en el odio expresado hoy en las calles. Las recetas de Cusin no son más que un inventario de estrategias en contra del Estado y de los propios gobernados bajo el prisma del terror en una democracia formal. En su cuarto consenso, el encuentro de Cusin, recomienda consejos al régimen de Lasso -como lo hizo años atrás con otros gobiernos de tendencia derechista-, y que concluyeron en la Constitución del año 1998, la postulación de Yamil Mahuad a la presidencia y el posterior feriado bancario de 1999. Eran estrategias acuñadas desde las oficinas de grupos económicos que recomendaban lo que consideraban mejor, conforme sus propios intereses sectoriales y clasistas. Ahora se suma el recetario del odio, porque sugerir gobernabilidad bajo políticas neoliberales es un flagrante llamado al enfrentamiento social.
Como guinda del pastel durante la manifestación de ayer, el dirigente de la Conaie, organización que convocó a la protesta social, -Leonidas Iza-, fue citado a la Fiscalía General a rendir declaraciones a las 11h30 de la mañana del día del paro, en clara intención de impedir su participación en las movilizaciones o, en su efecto, proceder a detenerlo.
Por esa razón la protesta social no tuvo otra respuesta que el “estado de excepción” que dio patente de corso a la policía y al ejército para reprimir al pueblo. Mientras tanto la violencia delincuencial en cárceles y calles continúa campante. Es la siembra del odio social. Ayer el programa La Oreja Libertaria, producción del Colectivo Espejo Libertario, conducido por los periodistas Luis Onofa y Leonardo Parrini, no pudo contar con la presencia de su invitada, la socióloga Carol Murillo, inhibida de participar en el espacio de entrevistas debido a “amenazas e insultos” que recibió horas antes de su comparecencia mediática de parte de troles entrenados para dicha deprorable misión. Es la cosecha del odio social.
Una violenta jornada de represión fue la réplica del gobierno de Guillermo Lasso ante la anunciada movilización nacional por parte de sectores populares, encabezados por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) que anunció una nueva jornada de protesta social para el día de hoy. La tónica del odio social fue la única respuesta del régimen ante las demandas populares.
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Represión a periodista:
https://twitter.com/LuisMongeE/status/1453004196605829131?t=HhKHU5QL1M2Du0LXnOHKFQ&s=08
https://radiolacalle.com/violencia-represion-y-cero-solucion-la-respuesta-lasso-videos/
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