Fue un reencuentro con la obra de dos grandes escritores, Jorge Velasco Mackenzie y Eliécer Cárdenas, a través de la lectura de fragmentos de sus libros. Una mañana luminosa, de palabras encendidas como el sol canicular cayendo sobre el patio de Casa Égüez, la casona cultural del barrio América. No solo fue la luz, sino el eco de decires enormes, pronunciados con la emoción que provoca evocar lo amado y perdido, palabras que retornaron, siemprevivos, a quienes se fueron a volver. Jorge y Eliécer, que habían iniciado un vuelo eterno no sin deambular para siempre en la memoria de sus amigos y lectores con ese aleteo de emociones diversas que provoca su partida.
Iván Égüez, anfitrión, fue preciso en decir que “todos debemos agradecernos por la presencia de todos, lectores de dos grandes escritores ecuatorianos que son de mi generación”, para luego dar paso a la lectura de un cuento de Velasco -Aeropuerto-, editado en el número diez de la revista La Bufanda del Sol, en febrero de 1975, “con una temática que está presente y muy vigente, de lo que fue la cuentística y la novelística de Jorge Velasco Mackenzie”.
Ramiro Diez, ofició de maestro ceremonial y ocurrente animador en dejar fluir la lectura de los invitados. Se fueron sucediendo lectores y amigos en un coro de sentidas evocaciones que relievaron la presencia ausente de Jorge y Eliécer. Un trozo de vida revivida de algún personaje de sus obras, una sentencia melancólica, una memoria exultante, todo sirvió para cincelar el recuerdo imperecedero del amigo y del escritor.
Ilonka Vargas, remembró las figuras de Velasco Mackenzie y Cárdenas, cuya partida deja “a la cultura nacional con un vacío muy grande y, al mismo tiempo, también en ellos deja un gran legado al enriquecimiento cultural”; a los que se sumó en similar partida Jorge Vivanco, actor, dramaturgo y poeta también recientemente fallecido, “hombre multifacético en la cultura del país”.
León Blas, un lector, leyó un texto de Eliécer Cárdenas que describe una partida que, acaso, se asemeje a la suya, “se fue erguido… con orgullo casi risueño”. El asiduo lector, reconoció en Cárdenas “uno de los motivadores para que me dedique a la lectura, su obra representa una historia de nuestro país bien dura…los hacendados, la opresión del campesino sufrido…lo que pintó Guayasamín y que Eliécer supo plasmar de la mejor manera en sus escritos”.
Pablo Salgado, gestor cultural, leyó un cuento inédito de Jorge Velasco, El poeta que se enamoró de las hormigas, que le enviara la hija del escritor, recordó además que Cárdenas y Velasco compartieron un premio literario hace algunos años, en una coincidencia que se dio en la vida y también en la muerte, al unísono de su viaje compartido con diferencia de horas infinitas.
Luis Zúñiga acentuó “este encuentro que tiene un significado especial, como hermanos es importante reunirnos y vernos las caras, en esta ocasión de vernos en mucho tiempo y rendir homenaje a Jorge y Eliécer que nos dejaron las lecturas de sus grandes obras. Voy a dar lectura a textos publicados en un primer poemario mío que salió en 1982, en referencia a su personaje Naúl Briones, “gran masticador de atardeceres parado allí, valiente, como quien se guarda el sol en el bolsillo”.
Raúl Pérez Torres, leyó extractos de un texto suyo reproducido en revista Lapalabrabierta, en el cual evoca su amistad con Jorge Velasco Mackenzie. Entre otras evocaciones dijo, “mi querido Jorge ahora sí te has ido definitivamente y nos has dejado empobrecidos en esta comunidad de enmascarados que ya no reconocías. Te has ido con la música a otra parte, a celebrar con tus tambores agitados el definitivo encuentro con tu canción perdida (…) Recuerdo alguna vez haber escuchado que decías: “Siento que la literatura es la única actividad en la que no puedo ser reemplazado”. Así es, mi parcero, mi pana, mi yunta, tú no podrás ser reemplazado nunca. Ni tu palabra”.
Edgar Allan García rindió sentido homenaje «a Jorge y Eliécer, que no se han ido para siempre, que nos han dejado sus libros, nos han dejado su alma impregnada en esas páginas que muchas generaciones van a leer y van vivir esos hermanos queridos (…) son hermanos que aprendieron a las buenas y a las malas que este país y este continente no tienen personajes aislados, que tiene personajes que viven un drama personal pero siempre vinculado a los dramas de las grandes sociedades”. Este es un motivo para que nos reunamos y nos reconozcamos, mutuamente, porque somos una hermandad que está destinada no solo a recordar, sino crear recuerdos.