No deja de ser una sorpresa, más aún para el beneficiario del premio Nobel de Literatura que el más importante galardón de las letras mundiales haya recaído este jueves en el escritor tanzano Abdulrazak Gurnah. Según la Academia Sueca, el autor africano fue galardonado por su “discernimiento inflexible y compasivo de los efectos del colonialismo y el destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes”.
Gurnah, nacido en Zanzíbar en 1948, actual territorio de Tanzania, a sus 18 años migró al Reino Unido como refugiado tras un levantamiento militar en 1964. Es el primer africano en hacerse con el Nobel después de dos décadas, y el quinto escritor tras el nigeriano Wole Soyinka, el egipcio Naguib Mahfouz y los sudafricanos Nadine Gordimer y John Maxwell Coetzee.
Obra temática
La obra de Gurnah incluye diez novelas entre las que destacan Memory of Departure (Memoria de salida) y Pilgrims Way y Dottie (Camino de peregrinos y Dottie), que narran las vidas migrantes en el Reino Unido. El año 1944 publicó Paraíso, obra preseleccionada para el Premio Booker que cuenta la vida de un niño africano que vive en un territorio marcado por el colonialismo. La crítica de The New York Times, en 1996, calificó a Paraíso de “fábula iniciática de madurez brillante y oblicua”, y añadió que era una obra que “describe hábilmente la agonía de un hombre atrapado entre dos culturas, cada una de las cuales lo repudia por sus vínculos con la otra”. Otra obra, Precario silencio, describe las peripecias de un joven que deja Zanzíbar para ir a Inglaterra donde forma una familia y su profesión de profesor. El flamante Nobel escribe en suajili, su lengua natal, pero también en inglés adoptado y hablado no sin acento árabe y alemán. Por su obra es “ampliamente conocido como uno de los escritores poscoloniales más preeminentes del mundo”, aun cuando en América Latina es poco distinguido por el lector masivo, pese haber sido traducido al español. No obstante, Gurnah dedica sus esfuerzos literarios al colonialismo y sus efectos en la vida de los “desarraigados y emigrantes”, condición de latinoamericanos compartida con africanos.
La crítica especializada ha destacado que los personajes de sus novelas “se encuentran en el abismo entre culturas y continentes, entre la vida que se deja atrás y la que viene, enfrentándose al racismo y los prejuicios, pero también obligándose a silenciar la verdad o reinventando la biografía para evitar el conflicto con la realidad”.
El mismo Gurnah refiere que en su reciente libro, Afterlives, busca esclarecer el modo en que las personas afectadas por la guerra y el colonialismo están formadas, pero no definidas por esas experiencias, y cómo surgió de las historias que escuchó al crecer en Zanzíbar: “Estaba rodeado de gente que vivió estas cosas de primera mano y que hablaba de ellas. Estas historias siempre han estado conmigo y lo que necesitaba era tiempo para organizarlas. Mi trabajo académico también ha dado forma a estas historias”.
Gurnah ha señalado que a lo largo de su carrera “se ha ocupado de las cuestiones de desplazamiento, exilio, identidad y pertenencia”, valores tan propios y esquivos nuestros. Motivo pertinente para leerlo y disfrutar su rebeldía, hoy con justicia reconocida. Para muchos de nosotros será el descubrimiento del año.